A comienzos de la década de 1840, Domingo Faustino Sarmiento, en su condición de desterrado, decidió fugarse a Chile y continuar fustigando al gobierno federal de Juan Manuel de Rosas. No es ésta la ocasión de puntualizar qué hizo o qué no hizo Sarmiento desde el momento en que se fue al país trasandino, si bien no queremos dejar pasar un episodio: el sanjuanino entra a Chile el 19 de noviembre de 1840, y en plena cordillera se detiene ante la saliente de una roca, donde grabó la expresión “no se matan las ideas”. Sarmiento habría sido el hazmerreír de todos si tenemos en cuenta que fue él quien mató sus propias ideas al incorporarse al partido conservador chileno, rival del partido liberal y, lógicamente, de las consignas que Sarmiento quería imponer en Argentina.
Situados casi en la misma época, el general Manuel Oribe, con el apoyo de Rosas, pone sitio a la ciudad de Montevideo en 1842, la cual estaba ocupada por el general Fructuoso Rivera, quien había recibido ayuda de las tropas imperiales del Brasil desde antes de 1838 para poder acceder a la presidencia del Uruguay. Y el bloqueo francés en el Río de la Plata, que comenzó en 1838 y permaneció hasta 1840, también hizo lo suyo, dado que imposibilitó por dos años a Oribe el pedir ayuda al Restaurador de las Leyes para lanzarse contra Rivera y vencerlo.
En 1841, el general Juan Lavalle era derrotado, perseguido y muerto al norte del país, y con ello se dio por tierra a las grandes aspiraciones unitarias de instaurar un gobierno liberal apoyado internacionalmente. Pero las acechanzas estaban a la orden del día, por desgracia.
El régimen rosista lidiaba, pues, con una situación que a veces se tornaba favorable y otras no tanto. Pensemos un momento bajo qué situación de extrema anarquía Juan Manuel de Rosas había decidido tomar las riendas del país para salvarlo de la fragmentación. Sin embargo, será la ingratitud de los “iluminados” la que, en la hora sublime de la salvaguardia, negará el apoyo a sus compatriotas para plegarse a las potencias imperiales del momento.
Es evidente que, detrás de la mendaz vertiente de opiniones adversas que cayeron sobre el federalismo gobernante, se ocultaron todos los aspectos positivos que dicha administración pudo desplegar hasta 1852. Si existe una manifiesta intención de parte de los vencedores de Caseros, esa fue la de eliminar toda pista que lleve a echar luz sobre las acciones solidarias y humanitarias que el rosismo evidenció.
La Confederación Argentina se solidariza con Hamburgo
Según Sarmiento, como así también para el elenco que le caía simpático, el gobierno de Rosas era “bárbaro” y “déspota”, cuya conducta estaba signada por el “terrorismo de Estado”.
Johann Christian Zimmermann era un germano nacido en 1786 en un poblado llamado Eckenhagen, al sur de la cuenca del Ruhr. A comienzos de 1816, o principios del año siguiente, llega a Buenos Aires proveniente de los Estados Unidos, quizás por haberse dedicado al comercio marítimo de exportación e importación. En 1827, se casa en aquélla ciudad con su cuñada Luisa María Halbach, en segundas nupcias. Desde el año 1830 que Zimmermann es el cónsul de la ciudad alemana de Hamburgo en Buenos Aires.
Transcurren largos años, hasta que en 1842 llegan a la cuenca del Plata las noticias de un terrible incendio desatado en Hamburgo que, sin lugar a dudas, marcará un antes y un después en su historia. El siniestro se inició el 5 de mayo de aquél año, y se extenderá por durante tres días más, destruyendo prácticamente dicha ciudad, llevándose reliquias, monumentos, casas, tiendas y vidas humanas.
El fuego tuvo su epicentro en un almacén, y a causa de la sequedad y del fuerte viento, la ciudad no tardó mucho en convertirse en una hoguera. Para el día 8 de mayo, los bomberos habían logrado circunscribir el foco principal del incendio, aunque los últimos bomberos recién se retiraron el 1° de julio. La tragedia reportó unas 50 personas fallecidas y alrededor de 30.000 personas huérfanas de sus hogares. Respecto a los daños materiales, un total de 90 millones de marcos se pudieron contabilizar. Toda Europa quedó conmovida por el suceso, al punto de organizar toda clase de auxilios en ayuda de la afectada ciudad.
Lejos, muy lejos de la prédica envenenada del obnubilado Sarmiento y sus acólitos, la Confederación Argentina, meses más tarde, hizo un generoso ofrecimiento monetario en ayuda de los desguarnecidos habitantes de Hamburgo. Tres mil pesos fuertes de la época se destinaron a tierra germana, gesto que fue agradecido enormemente por el antes nombrado cónsul de Hamburgo en Buenos Aires, Johann Christian Zimmermann, quien todavía en 1842 ostentaba dicha investidura.
En carta fechada el 30 de agosto de 1842, esto expresaba Juan Zimmermann (tal la traducción de su nombre al español) a don Juan Manuel de Rosas y, en su nombre, al gobierno de la Confederación Argentina:
“Exmo. y venerado Señor
Tengo el honor de acusar recibo de su apreciable Nota, fecha de ayer, acompañando Tres Mil Pesos cantidad en que como un amigo de Hamburgo se dignó suscribir una de las listas que a favor de los Desgraciados de aquella Ciudad me havia permitido remitirle.
Aunque V. E. haya querido disimular su venerado nombre ès el que ha substitudo tan halagüeño para mi, como sera grato al Gobierno de Hamburgo, aumentando el reconocimiento que se le debe por su generoso socorro. En este concepto no puedo omitir acompañar al Senado una Copia de la fina nota con que me ha honrado.
Querra V. E. persuadirse de los sentimientos con que de nuevo le saludo con la mayor veneracion como su muy affecto y attento servidor.
Juan Zimmermann
Casa de V. E. a
30 Agosto 1842
Exmo Sor. Dn Juan Manuel de Rosas.”
¿Cuántas familias en Hamburgo habrán recibido la ayuda económica del gobierno criollo de la Confederación Argentina, que no tenía paz y que, de tanto en tanto, era asediado por guerras arbitrarias provenientes desde todas las direcciones? La tierra del “atraso” y la “barbarie” daba un ejemplo inconmensurable de caridad y humanidad al mundo del progreso y del adelanto.
Fuente
Archivo General de la Nación, “S. X. 24-5-3. B. Correspondencia de Rosas con varios. 1832-1850”, Buenos Aires.
Beccar Varela, Alfonso M. – “Patricio Joseph Julián Lynch y Roo (1789-1881)”, Noviembre 2006.
Portal www.revisionistas.com.ar
Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, N° 23, Enero-Diciembre 1963.
Rivas, Marcos P. – “Sarmiento. Mito y Realidad”, A. Peña Lillo Editor, Buenos Aires, 1960.
Turone, Gabriel O. – 1842, Hamburgo recibe ayuda argentina – Buenos Aires (2008)
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar