Luan Lauquen en lengua mapuche significa “laguna del guanaco” y es un parque ubicado en la actual provincia de La Pampa, cerca de la ciudad de Winifreda, a unos 40 kilómetros al norte de Santa Rosa (la capital provincial) y a unos 150 kilómetros al oeste de Trenque Lauquen. En 1879, la columna Trenque Lauquen de la 5º División del Ejército, bajo las órdenes del coronel Hilario Lagos en el avance hacia el Río Negro, alcanzó este lugar (Luan Lauquen), el 23 de mayo.
Pertenecía a los Territorios Nacionales como siendo “tierra libre de indios”. El lugar estaba muy retirado de la línea de fortines de frontera que se extendía entre Guaminí y Trenque Lauquen. Las campañas al desierto habían terminado y nadie dudaba que una nueva era de paz y trabajo había llegado a esa zona fronteriza, pero un suceso trágico hizo desaparecer esa certeza.
Luan Lauquen, fue el sitio donde terminaron sus vidas el 20 de abril de 1883, un muy conocido estanciero de Cañuelas, William Mc Clymont; su capataz; el escocés Alexander Mc Phail; su amigo, Andrew Purvis; y al menos cuatro “peones”. El acontecimiento causó una gran impresión en aquella época, no solamente en Buenos Aires, sino también en los propios pagos locales. Tanto es así, que hasta muy recientemente los viejos relatores de la historia local se referían a esos acontecimientos como un hito cronológico “un antes” o “un después” de la muerte del “inglés”.
William Mc Clymont o “don Guillermo” como todos lo llamaban, había nacido el 18 de julio de 1834 en la colonia escocesa de Santa Catalina de Monte Grande, cerca de Buenos Aires, y fue bautizado bajo el rito de la religión presbiteriana escocesa. Sus padres, John Mc Clymont y Catherine White, habían emigrado de Ayrshire en 1825 en el buque “Synnetri”, junto con otros 250 escoceses, y eligieron Monte Grande para establecerse.
La colonia era en realidad una empresa comercial organizada por dos hermanos, los Robertson, que compraron la tierra y se la alquilaban a ocho granjeros entre los cuales se hallaba John Mc Clymont y sus cuñados William y James White, La colonia estaba bien organizada en base a la tradición de las comunidades agrícolas escocesas, y los colonos eran muy trabajadores y perseverantes, conforme al mejor uso escocés. Así la colonia adquirió gran prosperidad en pocos años pero, circunstancialmente, se vio envuelta en una contienda a causa de un conglomerado de razones políticas, sociales y económicas aunque la más importante de todas fue el estallido de la Guerra Civil entre los partidarios de Juan Manuel de Rosas y los de Lavalle.
En ese tiempo nació William y en Monte Grande ya sólo quedaba un pequeño grupo de colonos. La familia Mac Clymont permaneció en este sitio hasta 1841, cuando John adquirió la estancia la Cabaña, en Cañuelas, que había pertenecido a John Miller, y que limitaba con su otra estancia más conocida: La Caledonia.
No se sabe mucho de la niñez de William Mc Clymont. Tal vez haya sido educado en la escuela escocesa e San Andrés, que había fundado su tío Roberto. Se sabe, sin embargo, que varios chicos de Mac Clymont fueron allí pensionados cerca de 1840. En 1858, su padre le cedió la estancia El Totoral, muy cerca de Guardia del Monte, bajo la condición de que debía administrarla él mismo, como realmente lo hizo.
El 17 de junio de 1863, William contrajo matrimonio con Lucinda, la hija de Andrew Miller, que era el encargado de La Caledonia, por cuenta de su hermano John. Los recién casados fueron a vivir primero al Totoral pero en 1869 se mudaron a La Caledonia, que William había vuelto a comprar para su mujer, veinte años después que la viuda de John Miller la hubiese vendido. La estancia permaneció en manos de la familia Mac Clymont durante casi otro siglo.
Según relatos y fotografías de la época, William Mc Clymont era alto y bien parecido, con ojos azules de penetrante mirada, de cabello y barba rojos. Al igual que sus antepasados escoceses, poseía espíritu de pionero. Llegó a ser conocido como un hábil ganadero y amasó una considerable riqueza, incluso varias estancias. Dentro de la comunidad escocesa fue respetado por su noble carácter, y su esposa se refería a él, como hombre de profunda fe religiosa. Para la gente de Cañuelas, Mc Clymont constituía una figura familiar, que gustaba cabalgar vigilando sus tierras, con sus largas piernas asomando bajo la monta de su caballo. Su generosidad para con los necesitados le valieron ser localmente reconocido como “el padre de los pobres”.
Tenía un carácter aventurero, amante de las carreras cuadreras y comprometido en la política vecinal, cosa que todo habitante de origen británico trataba de evitar y así fue que en 1874 colaboró con la campaña del general Mitre, hasta el punto de enviarle un grupo de peones armados con lanzas de tacuaras y tijeras de esquilar. Luego de la derrota de Mitre, Mc Clymont fue a prisión, por razones políticas, durante varios meses. Más tarde su suerte cambió al darle su apoyo al general Roca, y fue recompensado con el obsequio de una magnífica montura de plata que perteneció a la familia hasta que fue donada al Príncipe de Gales, cincuenta años después.
