En 1850 la Confederación Argentina había sido ese oasis con el que soñaron los federales, los mismos que quince años atrás, en medio de un desorden supino, decidieron tomar las riendas de la Patria antes de que ésta marchara hacia su desintegración más abominable. Sendos tratados de paz celebrados entre 1849 y 1850, con Inglaterra y Francia respectivamente, permitieron alcanzar la paz anhelada y la plena soberanía. El régimen, cuya jefatura recaía en Juan Manuel de Rosas, emergía altivo desde el sur del mundo, ante el asombro de los centros de poder mundial que no lo podían creer, como así tampoco tolerar.
Sin embargo, aquella paradisíaca armonía duró bastante poco, dado que los enemigos no descansaron jamás. El 1° de mayo de 1851, el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, se declaraba abiertamente en contra del Restaurador de las Leyes, y en ese mismo acto subversivo se autoproclamó jefe de un supuesto “Estado soberano”. La sediciosa proclama alegaba que el nuevo “Estado” podía “entenderse directamente con los demás gobiernos del mundo”, cuando, en verdad, quien manejaba las relaciones exteriores de la Confederación Argentina era el propio Rosas. La verdadera intención de esta fechoría se formalizó recién el 29 de mayo, pues ese mismo día se creó una alianza entre el Imperio del Brasil, Montevideo y el “Estado” de Entre Ríos para expulsar del gobierno de Buenos Aires a Juan Manuel de Rosas.
Este pronunciamiento, que terminaría de lograr su cometido el 3 de febrero de 1852, mantuvo en vilo a los pueblos argentinos y, desde luego, a los dirigentes federales que comprendieron el tremendo poder que podía resultar de una alianza entre Urquiza, los unitarios de Montevideo y los regimientos del Brasil.
Entre mayo de 1851 y febrero del año siguiente, no hubo más que actitudes altamente peyorativas y numerosos conflictos entre Buenos Aires y Paraná, y esta atmósfera irrespirable, tensa, hizo también su aparición cuando, más o menos para la fecha, la noticia del fallecimiento del general José de San Martín circuló por el Río de la Plata.
Decreto falso y tendencioso de Urquiza
La última carta que le envía el Libertador San Martín a Juan Manuel de Rosas está fechada en Boulogne-Sur-Mer el 6 de mayo de 1850, y el contenido se asemeja al de alguien que ve pronto su final, ante lo cual quiere dejar una sentencia franca y sincera que reconozca los servicios prestados por el Restaurador de las Leyes en beneficio de la patria. Le dice que “como argentino me llena de un verdadero orgullo, al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor restablecido en nuestra querida patria; y todos estos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles, en que pocos Estados se habrán hallados”, y dos párrafos más adelante premia su esfuerzo y le augura sea recordado por la historia y el pueblo argentino: “Que goce Ud. de salud completa, y que al terminar su vida pública, sea colmado del justo reconocimiento de todo Argentino”.
Desde Buenos Aires, Rosas le escribe a San Martín una misiva con fecha 15 de agosto de 1850, pero esta última carta no alcanzó a ser leída por el Libertador, pues fallece el 17 de agosto de ese mismo año. Desde luego, en ese entonces las comunicaciones por correspondencia llegaban a destino con varias semanas o meses de retraso, y esto es interesante entenderlo para verificar en qué momento los criollos se enteraron de que el general San Martín había dejado de existir.
Retomando un poco las condiciones que coexistían bajo el cielo de la Confederación Argentina, merced al conflicto desatado entre los rebeldes entrerrianos y el gobierno federal rosista, desde que aquéllos se pronunciaron en contra de éste bajo la tutela de ejércitos extranjeros, al tenerse noticias sobre la muerte de San Martín, Urquiza sancionó un decreto que elogiaba al Padre de la Patria al tiempo que profería una aguda crítica contra Rosas porque, según lo entendía el entrerriano, éste había omitido recordar y honrar la memoria y la trayectoria del ilustre fallecido.
El citado decreto del gobernador Urquiza es del 16 de julio de 1851, y en su tercera parte sugiere que “no habiendo el Gobierno de Buenos Ayres de Don Juán M. de Rosas, ni como gefe supremo de la Provincia, ni como encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, decretado, por honor de la Patria, ninguna demostración de gratitud ni de dolor por la muerte del distinguido general San Martín”.
Cabe recordar que Justo José de Urquiza, al momento de dictar el decreto antes mencionado, no hacía tanto se había pronunciado contra Juan Manuel de Rosas, por lo tanto es fácil imaginar el ánimo que guardaba su espíritu por esos días respecto de la figura del Restaurador, todo con el afán de socavar su poderío ante la opinión pública. Y esta maledicencia, mezcla de odio y oportunismo, le permitió a Urquiza quedar ante la historiografía liberal como el “primero que homenajeó oficialmente a San Martín tras su fallecimiento” en el país.
