Artemide Zatti nació en Boretto (Reggio Emilia) el 12 de octubre de 1880, siendo sus padres Luigi Zatti y Albina Vecchi. No tardó en experimentar la dureza del sacrificio, tanto que a los nueve años ya se ganaba el jornal como peón. Obligada por la pobreza, la familia Zatti, a principios del 1897, emigró a Argentina, llegando al puerto de Buenos Aires el 9 de febrero de 1897 y estableciéndose en Bahía Blanca. El joven Artemide comenzó enseguida a frecuentar la parroquia dirigida por los Salesianos, encontrando en el párroco don Carlos Cavalli, hombre piadoso y de extraordinaria bondad, su director espiritual. Fue éste quien lo orientó hacia la vida salesiana. Tenía 20 años cuando entró en el aspirantado de Bernal.
Asistiendo a un joven sacerdote enfermo de tuberculosis, contrajo esta enfermedad. La paternal solicitud del P. Cavalli –que lo seguía de lejos– hizo que le buscaran la Casa salesiana de Viedma, de clima más propicio, y donde, sobre todo, había un hospital misionero con un estupendo enfermero salesiano que hacía prácticamente de “médico”: P. Evasio Garrone. Este invitó a Artemide a rezar a María Auxiliadora para obtener la curación, sugiriéndole hiciera esta promesa: “Si Ella te cura, tu te dedicarás toda la vida a estos enfermos”. Artémide hizo de buen gusto tal promesa; y se curó misteriosamente. Más tarde dirá “Creí, prometí, curé”. Estaba ya trazado su camino con claridad y él lo comenzó con entusiasmo. Aceptó con humildad y docilidad el no pequeño sufrimiento de renunciar al sacerdocio. Emitió como hermano coadjutor su primera Profesión el 11 de enero de 1908 y la Perpetua el 8 de febrero de 1911. Coherente con la promesa hecha a la Virgen, se consagró inmediata y totalmente al Hospital, ocupándose en un primer momento de la farmacia anexa, pero después, cuando en 1913 murió el P. Garrone, toda la responsabilidad del hospital cayó sobre sus espaldas. Fue en efecto vicedirector, administrador, diestro enfermero apreciado por todos los enfermos y por todo el personal sanitario, que poco a poco le fue dando mayor libertad de acción.
Su servicio no se limitaba al hospital sino que se extendía a toda la ciudad, y hasta a las dos localidades situadas en las orillas del río Negro: Viedma y Patagones. En caso de necesidad se movía a cualquier hora del día y de la noche, sin preocuparse del tiempo, llegando a los tugurios de la periferia y haciéndolo todo gratuitamente. Su fama de enfermero santo se propagó por todo el Sur y de toda la Patagonia le llegaban enfermos. No era raro el caso de enfermos que preferían la visita del enfermero santo a la de los médicos.
Artemide Zatti amó a sus enfermos de manera verdaderamente conmovedora. Veía en ellos a Jesús mismo, hasta tal punto que cuando pedía a las hermanas ropa para otro muchacho recién llegado, decía: “Hermana, ¿tiene ropa para un Jesús de 12 años?“. La atención hacia sus enfermos alcanzaba rasgos muy delicados. Hay quien recuerda haberlo visto llevarse a la espalda hacia la cámara mortuoria el cuerpo de algún acogido muerto durante la noche, para sustraerlo a la vista de los otros enfermos: y lo hacía recitando el De Profundis. Fiel al espíritu salesiano y al lema dejado como herencia por D. Bosco a sus hijos –“trabajo y templanza”– desarrolló una actividad prodigiosa con habitual prontitud de ánimo, con heroico espíritu de sacrificio, con despego absoluto de toda satisfacción personal, sin tomarse nunca vacaciones ni reposo. Hay quien ha dicho que sus únicos cinco días de descanso fueron los que transcurrió…¡en la cárcel! Sí, conoció también la prisión por la fuga de un preso recogido en el Hospital, fuga que se la quisieron atribuir a él. Salió absuelto y su vuelta a casa fue un triunfo.
