Las largas luchas que la Nación Argentina enfrentó durante el siglo XIX produjeron acciones humanas que el tiempo ha ido relegando al castigo del olvido o a una escueta citación en los libros de historia. El 5 de febrero de 1856, trescientos cincuenta y dos soldados italianos bajo el mando del coronel Silvino Olivieri, llegaban por vía marítima a la actual ciudad de Bahía Blanca, al sur de Estado de Buenos Aires. En ésa época la ciudad era un pobre caserío que rodeaba a un viejo fuerte llamado “Argentino” que enfrentaba la inmensidad de la pampa y el peligro de los indios.
El entusiasta recibimiento brindado por los escasos pobladores obligó al coronel Olivieri a responder con una proclama impresa en donde “rogaba a los habitantes de Bahía Blanca que viesen en los legionarios tan solo a hermanos que querían ayudarlos a continuar la gran obra de la población de aquella rica y extensa parte sur del Estado de Buenos Aires”.
¿Quiénes eran estos extranjeros que así se presentaban?. ¿De dónde venían?. ¿Quién era Silvino Olivieri?.
El largo sitio de la ciudad de Montevideo, ocurrido entre los años 1843 y 1851, había contado entre sus defensores, con numerosos italianos de ideas liberales y masónicas. Derrotados en la guerra de la Independencia Italiana y de la República Romana, fugitivos influenciados por el libro de Alejandro Dumas “La Nueva Troya”, que había descripto el sitio de Montevideo como otra guerra más contra la tiranía y a favor de la libertad, estos italianos eran en su mayoría ligures, piamonteses y saboyanos, que al mando de Giuseppe Garibaldi habían extendido las luchas por sus ideales hasta las orillas del Río de la Plata, constituyendo una Legión.
El tiempo compartido, los peligros corridos y la comunidad de ideales habían creado fuertes vínculos entre estos exiliados europeos y sus compañeros de luchas uruguayos y argentinos. Estos lazos se vieron reforzados por la estrecha amistad que se estableció entre el general Garibaldi y Bartolomé Mitre por entonces militar argentino y posteriormente presidente de su país.
Finalizado el sitio y arribado muchos de ellos a Buenos Aires, será Mitre quien no solo actuará como su mejor amigo sino también como hermano de causas y principios, título que el mismo daba a los mazzianos llamados así por el pensador italiano Giuseppe Mazzini) y a los garibaldinos.
El 9 de diciembre de 1852 enfrentado el gobierno del estado de Buenos Aires a las fuerzas que al mando del General don Hilario Lagos y rebelados contra el mismo, ponen cerco a la ciudad. Las autoridades emiten un decreto autorizando a los extranjeros a tomar las armas con “el exclusivo objeto de mantener el orden público”.
Los voluntarios fueron numerosos, originándose así las legiones alemana, española y suiza, destacándose no sólo por el mayor número las de los italianos, sino por ser los únicos que no estuvieron satisfechos con cumplir funciones policiales, sino que solicitaron y obtuvieron por sus antecedentes militares el privilegio de actuar activamente en las trincheras que defendían la ciudad.
La organización de la fuerza estuvo a cargo de dos oficiales italianos presentes en Buenos Aires. Uno era el coronel Silvino Olivieri, nacido en los Bruscios en 1820 y ex alumno de la Academia Militar de Nápoles, “la Nunziatella”. Era del arma de Ingenieros y por la participación en la guerra por la independencia de su país, había sido expulsado del ejército napolitano y obligado a exilarse.
El mayor Eduardo Clerici era el otro, siendo este de origen milanés, nacido en 1826, y ex alumno de la Academia Militar de Milán, de la cual egresó con el grado de teniente del ejército austriaco. Intervino en el alzamiento de la ciudad contra las fuerzas de ocupación del General Radetsky, y posteriormente con los bersaglien de Luciano Menana luchaba en la defensa de la ciudad de Roma.
La derrota lo llevó también a él al exilio dirigiéndose primero a Cuba y luego a la Argentina, en busca de su amigo Olivieri.