Hacia 1883, la Argentina había alcanzado cierta estabilidad política, la cual promovió un período de paz y prosperidad. Por entonces William contaba con 48 años y vivía con holgura en su muy segura y recientemente modernizada estancia La Caledonia. Dos acontecimientos interrumpieron su pacífica vida. Primero, una larga serie de días de lluvia inundaron su campo hasta el punto de que muchas ovejas murieron ahogadas. Ocurrió luego que el Gobierno ofrecía en venta, por un precio irrisorio, grandes lotes de campo “libres de indios” en los nuevos Territorios Nacionales.
Mc Clymont respondió de inmediato, hipotecó sus estancias y compró 50.000 hectáreas de campo en Luan Lauquen. Se trataba de una inversión con futuro, puesto que el ferrocarril ya llegaba hasta 9 de Julio, y se proyectaba su extensión hasta Trenque Lauquen.
En poco tiempo la inquietud de Mc Clymont lo condujo a la tragedia. Sin tomar en cuenta el consejo de sus amigos, no quiso esperar a que sus dos hijos mayores regresaran de Escocia, donde se hallaban estudiando, y decidió partir solo hacia el oeste para asentar en su nueva propiedad 10.000 cabezas de ganado. Ante rumores que la zona no estaba totalmente libre de indios, Mc Clymont resolvió pedir ayuda militar al presidente Roca pero éste lo rechazó con el argumento de que no estaba dispuesto a dispersar soldados en cada establecimiento de frontera. Resolvió entonces Mc Clymont tomar un grupo de hombres, entre ellos al capataz escocés Alexander Mc Phail, compañero de estancia Andrew y nueve o diez peones, todos ligeramente armados.
Desde la terminal del ferrocarril en 9 de Julio, viajaron hacia el oeste con el ganado y carros de bueyes llenos de provisiones y postes de alambrado. Pasaron a través del más avanzado establecimiento civilizado, hacia el oeste: Trenque Lauquen, y se adentraron en la actual provincia de La Pampa. La mayoría de ellos no regresaría jamás.
Pocos días después, uno de los peones de Mc Clymont regresó a Trenque Lauquen porque se había herido, involuntariamente, con un cuchillo. Contó que los demás estaban bien y trabajando en el oeste conforme lo habían decidido. Pero la noche del 21 de abril, regresaron otros dos peones, Oriza y Urquiza, esta vez con alarmantes noticias.
Informaron al comisario Sustaita que Mc Clymont y su gente habían chocado con un grupo de indios y estaban en peligro. El día anterior, a las 7 de la mañana, Mc Clymont y sus hombres habían llegado a un despoblado a unos 20 kilómetros al oeste de su punto de destino, Luan Lauquen, cuando avistaron una tropilla de caballos y se detuvieron. Observaron que dos indios, casi desnudos, corrían a esconderse en un bosque. Fueron perseguidos por el grupo que estaba conformado por unos cincuenta hombres, la mayoría indios, y entre ellos dos desertores del Ejército.
Se inició entre ellos una violenta lucha; la gente de Mc Clymont estaba armada y a caballo, mientras que sus adversarios estaban de a pie. Los soldados desertores portaban rifles Remington y los indios tenían sólo lanzas, que de a pie no podían utilizar eficientemente. No fue, por lo tanto, una sorpresa que al principio de la lucha resultase favorable a Mc Clymond, hasta que el peón que guardaba los caballos, equivocadamente, los dejó ir al lugar de la pelea. En aquél momento un grupo de unos doce indios tuvo éxito en apoderarse de sus propios caballos.
En vista de ello, Mc Clymont dio orden de abandonar la refriega y ponerse al galope hacia Trenque Lauquen, perseguidos por los indios con sus caballos descansados, mientras que los de Mc Clymont pronto comenzaron a sentir el cansancio. Alexander Mc Phail era un hombre muy pesado y su caballo fue el primero en aplastarse. Por un tiempo Mc Phail pudo correr al lado del caballo de Mc Clymont, sujetándose de la silla, pero pronto se cansó y rogaba que se lo abandonase a su suerte. Ese pedido era para permitir que los demás tuviesen mayor oportunidad de escapar.
Mc Clymont no lo quiso así; ordenó a sus hombres que desmontasen, a excepción de los dos que fueron enviados a Trenque Lauquen en busca de ayuda. Los nueve restantes, pusieron sus caballos en círculo y los mataron para poder ponerse, aunque precariamente, a cubierto detrás de ellos. Los indios cargaban sobre el grupo cuando los dos que salieron en busca de ayuda los vieron por última vez.
Habiendo escuchado estas noticias, el comisario Sustaita reunió a su gente, pero se dio cuenta de que eran muy pocos para intentar un rescate. No había tropa en Trenque Lauquen, sino sólo algunos voluntarios, encabezados por un noble alemán (Carlos Kienast), que decidieron unirse a la gente del comisario Sustaita. Se reunió, entonces, una tropa de 18 hombres, fuertes y bien armados, que de a caballo se dirigieron hacia Luan Lauquen.
