Las calles de nuestra ciudad son mucho más que un espacio para el tránsito. Son ámbitos de vida. Son marcos y registros del complejo devenir ciudadano. Podríamos decir que en ellas se condensa y se conmemora la historia de los pueblos.
La nomenclatura urbana nos puede contar mucho sobre nuestra historia, dado que una gran parte de los nombres de las calles tiene carácter conmemorativo, es decir, han sido elegidos para conmemorar personalidades, eventos y valores que se consideran importantes para la sociedad. El uso de la información contenida en los nombres de las calles permite medir variables culturales a nivel local, lo cual resulta muy útil dado el creciente interés por estudiar las causas y consecuencias de factores culturales. Los nombres de las calles no son aleatorios, sino que representan señas culturales de una ciudad y su historia. Reflejan las decisiones conmemorativas de cada ciudad a lo largo del tiempo y, como tales, pueden entenderse como un “manifiesto” sobre sus valores culturales, políticos y sociales. Llegan a constituir toda una historia colectiva, cuya memoria no se desea olvidar.
Antiguamente a las calles no se las conocía por nombre alguno ni las casas se numeraban. Cuando se quería referenciar un lugar, se mencionaban otros aspectos como la cercanía de una iglesia, la residencia de una familia notable, alguna pulpería, cruce de caminos o abrevadero de reses.
En el surgimiento de los nombres de las calles podríamos reconocer dos tendencias: una que obedece a una decisión popular, y otra que está ligada a las acciones y prerrogativas del gobierno. Para explicarlas, tendríamos que remontarnos a los orígenes de la ciudad. Así, a poco de la conquista, se fijaron los primeros nombres según los hechos de armas y las fundaciones religiosas o civiles.
En la época colonial, cualquiera podía colocar una placa o pintar en la pared algún nombre en la esquina de una calle para que se aceptara que esa era su denominación. Los testimonios indican que por esos tiempos la decisión sobre el nombre de las calles estaba nutrida de la imaginación popular, de los usos y costumbres y que a las autoridades no les quedaba más remedio que dar su anuencia ante hechos consumados. Esta acción tenía una espontaneidad que permitía el ingreso a la memoria de algún suceso, personaje, etc.
Desde mediados del siglo XIX hasta comienzos del XX, al extenderse la ciudad, en el oeste porteño se vio la necesidad de rotular calles de manera ordenada y, con posterioridad, proceder a numerar sus casas. En ese sentido se dieron los primeros pasos para elaborar un callejero que estuvo basado principalmente en la tradición oral ante la ausencia de nombres oficiales. La mayoría de los primeros nombres utilizados en bautizar las calles y plazas de nuestros barrios procede, evidentemente, de la denominación vulgar y espontánea que les adjudicaron sus habitantes. Así surgieron nombres tales como: “Camino a San Justo” (Av. Emilio Castro), “Camino de las Tropas” (Av. General Paz), “Camino Ancho” (Av. de los Corrales), “Camino a Cañuelas” (Av. Juan B. Alberdi), “Camino Real del Oeste” (Av. Rivadavia), “Camino del Matadero” (Lisandro de la Torre), entre otras.
Calles “federales”
Durante la época en que rigió los destinos de la patria el brigadier general Juan Manuel de Rosas la nomenclatura urbana fue objeto de algunos cambios, entre otros, el 28 de agosto de 1835 se nombró como “Camino del General Quiroga” el que uniría Rivadavia a San José de Flores y de “Federación” a de La Plata (ambos, tramos de la actual avenida Rivadavia).
Derrocado el gobierno de Rosas, en 1857 se impuso el nombre de Rivadavia a todo la extensión de la actual avenida y también, desde entonces y hasta muy entrado el siglo XX, se cambió la denominación a numerosas arterias de la ciudad que llevaban el nombre de federales ilustres: Agustín Mariano de Pinedo por Martínez Castro, Arana por Intendente Bullrich, General Costa por Aquino, Agustín Rabelo por Montenegro, Juan Bautista Bustos por José Barros Pazos, Del Restaurador por Soldado de la Frontera, José Rafael de Reyna por Guzmán,
Al respecto, hacia 1893 señalaba Adolfo Saldías: “Está bien, repito, que se honre hasta con el nombre de las calles a las más altas personalidades en las armas, en las letras, en la política, etc. Pero de aquí a decretar las celebridades a granel en un momento de simpatía o en un arrebato de partidismo hay una distancia inmensa”. De esta manera el Dr. Adolfo Saldías hacía referencia a la inclusión de apellidos muy ligados a las ideas políticas del momento.
En la actualidad Buenos Aires posee 2.165 calles, pero son pocas las que poseen nombre de destacados federales, pueden citarse: Heredia, Mansilla, Pacheco, Thorne y no muchas más. Ni siquiera Juan Manuel de Rosas posee una calle que lo recuerde.
Corvalán, familia de guerreros
En el nomenclador de la ciudad de Buenos Aires podemos hallar un puñado de calles denominadas con un apellido, y que homenajean a más de una persona. Las citamos a continuación, indicando entre paréntesis el número de individuos que evocan:
Bacon (2), Castex (2), Corvalán (6), Elía (2), Escalada (9), Esparza (4), Heredia (2), Ibarrola (2), Irigoyen (2), Lafuente (2), Laguna (2), Lanza (2), Lezama (2), Madariaga (2), Medina (3), Molina (3), Navarro (2), Olavarría (3), Olazábal (4), Peña (2), Pieres (2), Pinzón (2), Pizzurno (3), Quesada (4), Eugenio Ramírez (3), Robertson (2), Rojas (5), Sánchez (3), Saravia (3), Somellera (2), Urién (2), Varela (2), Viejobueno (3),
Entre ellas nos ocuparemos de Corvalán, calle que nace en la avenida Rivadavia al 10200, siendo uno de los límites de la plaza Ejército de los Andes, y finaliza en la avenida Francisco Fernández de la Cruz, extendiéndose a lo largo de 44 cuadras, atravesando los barrios de Villa Luro, Mataderos y Villa Lugano. Corvalán rinde homenaje a militares provenientes de una misma familia, a saber:
Eugenio Corvalán, nació en la ciudad de Mendoza en 1791. Participó en la expedición libertadora a Chile como capitán de la compañía de Zapadores del Ejército de los Andes, hallándose en las acciones de Chacabuco, Cerro del Gavilán, Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú. Ascendido a sargento mayor y partió a la expedición libertadora al Perú. Finalizó su carrera militar en 1823 con el grado de coronel. Falleció el 6 de marzo de 1858.