Ambos militares, el primero como comandante y el segundo como mayor reunieron unos trescientos connacionales que vivían y trabajaban en la ciudad de Buenos Aires y los organizaron en un batallón que recibió el nombre de Legión Italiana.
Esta fuerza compartió la suerte de los defensores del Estado de Buenos Aires y lucharon brillantemente haciendo honor a sus antecedentes militares. Su primera baja la sufrieron el 9 de enero de 1853 en la persona del teniente Erba que fue honrado por el gobierno de Buenos Aires autorizando su entierro en la iglesia Catedral de la ciudad.
Durante el transcurso de la lucha la legión italiana se destacó por sus desempeños en los combates de la plaza Lorea, y los desarrollados en el Cementerio Inglés, (entre las calles Pasco y Pichincha), haciéndose merecedores de elogiosas citaciones por el general en jefe del ejército don Manuel Hornos.
El valiente desempeño militar de la Legión Italiana la hizo acreedora de recibir una bandera del Estado de Buenos Aires, el 21 de abril de 1853. Era de colores azul y blanco de 0.64 x 0.86 con las armas del Escudo de la ciudad de Buenos Aires, bordados en plata y oro. Tenía una corbata de seda azul que llevaba en letras de oro el Tema; “Con questa bandiera vincemi” – “Buenos Aires 16 aprile 1853”.
La bandera fue acompañada por una tarjeta firmada “unas porteñas”, para el jefe legionario, que decía “ofrecemos esta bandera invicta a la Legión Italiana”. Esta gloriosa bandera es conservada como una reliquia en el Museo Histórico Nacional de la Ciudad que ayudaron a defender.
No fue por cierto este el único reconocimiento al valor que recibiría el cuerpo italiano, sino que además el 30 de mayo de 1853, por decreto del gobierno del Estado de Buenos Aires, se le otorga para lo sucesivo el nombre de “Legión Valiente” y además se le da el uso de cordones de honor a sus miembros, desde los oficiales a la tropa, según la usanza de la época.
En julio de 1853 finalizada la fratricida lucha, la fuerza italiana es licenciada a pedido del comandante Glivieri, quién devolverá la bandera de la Legión, al gobierno y partirá rumbo a Italia.
En su país, este oficial intervendrá en nuevas actividades revolucionarias siendo apresado y condenado a muerte. Las autoridades del gobierno de Buenos Aires intervendrán exitosamente para obtener la conmutación de la pena y finalmente Olivieri retornará a Buenos Aires el 31 de octubre de 1855, “en calidad de desterrado de por vida de los Estados Pontificios”.
El obligado retorno de Silvino Oivieri coincidió con nuevos planes del gobierno para proteger sus fronteras internas del peligro que los ataques indios representaban para las poblaciones del sur de la provincia. Con este objeto planificó la creación de colonias militarizadas que, a cambio de tierras para sus integrantes, actuarían poblando y defendiendo los asentamientos presentes y futuros.
Bahía Blanca, fundada en 1828 y cuyas características ya han sido señaladas, fue el sitio elegido para experimentar el proyecto.
El 18 de noviembre de 1855 se decretó el establecimiento de una colonia agrícola-militar que compuesta por seiscientos hombres sujetas a las ordenanzas del Ejército del gobierno de Buenos Aires se establecieron en un primer momento en Bahía Blanca, pudiendo ser destinadas a cualquier otro punto del sur.
Por sus antecedentes militares y estudios de ingeniería el coronel Silvino Olivieri fue designado como jefe de la fuerza, y como segundo jefe lo fue el mayor Clerici. Ciento cincuenta ex combatientes de la Legión Italiana se agruparon junto con sus antiguos oficiales.
Uno de ellos, Juan Bautista Cúneo, que también tenía un pasado militar y de periodista, editó un diario. Este fue el primer diario en idioma italiano editado en la Argentina que recibe el mismo nombre que la fuerza militar creada: “La Legión Agrícola Militar” y del que se editaron trece números.
La “Legión Agrícola Militar” adoptó como uniforme el que usaron los suavos franceses durante la guerra de Crimea. Llevaban como cubre cabeza un kepí a la francesa, pero que a diferencia del azul que llevaba el ejército de Buenos Aires, era de color rojo para recordar el origen garibaldino de sus integrantes.