Entre tanto, se informó por telegrama a Buenos Aires de la lucha que se estaba librando y también se anotició de los sucesos a Lucinda, la esposa de Mc Clymont, quien le rogó al presidente Roca que hiciera todo lo posible para ayudar a su marido y a su gente. Al estar, en aquel tiempo, la mayoría de los puestos militares de frontera fuera del alcance del telégrafo, se despacharon mensajeros que llegaron el 24 de abril, cuatro días después de papelea, a los fuertes Coronel Campos y General Acha, con las órdenes de actuar.
Se envió al mayor Méndez con 50 hombres del Primer Regimiento al lugar de la lucha, mientras, por otra parte, se le ordenó al mayor Alba ir con otros 50 soldados del Primer Batallón hacia el oeste, para cortar la retirada de los indios. Cuando el mayor Méndez llega a Luan Lauquen, se encontró con que el comisario Sustaita había llegado, el 23 de abril, demasiado tarde para el rescate.
William Mc Clymont, Alexander Mc Phail, Andrew Purvis y cuatro peones habían sido muertos en manos de los indios. Mc Clymont tenía seis terribles heridas de lanza; Purvis tenía una bala en el hombro derecho y luego había recibido muerte con las lanzas. La policía los enterró a todos en el lugar y regresó a Trenque Lauquen.
Aparentemente los indios se habían retirado hacia las colinas conocidas como de Pincén, en recuerdo del cacique de ese nombre, llevándose con ellos 100 caballos de Mc Clymont. Fueron perseguidos por el mayor Alba y por 10 hombres del Primer Regimiento, bajo las órdenes del alférez Lucero, que estaba de regreso hacia el este de Victorica. La tropa alcanzó a los indios en su huida y, en esa oportunidad, se veían sobrepasados en número. Hubo una serie de encuentros, durante los cuales muchos de los indios fueron muertos.
El cuñado de William Mc Claymont, Alexander Miller, y el hermano de Andrew Purvis, salieron hacia el oeste a recobrar los cadáveres. Mc Clymont fue fácilmente identificado por el oro con que tenía arreglado sus dientes. Sus restos, juntamente con los de Purvis y Mc Phail fueron trasladados a Buenos Aires y se les dio de nuevo sepultura en una gran ceremonia que tuvo lugar el 20 de mayo en el viejo Cementerio Británico de la calle de la Victoria.
El acta de defunción señala lacónicamente: “causa de muerte: matado por los indios”. La lápida de William Mc Clymont, ahora en el Cementerio de la Chacarita, tiene el siguiente epitafio: “In Memoriam del Sr. Mc Clymont. Murió el 20 de abril de 1883, a la edad de 48 años. Las almas de los justos están en las manos de Dios, en ellas el mal no les tocará” (traducido del inglés); la de Mc Phail es más explícita: “Consagrado en memoria de Alejandro Mc Phail, oriundo de Mull Agyleshire, Scotland, que fue muerto por los indios en Luan Lauquen, el 20 de abril de 1883, a la edad de 40 años”. Se agregó “… No tengáis miedo, Soy yo (también traducido del inglés).
¿Fueron realmente los indios los que los mataron? Había quienes tenían dudas sobre esta cuestión y conviene recordar que inmediatamente después de la tragedia, corrieron rumores que los asesinos de Mc Clymont y sus hombres no fueron los indios sino forajidos o “gauchos malos”.
Se ha señalado que grupos numerosos de indios no podían haber sobrevivido luego de las campañas al desierto. En contra de esa sospecha se erigen los telegramas oficiales de las autoridades policiales y militares que siempre señalan a los indios como autores de los asesinatos y que, por cierto, no beneficiaba a un gobierno sumido en tantos problemas. Por otra parte, los líderes de las pandillas indias se identificaron como capitanejos Brejo, Peines, Grandicuin y Nelipan.
No hay testimonios de que esos indios vivieran en el área, sino más bien debe suponerse que estuviesen cruzando el desierto provenientes de las estribaciones de los Andes o aun de Chile. Otras redadas de indios fueron citadas en 1883 y existe un informe excelente realizado por un viajero norteamericano llamado Newbery, titulado “Pampas Grass” y editado por Guarania en 1953.
Hubiera sido o no responsabilidad de los indios, la batalla de Luan Lauquen fue sin duda la última y mayor de las ocurridas en el oeste de la Argentina y determinó que las autoridades incrementasen la actividad militar y extendiesen la red telegráfica. Poco después el ferrocarril alcanzó el “lejano oeste”, y el territorio quedó totalmente poblado. En ese sentido, la tragedia de Luan Lauquen sirvió a otro propósito.
En noviembre de 1981, la ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa, perpetuó la memoria del incidente con la designación de una de sus calles con el nombre de Guillermo Mc Clymont.
Fuente
Cobbol, Petter (familiar de Mac Clymont)
Mayo, José F. – Un titán del desierto, Gral. Conrado E. Villegas
Colaboración Patricia Cabeza Miró – Trenque Lauquen.
Portal www.revisionistas.com.ar
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar