A la actual avenida Corrientes de la ciudad de Buenos Aires alguna vez se la llamó “la calle de los teatros”, porque desde la esquina nordeste de Maipú (donde funcionaba el Empire), hasta la de Callao, era la preferida de los empresarios. Sin embargo, el teatro se conoce en esta calle con bastante tardanza, pues, cuando Talía y Melpómene aparecen en ella, ya cuenta la ciudad de Buenos Aires con casi un siglo de vida escénica; tiempo que corre desde las primitivas funciones que se ofrecieron en el llamado de La Ranchería (1778), hasta la noche del 25 de mayo de 1872 en que el teatro Opera, edificado sobre el terreno que ocupó la caballeriza de Vicente Collín, levanta su telón inaugural con la representación de “Il Trovatore”, a cargo del tenor Julio Perotti.
Pero, no cabe duda de que desde mucho tiempo atrás la calle mantenía relaciones con gente de la farándula. Así nos lo daría a entender la Fonda de los Artistas que allá por el 1870 se encontraba en el local entonces numerado 193 y 195, entre Esmeralda y Suipacha, junto mismo al terreno que hoy ocupa el Cine Gran Rex (lado oeste). Y debemos suponer por lo cercano del lugar, que los artistas concurrentes a dicha fonda serían aquellos que actuaban en el Coliseum de la calle Parque (Lavalle), luego cine Electric Palace, así como los que integraban la compañía del circo Chiarini, cuya carpa se levantaba en la esquina de Tucumán y Libertad, donde ahora vemos la Escuela Presidente Roca.
El Coliseum (año 1866) no era teatro de categoría ni estaba dispuesto para representaciones de “primo cartello”. Siempre escenario de “varieté” y salón de baile, competía con el Alcázar en frivolidades y procacidad, sin que le faltara el escándalo que provocaban las coristas del can-can frente a la bullanguera juventud. Autores como Mariano G. Bosch y A. Taullard que han hurgado pacientemente en la historia de nuestros teatros, se ocupan de todo esto con abundancia de detalles. No obstante aquellos espectáculos un tanto censurables, porque de primera intención atentaban contra la dignidad latina de su nombre, al Coliseum le cabe la prioridad de haber albergado a los primeros patinadores porteños. Al respecto, decía Taullard: “Corresponde a don Guillermo H. Huntley el mérito de haber exhibido ante los ojos asombrados de los jóvenes de Buenos Aires, la primicia de un deporte destinado a alcanzar extraordinaria difusión entre nosotros. El señor Huntley trajo de Nueva York un surtido completo de patines con ruedas y el mismo día que desembarcó tomó en arriendo el espacioso salón del Coliseum, quedando así inaugurado el primer “skating” porteño”.
Este deporte ha de practicarse después en otros teatros como el Variedades, el San Martín y el Nacional de la calle Florida, donde por largo tiempo funciona el “Skating Club”. También, como lo recuerda César Viale en su libro “Cincuenta años atrás”, se lo cultivaba “frente a la Plaza Libertad, sobre la calle Charcas, en el lugar en que más adelante se levantó el Teatro Coliseo, donde un gran salón de patinaje atraía a las beldades de aquel tiempo”.
El segundo de los teatros habilitados en la calle Corrientes ha de ser acaso, el Politeama Argentino que se construyó en el lugar donde actuaba el Circo Arena (año 1873). Esto acontece el 3 de setiembre de 1879 con la ópera “Otello”, cuyo personaje central encarna el famoso trágico Ernesto Rossi.
De excelente acústica, aunque de aspecto exterior poco atrayente, pues era de ladrillo desnudo y sin ninguna clase de adornos, pasan por este coliseo figuras de renombre universal: Sarah Bernhardt, Tamagno, Eleonora Duse, Stagno, María Barrientos, Novelli, Regina Pacini, Grasso y Adelina Patti, que según versión del historiador Julio C. Viale Paz cobró en él 36.000 libras esterlinas; suma fabulosa para aquellos tiempos (año 1889). La Patti se cuenta entre nosotros como la soprano más ovacionada. Si agregamos que se complacía en competir con el violín de Sarasate (1), queda dicho todo.
En la historia de este teatro, ya demolido, se halla el capítulo que trata de nuestra escena gauchesca, cuyo nacimiento se opera en él. Don Eduardo Gutiérrez teatraliza su “Juan Moreira” y don José Podestá (Pepino el 88) que lo representa en 1884, crea el personaje modelo que no tarda en provocar toda una literatura dramática de chiripá, facón y picadero, la que, por otra parte, irrumpe en el circo criollo, al que desvirtúa en su esencia y colores representativos.
El teatro Apolo es el tercero que conoce la calle Corrientes en la última década del siglo XIX. Tal suceso tiene lugar el 21 de marzo de 1892 con la compañía de Concepción Aranaz y Juan Robles, que representa en versión española la obra “Divorciémonos” de Victoriano Sardou.
Digamos, pues, que con la desaparición del Politeama Argentino, el teatro Apolo pasó a ser el primero en antigüedad de los que actualmente existen en dicha calle; siendo el Liceo, el más antiguo de Buenos Aires (1876), ya que prescindimos del teatro Colón porque éste en el año 1908 abre sus puertas en la plaza Lavalle. Otros teatros inaugurados en el siglo que nos ocupa, son: Marconi (ex Doria, año 1888); el Argentino (ex La Zarzuela, año 1892); el Odeón, 1892 y el ya citado Liceo, que es el que más nombres ha tenido, pues desde su inauguración en 1876, en que se le conoce por Eldorado, se le denomina sucesivamente y en distintas épocas; Goldoni, Rivadavia, Moderno, Progreso y finalmente Liceo.
Otros teatros de Buenos Aires
Veamos qué otros teatros se abrieron en Buenos Aires durante el transcurso del siglo XIX. Los detallaremos mencionando el año de inauguración de cada uno, así como los lugares donde se encontraban, cuyas calles nombraremos por sus actuales denominaciones.
Coliseo. También se le llamó Casa Provisional de Comedias, Proscenio y Franco Argentino (año 1804). Reconquista y Tte. Gral. Juan D. Perón (esquina noroeste).
Vauxhall o Parque Argentino (año 1828). Estaba dentro de la manzana que comprenden las calles Uruguay, Paraná, Viamonte y Córdoba.
De la Victoria (1838). Más o menos en lo que hoy es número 954 de la calle Hipólito Yrigoyen.
Del Buen Orden (1844). Rivadavia 1065-67 (cuadra desaparecida).
De la Federación (1846). Rivadavia 1065-67 (cuadra desaparecida).
El Porvenir (1856) Piedras entre Rivadavia e Hipólito Irigoyen.
Colón (1857) Reconquista y Rivadavia (esquina nordeste).
Alcázar (1862). Hipólito Irigoyen 865.
El Recreo (1865). Libertad 235 y 251.
De la Alegría, Chacabuco 151 y 155.
Variedades (1872). Se le conoció igualmente por Varietés, Ba-ta-clán, Edén Argentino Théatre Francais. Esmeralda 367.
El Pasatiempo (1876). Paraná 345.
Nacional (1882). Florida 146.
San Martín (1887). Esmeralda 247-53.
Onrubia (1889). Después cambió su nombre por el de Victoria. Estaba ubicado en la esquina de Hipólito Yrigoyen y San José.
Comedia (1891). Carlos Pellegrini 248 (cuadra desaparecida).
Mayo (1893). Avenida de Mayo y Lima (esquina nordeste desaparecida).
Existieron también otros teatrillos como el llamado Del Retiro, Esmeralda entre Charcas y Santa Fe, y el que funcionaba en Florida entre Córdoba y Paraguay, que llevó los nombres de Anfiteatro, Alhambra, Arcadia, Jardín Concierto y finalmente Jardín Florida. Asimismo podríamos recordar los que se llamaron: Royal Teatro (Corrientes 835); Scala (hoy Teatro Maipo); Cosmopolita y Roma (los dos en 25 de Mayo entre Corrientes y Lavalle) y el primitivo Casino, en el terreno que anteriormente ocupaba una fábrica de coches, sobre el que se levantó el nuevo, luego demolido. Pero en todos ellos, más que representaciones teatrales, se ofrecían espectáculos circenses y números de “music-hall”.
He aquí algunos datos que corresponden a varios de los mencionados coliseos, y que integra el acervo histórico patrio, teatral, literario y policial de Buenos Aires.
La inauguración del teatro de La Ranchería, que se levantaba cerca de donde hoy vemos el monumento del general Julio A. Roca, tuvo lugar en 1789 con el estreno de la primera pieza de asunto americano, de autor argentino: la tragedia “Siripo” de Manuel I. de Labardén.
En el Coliseo se encontraba el virrey Sobremonte presenciando la obra “El sí de las niñas”, cuando en la noche del 24 de mayo de 1806 recibió el parte de Liniers en que le daba cuenta de la invasión de los ejércitos ingleses a Buenos Aires.
En el Vauxhall, donde en 1831 trabajó la primera compañía francesa de comedias, aquí conocida, falleció repentinamente mientras paseaba por los jardines el deán Gregorio Funes. Esto ocurrió el 10 de enero de 1829.
El teatro De la Victoria había sido edificado en el mismo lugar que ocupó el tambo de don Norberto Quirno, uno de los primeros proveedores de leche que tuvo nuestra ciudad. De los teatros de entonces, era el de mayor longitud pues su planta superaba los 80 metros de fondo. Sobre la parte que tomaba todo el cuerpo del escenario, en un tiempo estuvieron las oficinas y laboratorios de la Casa Kodak, de Alsina 951.
El Colón comenzó a construirse a fines de 1805 en el solar que desde antiguo se conocía por “El hueco de las ánimas”; pero por haberse declarado un incendio y después por sucesivos inconvenientes, las obras debieron paralizarse. En 1855 principiaron de nuevo los trabajos, conforme a los planos del ingeniero Carlos E. Pellegrini. Su inauguración se llevó a efecto el 25 de abril de 1857, con la ópera “Traviata”, que cantó el mundialmente famoso Enrique Tamberlik.
El Alcázar fue construido en el mismo lugar que luego ocupara la confitería de carácter tradicionalista conocida por La Querencia. Los fondos de este teatro dedicado a variedades y operetas francesas, se unía con los del Café Laviones de la calle Rivadavia entre Piedras y Tacuarí, por entonces (año 1869) único en esa cuadra, pues el Café Tortoni estaba en la esquina que ocupaba la Confitería del Gas. (Rivadavia y Esmeralda).
En el teatro El Porvenir que se encontraba en la calle Tacuarí y lo que hoy toma la Avenida de Mayo, nació la Asociación de Socorros Mutuos Montepío Monserrat. La reunión en que tuvo lugar este acontecimiento se efectuó el 1º de enero de 1857. Esta Asociación ha sido tal vez “la primera que practicó en la Argentina el socorro mutuo”.
El Variedades se levantó en el terreno que había servido antes como corralón de maderas y piedras. Teatro éste que también competía con el Alcázar en el gusto y color francés de sus representaciones, finalizó con un suceso doloroso. Poco antes de su demolición, a fines de 1891, la mezzo soprano Claudine Verneuil sufrió un ataque de locura mientras representaba la opereta “Mousquetaires au couvent”, siendo de allí retirada e internada en el entonces llamado Hospicio de San Buenaventura.
Los primeros Juegos Florales realizados en Buenos Aires, fueron los que se celebraron en el teatro Opera el 12 de octubre de 1881. Los presidió el ex presidente de la Nación Nicolás Avellaneda, y el poeta Olegario Víctor Andrade que obtuvo la Flor Natural, eligió Reina del torneo a su hija Eloisa.