Dada que esta Legión era la continuación de la antigua llamada Valiente, el gobernador del Estado de Buenos Aires Dr. Pastor Obligado y el Ministro de Guerra y Marina Bartolomé Mitre, entregaron la antigua bandera a la nueva formación italiana el 11 de enero de 1856.
El 5 de febrero de ese año 1856 llega a Bahía Blanca la Legión Agrícola Militar revistando en ella unos trescientos hombres, no todos con antecedentes militares pero que habían sido elegidos por sus conocimientos de las tareas agrícolas. En Buenos Aires queda encargado de la organización de la fuerza restante el capitán Felipe Cavanti, quien habiendo sido condenado, indultado y expulsado por los Estadios Pontificios, había acompañado al comandante Olivieri en su retorno a Buenos Aires.
De febrero a julio de 1856 y luego de soportar un brote de fiebre amarilla la Legión explora el territorio y se divide en tres armas: la infantería que tenía seis compañías y la batería de la artillería de campaña que se encontraba al mando del capitán Juan Penna, de origen milanés, nacido en 1830 con una prolongada actuación en las luchas italianas de 1848 y 1849 y que en la Argentina realizaría una dilatada y reconocida carrera militar. Finalmente estaba la caballería, a cargo de un oficial de la Guardia Real, revolucionario y también exilado: el capitán Mariano Barilan, oriundo de Rimini.
El 1 de julio de 1856 se echan los cimientos de la colonia Nueva Roma a 25 kms al Oeste de Bahía Blanca sobre el río Sauce Chico, para cumplir con los objetivos para la cual había sido creada la Legión Agrícola.
Dos hechos destacados acompañaron el desarrollo de la colonia Nueva Roma. El mayor Clerici debió alejarse por enfermedad y falleció en octubre de 1856, luego de haber establecido cordiales relaciones con el más temido y poderoso de los jefes indígenas, el cacique Calfucurá.
El 28 de septiembre del mismo año el coronel Olivieri es asesinado por algunos de sus hombres amotinados por los duros castigos a que eran sometidos. Los sublevados desertaron y su crimen quedará impune.
La llegada del capitán Caronti, meses después serenará los ánimos y asegurará la continuación de la obra emprendida.
El gobierno finalmente nombrará jefe de la Legión Agrícola al teniente coronel Antonio Susini, milanés y marino que había navegado y combatido junto con Garibadi en los ríos de Argentina y había sido fundador de la Legión Italiana, durante el sitio de Montevideo.
En 1853 Susini llegó a Bahía Blanca llevando como 2do. Jefe al mayor Juan Bautista Charlone, de valiente y sacrificada actuación en la Guerra contra el Paraguay que tendría lugar unos años después. y a los capitanes Sagani, Zonza y Valerga junto con cuarenta soldados.
Todos esos oficiales y tropa eran veteranos en las luchas de las legiones Italiana y Valiente. Con el objeto de transformar la Legión Agrícola Militar en un cuerpo del Ejército, el nuevo jefe llevará a cabo una profunda reorganización: la fuerza se llamará en el futuro Legión Militar, dará de baja a los menos aptos y por su conducción recuperará su glorioso prestigio.
Sus acciones contra el indio en las campañas de Salinas Grandes y en la batalla de Pigüe, en febrero de 1859, enfrentando las fuerzas del cacique Calfucurá merecerán los elogios del general Wenceslao Paunero que estaba al comando de la División Bahía Blanca. En mayo de 1859 la Legión acude en defensa de Bahía Blanca atacada por dos mil quinientos indios, a los que vence y de los que rescata parte del botín robado y libera a gran número de cautivos. La actuación del teniente coronel Susini será reconocida con su ascenso al grado de coronel en julio de 1859 por el Estado de Buenos Aires.
El desempeño de la Legión Militar trascendió el plano castrense pues uno de sus oficiales, el capitán Felipe Caronti, tuvo a su cargo el desarrollo de importantes proyectos en la región bahiense: construyó el primer muelle del puerto, las dos primeras escuelas, la primera iglesia, fabricó municiones y reparó armas, levantó planos topográficos y efectuó estudios meteorológicos. Bien se puede decir que Caronti, que no pudo terminar en Italia sus estudios de ingeniería por sus ideales políticos, vio más que logrados sus sueños en el país que lo adoptó.
Luego de cuatro años de lucha contra las tribus del sur, el Superior Gobierno del Estado dispone el regreso de la Legión Militar para combatir al ejército del General Urquiza en una nueva contienda entre la ciudad de Buenos Aires y el resto del país.
Los legionarios lucharán en la batalla de Pavón con la valentía y gallardía que le eran características y donde continuará agigantándose el legendario prestigio y valor del en ese momento coronel Charlone, premiado con su ascenso y una espada de honor.
El desempeño de la Legión Militar llegará a conocimiento de Garibaldi, quién, desde Caprera, el 15 de noviembre de 1861, hará llegar una carta a sus antiguos compañeros. La misma decía: “Alía Legione Italiana de Buenos Aires Abete combattuto valerosamente per la libertá della Reppublicá Argentina, che é un popolo caro, honesto e generoso”.
“Vi invio una parola de omaggio, c’affette di gratitudine, in nome della Italia intera e del vostro vecchio compagno d¨armi G. Garibaldi”.
Una emotiva ceremonia tuvo lugar en la ciudad de Rosario, en la Provincia de Santa Fe, que era el nuevo destino de la Legión Militar. En esa ciudad, el 4 de febrero de 1864, recibieron los legionarios una nueva bandera argentina, pues la antigua estaba casi totalmente destruida luego de tantas campañas y combates.
A comienzos de 1865 la Legión retorna a Buenos Aires donde completará sus cuadros con oficialidad y tropa argentina, para finalmente fusionarse con el 8vo., Regimiento de Infantería de Línea en abril de ese mismo año. Así encuadrado marchará hacia la guerra contra el Paraguay, iniciada el 25 de mayo de 1865, siendo la más cruenta de todas las guerras que han tenido lugar en la América del Sur.
Ingentes masas de hombres fueron sacrificadas contra las fortalezas paraguayas defendidos con un valor sobrehumano en medio de densas selvas. Ambos bandos dieron pruebas de coraje lindantes con la insania. Baste mencionar que agotados sus hombres en prolongadas batallas, el gobierno, paraguayo llegará a formar batallones de niños y de mujeres, continuando la lucha hasta la destrucción de los últimos 1000 hombres del ejército de Francisco Solano López, pereciendo él mismo junto con ellos.
En esta sangrienta y prolongada guerra, los hombres de la Legión Militar dieron pruebas de su valentía, destacándose en todos los combates en los que intervinieron. Así lucharon en la ciudad de Corrientes y en las batallas de Yatay, Uruguayana y en la cruel carnicería de Curupaytí, donde junto a miles dejó su vida el coronel Charlone, tratando infructuosamente de alcanzar las trincheras enemigas en cargas de infantería similares a las que más tarde espantarían al mundo durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial.
La pérdida de Charlone llevó a que el mando de las fuerzas italianas esté cargo del coronel Baldomero Sotelo, oficial argentino, con quien estuvieron presentes en las batallas de Lomas Valentinas y Paso Hondo donde el 21 de octubre de 1869 tomaron a la bayoneta una batería de ocho cañones.
Luego de estas acciones la Legión Militar pasó a formar parte del Ejército de Ocupación, permaneciendo en Asunción, la capital paraguaya, hasta enero de 1871. Durante toda la Guerra de la Triple Alianza la Legión usó su uniforme distintivo, que obviamente fue haciéndose menos completo con la adaptación del mismo a las necesidades y carencias de la campaña. Los restos de la gloriosa Legión retornaron a la ciudad de Corrientes y permanecieron como parte del 1er. Batallón del Regimiento Nº 8 de Infantería.
La Legión Militar no fue la única fuerza de origen italiano creada para servir junto con el Ejército Argentino. Otras dos agrupaciones italianas se agregaron a la antes mencionada.