Gabino Corvalán, nació en Mendoza en 1792. Inició su carrera de las armas en 1812 en el Regimiento de Arribeños. Luego prestó servicios a San Martín en el Regimiento 2 de Mendoza, hasta 1817. Con el grado de capitán tomó parte en la expedición libertadora al Perú y más tarde a la de Ecuador, donde alcanzó el grado de teniente coronel. Al fallecer su esposa en 1825, al año siguiente se ordena como sacerdote. Falleció en Mendoza, el 24 de febrero de 1842, mientras desempeñaba la función de gobernador del Obispado de Cuyo.
Victorino Corvalán, nació en Mendoza el 25 de marzo de 1791. En 1816 formó parte del ejército de los Andes. Con el Regimiento de Granaderos a Caballo atravesó la cordillera por el Paso de los Patos. Se batió en Las Coimas y Chacabuco. Le tocó perseguir a los dispersos y fue el primero que entró a Santiago. Participó luego en las acciones contra Talca y Chillán, Curapaligüe, Cancha Rayada, Rancagua y Maipú. Falleció en Mendoza el 25 de marzo de 1854.
Mateo Corvalán, nació en Mendoza en 1792. Formó parte del Ejército de los Andes atravesando la cordillera en la columna que mandó el general Las Heras. Asistió a la batalla de Chacabuco y a las acciones militares de Curapaligüe, Cerro Gavilán, toma de Arauco, Concepción, Talcahuano, Cancha Rayada y Maipú. Finalizó su carrera militar con el grado de sargento mayor. Falleció en Chile.
Manuel de la Trinidad Corvalán, nació en la ciudad de Mendoza el 28 de mayo de 1774, Cuando se produjo la primera invasión inglesa, era reconocido el 8 de octubre de 1806, como porta-estandarte y alférez del cuerpo de Voluntarios Arribeños. En la segunda invasión británica, el subteniente Corvalán participó el 2 de julio de 1807 en el combate de los Corrales de Miserere, bajo las órdenes del general Liniers. En 1814 fue Teniente Gobernador de San Juan. Cuando San Martín salió de Mendoza para reconocer los campos del Sud, delegó el mando militar en el teniente coronel Corvalán. A mediados de 1823, ya con el grado de coronel, fue enviado a Chile con el fin de reclamar la bandera que perteneció al Ejército de los Andes, para ser conservada en Mendoza, cuna de aquella falange libertadora; comisión que Corvalán cumplió, regresando a su ciudad natal con tan preciosa reliquia. Fue edecán del coronel Manuel Dorrego. Acompañó luego a Juan Manuel de Rosas en su campaña contra el gobierno de Lavalle, y cuando el Restaurador triunfó, con fecha 1º de octubre de 1829, es reincorporado a la Plana Mayor del Ejército y promovido a coronel efectivo en el arma de infantería. Nombrado edecán de Rosas al asumir el mando el 6 de diciembre de 1829, acompañó a aquel gobernante cuando salió a campaña en 1831 con motivo de las operaciones contra el general Paz, en la provincia de Córdoba. En 1833 participó de la campaña al Desierto comandando el 4º Regimiento de Caballería. En 1835 Rosas lo designó su primer edecán, promoviéndolo a coronel mayor en 1837 en premio a su lealtad y a sus servicios. Con posterioridad fue ascendido al grado de general. Falleció en Buenos Aires el 9 de febrero de 1847.
La asociación Patricios de Vuelta de Obligado, con sede en el barrio de Liniers, próximamente lo homenajeará colocando una placa en su memoria en la esquina de Av. Rivadavia, donde nace la calle que evoca al prócer.
Los mencionados precedentemente eran todos hijos del capitán Domingo Reje Corvalán y Manuela de Sotomayor. La calle Corvalán también rinde homenaje al hijo del general Manuel de la Trinidad:
José Corvalán, nació en Buenos Aires el 15 de setiembre de 1802. Se incorporó como cadete al Regimiento de Cazadores a Caballo y luego se incorporó al Ejército del Perú actuando a las órdenes del general San Martín, hallándose en la acción de Pasco. En 1823 marchó por segunda vez a la campaña del Perú. En 1827 con el grado de capitán, actuó en la guerra contra el Imperio del Brasil. El gobernador Rosas lo nombró comandante del Fuerte Federación (hoy Junín). Participó en varias acciones contra el indio: Laguna de Gómez, Tranquera de Loreto. Falleció el 15 de diciembre de 1842.
Por medio de las señales que uno y otro dejaron en el pasado, tienen en el presente y tendrán en el futuro, accederemos al conocimiento de la realidad de cada momento en la existencia de los pueblos, de su cultura real o ideal, de su historia, el ambiente social, etc. La nomenclatura de las calles conserva las huellas de la historia.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Portal www.revisionistas.com.ar
Turone, Oscar A. – Corvalán, familia de guerreros, Buenos Aires (2022)
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