El Onrubia debía su nombre a quien lo mandara construir, Emilio Onrubia, hombre de fortuna, periodista y dramaturgo. Escenario de compañías españolas desde el principio y famosa sala por sus bailes de máscaras en noches de carnaval.
En el teatro Comedia, el 21 de junio de 1900, el actor Abelardo Lastra que interpretaba el papel de sargento mazorquero, murió repentinamente al finalizar el drama lírico “El chiripá rojo” de Enrique García Velloso, con música del maestro Antonio Reynoso (2).
El teatro San Martín también se había levantado sobre el terreno en el que anteriormente ocupara un gran corralón de maderas. En sus primeros tiempos fue el salón de patinaje conocido por “Skating Ring”, y más tarde el circo del famoso Frank Brown y de la que sería su esposa, la renombrada “ecuyére” y trapecista Rosita de la Plata. Este teatro se incendió en dos ocasiones, la segunda de ellas ocurrió el 2 de setiembre de 1891, suceso en que perdió la vida el corista Juan Spinelli, por querer salvar el dinero y las joyas que su mujer había dejado en el camarín.
Digamos por último, que el teatro Odeón fue mandado construir por el alsaciano Emilio Bieckert, acaudalado industrial cervecero, que al mismo tiempo hizo edificar toda la esquina de Corrientes y Esmeralda, donde conocimos al Royal Hotel y en su subsuelo, el Royal Keller. Esta sala fue inaugurada por la compañía dramática italiana de Giovanni Emmanuel y Virginia Reiter, a fines de 1892 con “La Dama de las Camelias”; y el 26 de mayo de 1897, al frente de la gran “Compañía dramática del teatro Español de Madrid” se presentaron en su escenario con “La niña boba”, de Lope de Vega, los inolvidables artistas María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, que tanta grata memoria dejaron en el público y sociedad de Buenos Aires.
Referencias
(1) Violinista y compositor español, nacido el 10 de marzo de 1844 en Pamplona. Su nombre completo fue Pablo Martín Melitón de Sarasate y Navascués. Formó parte de los más grandes violinistas de su época.
(2) Al respecto dice Enrique Puccia: “Lastra, que integraba la compañía y a quien le había correspondido el papel de sargento mazorquero, de gran gravitación en el desarrollo de la trama, se vio impedido de asistir a los ensayos, por cuanto se hallaba internado en un sanatorio, aquejado de un mal cardíaco, pero igualmente aprendió su parte “de memoria”. Tras varias alternativas y cuando todo hacía presumir que no sería de la partida, llegó la noche del estreno con Lastra en su puesto. La obra se fue desarrollando magistralmente, ante la contenida emoción de los espectadores, ganados por lo hondo del drama que se desenvolvía ante sus ojos. El final, que culminaba con la muerte del sargento a manos de la heroína, quien le clavaba un puñal en el pecho, arrancó sostenidas ovaciones, debiendo salir varias veces autores e intérpretes a agradecer las calurosas manifestaciones. ¿Todos los intérpretes?… Todos no, puesto que Lastra permanecía echado en el mismo lugar donde había fingido matarlo la dama unitaria. Caído definitivamente el telón, los compañeros se acercaron intrigados a inquirirle sobre su extraña actitud. Pero Lastra nunca más podría contestarles. Estaba allí, muerto, vencido por su mal y por su acendrado amor al teatro, razón de todos sus afanes en la vida. Así se cerró la etapa de Abelardo Lastra, un actor español que fue orgullo del teatro argentino”.
Fuente
Bosch, Mariano G. – Historia del teatro en Buenos Aires – Establecimiento Tipográfico El Comercio, Buenos Aires (1910)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Puccia, Enrique H. – Intimidades de Buenos Aires – Ed. Corregidor, Buenos Aires (1990).
Taullard, Alfredo – Historia de nuestros viejos teatros. Ed. Imprenta López, Buenos Aires (1932).
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