Legión 1ra. de Voluntarios o Voluntarios de la Libertad; Esta fuerza fue organizada por el comandante ]osé Giribone, nacido en 1823 en la ciudad de Génova y también emigrado por razones políticas. Arribo a Montevideo en el año 1843, luchando en forma destacada junto a Giuseppe Garibaldi y Francisco Anzani en el sitio de la capital uruguaya. Con una gran capacidad musical y con su ejemplo de valentía y sacrificio, demostrada en el combate de El Tala, dejó al Ejército Argentino una marcha militar: “El Tala”.
El 10 de agosto de 1861 se lo nombraba comandante de una fuerza que debía organizar y que llevaría el nombre de Voluntarios de la Libertad. Fue destinada a proteger la ciudad de Rosario, Argentina, pero a los pocos meses fue disuelta para que con sus efectivos se organizara una llamada Legión Extranjera, a la que se sumaron voluntarios de diferentes nacionalidades pero siendo siempre mayoría los italianos.
Esta fuerza se comprometió a servir bajo contrato por el término de tres años y fue destinada a reforzar el Tercer Regimiento de Infantería de línea que protegía a la población de Azul, en el sur de la Provincia de Buenos Aires, de los ataques de los indios.
Su nombre es modificado por el de Primera Legión de Voluntarios y bajo esta denominación combatió en la Guerra de la Triple Alianza, formando parte del Ejército de Operaciones aliado. El 17 de febrero de 1868, el comandante Gribone caería víctima de dieciocho heridas, “todas de frente”, como refiere el parte militar de ese momento, al enfrentarse a fuerzas superiores. Desaparecía con él la segunda figura heroica de los italianos en esta guerra.
El antes mencionado coronel Antonio Sussini, reorganizador de la Legión Agrícola Militar había delegado el mando de esta fuerza al entonces teniente coronel Charlone, por haber sido designado Jefe de la Escuadra del Gobierno del Estado de Buenos Aires, en el año 1857. Pero Sussini no podía estar ajeno a la lucha que tenia lugar en el Paraguay por lo que retomo el servicio en tierra y organizó otro cuerpo que recibió el nombre de 2 da. Legión de Voluntarios, con la que marchó con el Ejército de Operaciones haciendo toda la campaña.
Desde el primer momento Antonio Sussini fue designado al mando de una brigada de la que formaba parte su Legión y finalmente ocupó el elevado cargo de Comandante del 1er. Cuerpo del Ejército Argentino.
Al dar fin la guerra contra el Paraguay, restos de las fuerzas italianas intervinieron en algunas acciones de nuevas guerras civiles en la Argentina, para ser luego licenciados luego de sus extensas campañas.
Ya no habría más Legiones italianas en el Ejército Argentino, pero muchos de sus hombres, tanto soldados como oficiales, solicitaron y fueron incorporados al Ejército nacional y llegaron a desempeñar altos e importantes cargos, colaborando en las luchas finales contra el indio y en la organización definitiva de un ejército al cual habían pertenecido desde siempre por el derecho que da la sangre derramada.
Fuente
Álbum de la Guerra del Paraguay – Imprenta Jacobo Peuser, Buenos Aires, Argentina, 1893-1894.
Alonso, José Luis y Peña, Juan Manuel – Revista Superior de Guerra Nº 553, Abr-Jun 2004.
Best, Félix – Historia de las Guerras Argentinas – Torno II – Ed. Peuser, Buenos Aires (1960).
Caronti, C. Luis – Legiones Italianas. Buenos Aires (1907).
Comando en Jefe del Ejército – Reseña histórica y orgánica del Ejército Argentino – Ed. Círculo Militar, Buenos Aires (1972).
De Marco, Miguel Angel – La Guerra del Paraguay – Ed. Planeta, Buenos Aires (1995).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Ferracutti, Enrique – Las expediciones militares en los orígenes de Bahía Blanca – Ed. Círculo Militar, Buenos Aires (1962).
Granienigo, Gaio Italiano entre Rosas y Mitre – Ed. Sediliba, Buenos Aires (1987).
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Walther, Juan Carlos, La conquista del Desierto Ediciones Círculo Militar, Buenos Aires (1964).
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