Reformas masónicas de 1906

Dr. José Figueroa Alcorta (1860-1931)

Dr. José Figueroa Alcorta (1860-1931)

 

Que la masonería ha estado detrás de los acontecimientos más trascendentes de nuestra historia como nación, colocando a sus agentes internos y externos en lugares y posiciones estratégicas para el perjuicio del país, no quedan dudas al respecto, si bien la orden siempre trató de ocultar las pruebas de su inmoral conducta.  Merced a tal actitud –la de esconder el oprobio-, la masonería suele moverse despreocupada y con el poder de su lado, obviándose sus históricas estafas al suelo patrio.

 

Por fortuna, no todos dejan pasar por alto lo que ha hecho la masonería en Argentina, y buscando notas o información seria advertimos sobre su satánica labor en pos del envilecimiento colectivo.

 

En septiembre de 1906 gobernaba el país José Figueroa Alcorta, un hombre de la aristocracia que también fue masón.  Se inició, al parecer, en la provincia de Córdoba, bajo los auspicios de la logia Piedad y Unión N° 34, para más tarde hacerse miembro de la logia Bernardino Rivadavia N° 174, de Buenos Aires.  Estos datos, que no son menores, nos pueden ayudar a comprender el por qué tuvo lugar en Buenos Aires, en el mismo mes y año, el Congreso Nacional del Librepensamiento y el Congreso Masónico Sudamericano.

 

En el primero de ellos, el comité organizador se formó en las instalaciones del Gran Oriente Argentino, el cual estaba presidido por el diputado nacional Emilio Gouchón, quien por obediente tenía el grado de Soberano Gran Comendador.  También formaban parte de aquél los masones Agustín Álvarez, hombre del Consejo de Guerra y Marina; Alfredo L. Palacios, el diputado socialista y venerable maestro de la logia Justicia; Leopoldo Lugones, inspector de enseñanza; el contraalmirante Enrique Howard; Alejandro Sorondo, Francisco Barroetaveña, Ignacio de Irigoyen, Adolfo Mujica, Isidro Mazza y Eliseo Cantón, todos ellos diputados nacionales; el teniente coronel José M. Silva, y varios más.

 

El lúgubre Congreso Nacional del Librepensamiento abrió sus sesiones con la palabra de un ex ministro de Instrucción Pública, el Gran Maestre Juan Balestra.  El discurso giró en torno al “significado y las aspiraciones de la masonería”.

 

Contra la Iglesia y contra el Ejército

 

Como es de suponerse, los masones allí reunidos pergeñaron un plan para subvertir la cultura y las tradiciones y las instituciones. En cuestiones que tenían que ver con el “Derecho Internacional”, sugerían el “estudio de los métodos más eficaces para obtener la supresión de los ejércitos permanentes” y “la negación de la existencia del Pontificado como poder político internacional”. Otro punto bregaba por la “supresión de las llamadas leyes de excepción de carácter político o religioso”.

 

Tan virulento como los puntos anteriores fue lo planteado para cuestiones relacionadas al “Derecho Público”, donde alentaban la separación absoluta del Estado y la Iglesia, anunciando entre otras cosas:

 

1) Monopolio completo del Estado laico en la instrucción pública.

 

2) La beneficencia laica debe estar a cargo del Estado: hospitales, asilos, escuelas.

 

3) Prohibición de procesiones religiosas por las calles.

 

4) Abolición del juramento religioso en todos los actos públicos.

 

5) Separación de la Iglesia y el Estado.

 

6) Limitación del derecho de propiedad de las asociaciones religiosas a las solas necesidades del culto.

 

7) Supresión de las Órdenes monásticas.

 

8)Supresión de las fiestas religiosas en el calendario del Estado.

 

9) Supresión absoluta de todo privilegio o excepción a favor de los individuos que hagan un medio de vida del ejercicio de un ministerio religioso.

 

Asimismo, plantearon una serie de cambios sociales y jurídicos, donde demostraban una intolerancia rayana en el escándalo.  Ellos autoproclamaban la prohibición de aquellos testamentos “in artículo mortis” que se mostraban a favor de instituciones religiosas, mientras que argumentaban que la enseñanza católica era un “peligro social”.  En otro párrafo decían que “el catolicismo es la principal causa del atraso en que se encuentra la América Latina”.

 

Soñaban, además, con un retorno a las leyes de la reforma eclesiástica que impuso el también masón Bernardino Rivadavia en los primeros años de la década de 1820, mientras que revestía un carácter contrario al “bienestar general” el que se hagan donaciones de tierras públicas a las instituciones religiosas.  Y algo más: desde 1906 que los masones querían abolir el clero castrense.

 

Exhibidos estos puntos, el Congreso Nacional del Librepensamiento terminó con una ruidosa manifestación de varios miles de personas que marchaban por la avenida de Mayo, el 20 de septiembre de 1906.  Pero la prensa también se hizo eco de este sacrilegio.  Así, el diario La Nación, de Bartolomé Mitre, en su edición del 30 de septiembre del mismo año publicó lo que sigue: “Tenían los librepensadores tal hambre de expansión intelectual que, llegado el momento, no han sabido tolerar ninguna idea contraria a las que profesaban las tres sectas: masónica, socialista y anarquista allí representadas.  Los masones y anarquistas confraternizaban en diálogos singulares que hacían un fondo débilmente sonoro a la palabra vibrante de los iluminados profetas socialistas que tronaban en la tribuna.  Los silbidos, las protestas y los insultos llovían sobre la cabeza de todo hombre que, no siendo masón ni socialista ni anarquista, pretendía –el muy insolente- manifestar libremente sus ideas.  Así, cuando alguien pretendió decir dos palabras favorables al patriotismo, la barra y muchos capitanejos del congreso, no lo dejaron hablar; pues todo lo que no encaja en el dogmático color masón-anárquico-socialista es una blasfemia, un atentado criminal contra el librepensamiento”.

 

El Congreso Masónico Sudamericano

 

Concluido el Congreso Nacional del Librepensamiento, a la semana se celebró el Congreso Masónico Sudamericano.  Se sabe poco acerca de este último, pues la reunión de los librepensadores –que como bien lo reflejaba la crónica de La Nación, los únicos con derecho a pensar fueron ellos mismos- se trató de una “tenida blanca” publicitada y abierta, mientras que el evento de los masones sudamericanos fue, más bien, secreto y privado.

 

Sí se supo que quien comandaba el Congreso Masónico Sudamericano, era el secretario de la Cámara de Diputados de la Nación y Soberano Gran Comendador de la masonería, doctor Alejandro Sorondo, y que asistieron algunos delegados del Gran Oriente Argentino, como ser Agustín Álvarez, Carlos Mayer, Pablo Barrenechea, etc., etc.

 

Como se encontraron masones de todo el continente sudamericano, entre las directivas fijadas en el congreso se estableció que “la masonería latinoamericana por todos los medios a su alcance, combatirá la propaganda clerical y el establecimiento y desarrollo de las congregaciones religiosas; aunando esfuerzos para su expulsión de estos países”. Y, seguidamente, propiciaban discriminaciones alevosas, a saber:

 

A) Los masones no harán educar a sus hijos en colegios dirigidos por corporaciones religiosas.

 

B) Los masones influirán para que sus esposas no se confiesen, y prohibirán a sus hijos que lo hagan.

 

Su prédica se infiltraba en los partidos políticos, pues llamaban a afiliar a los miembros de la orden únicamente en aquellos partidos que defendían sus ideas y que, en la práctica, votasen a favor de: 1) La separación de la Iglesia del Estado; 2) La expulsión de las congregaciones religiosas; 3) El registro civil; 4) El matrimonio civil y el divorcio; 5) La instrucción puramente laica; 6) El servicio de hospitales por enfermeras puramente laicas; 7) La supresión del clero castrense y demás leyes clericales.

 

Cómo última referencia al Congreso Masónico Sudamericano, allí se comprometieron a actuar “en el mundo profano de acuerdo a los principios de la masonería, debiendo ser castigados con todo rigor de la ley masónica, los que violen ese compromiso de honor”.  Hasta se obligaban y alentaban a trabajar para que toda legación ante el Vaticano sea eliminada, “no reconociendo al Papado como potencia internacional”.

 

Fuente

Caro, José M. “El Misterio de la Masonería”, Editorial Difusión, Buenos Aires, 1926.

Lappas, Alcibíades. “La Masonería en la Argentina a través de sus Hombres”, Argentina, Octubre 1958.

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Rottjer, Aníbal A. “La Masonería en la Argentina y en el Mundo”, Editorial Nuevo Orden, Buenos Aires 1973.

Turone, Gabriel O. – Congresos masónicos en el gobierno del Dr. Figueroa Alcorta.

 

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