A principios del siglo XIX la provincia de Santa Fe era lugar de tránsito de los escuadrones indígenas que se dirigían a engrosar su codicia, sobre los poblados de la campaña bonaerense. Sin un plan estudiado ni recursos para frenar con éxito a los depredadores, la defensa era casi nula, sólo la Campaña sería el único remedio para acabar con los malones que asolaban medio territorio, postergando su desarrollo civilizador.
La campaña de 1833 dirigida por Juan Manuel de Rosas que siempre gozó de menos prensa que la de Julio Argentino Roca, fue tal vez más sangrienta, pero no exterminadora. Después de la expedición 1833 y 1834, en Buenos Aires se logró una relación armónica con algunos grupos indígenas pampeanos, instalados en la zona fronteriza. Esta relación se sustentaba en la contraprestación de bienes y servicios: las tribus auxiliaban en la defensa de la frontera y el gobierno les entregaba raciones de ganado (yeguarizo, vacuno y ovino), yerba, tabaco y azúcar. Esta armonía se quebró con la caída de Rosas, y los enfrentamientos se convirtieron en el rasgo más frecuente.
Mientras los alcaldes mayores se ocupaban especialmente del orden y la tranquilidad pública de la Villa del Rosario, más el comandante militar a cuyas órdenes actuaban los pocos milicianos que tenía la guarnición local, los gobernantes descuidaban las fronteras de la provincia por donde pululaban desertores y bandidos que en alianza con los bárbaros eran tan feroces y salvajes como ellos. Así se sucedían correrías que obligaban a los pobladores a emigrar siempre dentro de la geografía santafesina, mientras el gobernador hacía colocar piquetes en las cuatro postas de la zona amenazada.
No obstante las hordas salvajes penetraban con siniestros planes de destrucción saciando sus feroces instintos, saqueando y reduciendo a cenizas los fuertes entre ellos el de Melincué, situado en el sudeste provincial donde se apropiaron de cañones que habían sido colocados en una estancia del arroyo Pavón.
A tal punto cundió el pánico que el mismo gobernador optó por salir a la campaña para sorprender a los aborígenes que se desplazaban libremente por su territorio.
En 1838 más de mil indios ranqueles al mano del cacique Quiñamay y Chipitruz, aplicando principios estratégicos hasta entonces desconocidos, atacaron en tres divisiones, una por la costa del río Carcarañá, otra por las chacras del Gamonal y la tercera por la Horqueta, amenazando devastar el S. y O. del departamento Rosario.
El gobernador Juan Pablo López en combinación con el coronel Hilario Lagos y milicianos de Buenos Aires se reunieron en el Pedernal , al sur de Melincué, totalizando unos 500 hombres, que avanzaron hasta Loreto (1) para enfrentar las 2.000 lanzas ranqueles. Cuando lejos de hallarlos en actitud de ferocidad, se encontraban en medio de libaciones y danzas celebrando el éxito de sus arremetidas. López conformó las tropas en tres columnas comandadas por los coroneles Lagos, Moreyra y Soayre.
Sorprendidos los naturales algunos se lanzaron a la lucha profiriendo gritos feroces, mientras otros huían desordenadamente dejando más de un centenar de muertos.
Tomado prisionero el cacique Quiñimay, las fuerzas nacionales rescataron cautivos y hacienda robada, mientras el cacique Chipitruz conseguía evadirse.”
El gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas otorgó a los vencedores una medalla de oro con la leyenda: “El gobierno reconocido a la virtud y al valor”. Buenos Aires, 22 de diciembre de 1838. Medalla que, como un preciado tesoro, aún conserva el biznieto del general Hilario Lagos, el coronel mayor Luis Hilario Lagos, la cual hemos tenido el privilegio y el honor de apreciar en una de las “Tertulias Federales” organizadas por los Patricios de Vuelta de Obligado.
De esta manera el general Hilario Lagos finalizó sus contiendas con los indios al defender el sur de la Provincia de Santa Fe, en donde los indios ranqueles estaban haciendo los malones y masacrando gente, quemando estancias y robando ganado. Adolfo Saldías, el padre del revisionismo histórico vernáculo, lo consideró a Lagos “la primera lanza de la caballería federal“.
Referencia
(1) Paraje del antiguo Pago de los Arroyos, a 165 Kilómetros de la actual ciudad de Venado Tuerto, departamento General López.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Mikielievich Wladimir C. – “Batalla de Loreto” – Diccionario de Rosario. Tomo XXXI. Rosario, 1960.
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Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).
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