Fue hombre de fácil relación humana, con una visible carga de simpatía, alegre cuando podía entretenerse con la gente humilde. Pero sobre todo, fue un hombre de Dios. Artemide, lo irradiaba. Un médico más bien incrédulo del Hospital, decía: “Cuando veía al señor Zatti, vacilaba mi incredulidad”. Y otro: “Creo en Dios desde que conozco al señor Zatti”.
En 1950 el infatigable enfermero cayó de una escalera y fue en esa ocasión cuando se manifestaron los síntomas de un cáncer que él mismo lúcidamente diagnosticó. Continuó sin embargo cuidando de su misión todavía un año más, hasta que tras sufrimientos heroicamente aceptados, se apagó el 15 de marzo de 1951, a los setenta años de edad, con total conocimiento, rodeado del afecto y del agradecimiento de toda la población.
Sus restos se hallan en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el Instituto San Juan Bosco de Viedma. En esa misma ciudad un hospital lleva su nombre como también una avenida, un barrio, una escuela y una capilla.
Canonización
En 1976 se solicita a la Confederación Episcopal Argentina la introducción de la Causa. El 31 de mayo de 1977 el Obispo de Viedma solicita a la Congregación para las Causas de los Santos la autorización para iniciar la Causa, la cual es concedida el 1º de junio de 1979.
El 22 de marzo de 1980 se abre el Proceso de Reconocimiento en Viedma. Y el 24 de mayo de 1981 se eleva lo actuado a la Congregación romana. El 10 de diciembre se trasladan los restos a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en la Parroquia San Juan Bosco de Viedma.
En marzo de 1985, tras ser declarado válido el Proceso de Reconocimiento, la Causa es confiada al Relator General, que termina su informe en junio de 1990. El 7 de julio de 1997 Artemide Zatti es declarado Venerable.
El 14 de abril de 1998 se establece el Tribunal Eclesiástico en Buenos Aires para estudiar el presunto milagro. Y el 27 de noviembre la Congregación para las Causas de los Santos aprueba lo actuado.
El 29 de marzo del año 2000 este milagro es aceptado por los expertos. El 24 de abril del 2001 el Papa firma el decreto de conclusión de la causa de beatificación. Hacia el 14 de abril de 2002 Artemide Zatti es declarado Beato.
El 9 de abril de 2022 se promulgó el decreto relativo al milagro atribuido al beato Artemide Zatti, lo que abrió el camino para su canonización. La fecha del evento presidido por el Papa se llevó a cabo el 9 de octubre de 2022 en una celebración en Roma. Así lo había anunciado Francisco en el consistorio realizado el 27 de agosto del mismo año, donde creó veinte nuevos cardenales. Junto a Zatti será canonizado también Juan Bautista Scalabrini, el “santo de los migrantes”.
Don Zatti será el tercer santo argentino y un santo muy especial para la Familia Salesiana. Hasta el momento, los santos “salesianos” han sido fundadores de congregaciones —como el P. Murialdo, Madre Mazzarello o el mismo Don Bosco—, acompañantes espirituales —Don José Cafasso—, jóvenes oratorianos —Domingo Savio— y mártires —los salesianos Versiglia y Caravario.
Cincuenta años de vida entregada a la atención de personas enfermas en contextos de vulnerabilidad le valieron la santidad. Su alegría, diligencia y entusiasmo se esparcen desde Boretto, su lugar de nacimiento en Italia, y desde Viedma, la tierra donde entregó su vida, al mundo entero.
Fuente
Boletín Salesiano – Don Bosco Argentina, Buenos Aires (2022).
Bollettino Sala Stampa – Santa Sede, Roma (Italia)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Diócesis de Viedma, Provincia de Río Negro, Argentina.
Noriega, Néstor Alfredo – Artémides Zatti, Ed. Didascalia, Rosario (2001)
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