Elogios póstumos al Libertador en “La Gaceta Mercantil”
No obstante el decreto y la cláusula urquicista denostando a don Juan Manuel, el primer recuerdo póstumo del general José de San Martín provino del propio Rosas, no mediante un decreto sino a través del periódico oficial del régimen, “La Gaceta Mercantil”. En sus ediciones de los días 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29 y 30 de junio y la del 1° de julio de 1851, “La Gaceta Mercantil” dedicó íntegramente su primera página con extensos relatos los cuales repasaban la vida del capitán general, desde su nacimiento hasta su muerte, con pruebas documentales expuestas con asombrosa minuciosidad. En cambio, el olvidadizo Justo José de Urquiza recién el día 16 de julio de 1851 “se acordó” de honrar al Libertador San Martín, es decir, casi un mes después de que lo hiciera Rosas, a quien el entrerriano culpaba de no haber hecho “ninguna demostración de gratitud ni de dolor por la muerte del distinguido general San Martín”.
Se desprende de esta rigurosa revisión otro dato no menor: siendo “La Gaceta Mercantil” el periódico oficial de la Confederación Argentina, es imposible que Urquiza no lo haya leído por aquellos días, sobre todo si tenemos en cuenta que éste era el gobernador de una de las provincias más importantes de la época, y que, además, la publicación le debería servir para estar al tanto de las novedades que surgían desde Buenos Aires tras el pronunciamiento rebelde.
El gobernador Rosas se enteró que San Martín había fallecido por una correspondencia del 30 de agosto de 1850 que Mariano Balcarce, yerno del Libertador y Oficial de la Legación Argentina en París, le hizo llegar al Ministro de Relaciones Exteriores argentino, doctor Felipe Arana. Por ende, se deduce que la carta pudo haber arribado al país alrededor de octubre del mismo año, dado que, por orden de Juan Manuel de Rosas, el ministro Arana despacha un comunicado a Balcarce el 1° de noviembre en el que le dice que “el Excmo. Señor Gobernador, se ha instruido con el pesar más profundo de la melancólica noticia que V. le comunica. La Patria ha perdido en el ilustre finado General, un Ciudadano militar y político eminente, y el recuerdo más vivo de las grandes acciones que trajo consigo la guerra heroica de la Yndependencia Nacional. S. E. deplora tan inmensa pérdida, que será más vivamente sentida en todo el Continente de la América del Sud, teatro de sus más esclarecidos hechos”. Incluso, Rosas pensaba repatriar sus restos: “S. E. el Señor Gobernador previene a V. que luego que sea posible, proceda a verificar la traslación de los restos mortales del finado General, a esta Ciudad, por cuenta del Gobierno de la Confederación Argentina, para que a la par que reciba de este modo un testimonio elocuente del íntimo aprecio que su patriotismo le hacía merecedor de su Gobierno y de su país, quede también cumplida su voluntad en este punto”. He aquí el “olvido” de Juan Manuel de Rosas para con la memoria y el honor del general San Martín.
Esta conmovedora manifestación de aprecio, una de tantas que siempre le tuvo Rosas al Libertador, fue publicada de modo íntegro en “La Gaceta Mercantil” en la edición del día 1° de julio de 1851. Esa misma jornada, el diario oficial agregaba otras cosas más sobre el extinto capitán general:
“Así ha terminado la existencia del grande hombre que consagrando a la Yndependencia del Continente sus florecientes días, libertó a su Patria, a Chile y al Perú. Dotado de un corazón magnánimo y de un espíritu fuerte, presentóse a llenar las grandes exigencias de la revolución americana (…) Desprendido hasta la superioridad, destinó las remuneraciones que los pueblos llegaron a acordarle, a creaciones benéficas, y establecimientos científicos, que conservan su nombre como un espléndido recuerdo.
“Tales han sido sus grandes caracteres, y las épocas brillantes que ha legado a la Historia de la República Argentina. Estimado por el Gobierno de su Patria, distinguido del General Rosas, respetado de sus compatriotas y aplaudido del mundo, ha descendido San Martín al sepulcro. El duelo de la Confederación y el sentimiento de los nuevos Estados del Continente, forman la corona fúnebre del hombre que, en el bosquejo de su vida, envuelve la historia de la Libertad Americana”.
Años atrás, en el mismo instante en que el anciano José de San Martín agarró la pluma y redactó que su sable libertador pasaría a manos de Juan Manuel de Rosas, ahí quedaba coronada la amistad y el respeto que siempre se tuvieron estos dos grandes argentinos. ¿Cómo no iba a recordarlo el Restaurador de las Leyes a su respetadísimo general que cerraba los ojos para siempre?
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Luna, Félix. “Juan Manuel de Rosas. Grandes Protagonistas de la Historia Argentina”, Editorial Planeta, Agosto de 1999.
Ortega Peña, Rodolfo y Duhalde, Eduardo Luis. “San Martín y Rosas: política nacionalista en América”, Editorial Sudestada, Agosto de 1968.
Portal www.revisionistas.com.ar
Suárez Caviglia, Oscar R. “Más acerca de la muerte de San Martín, en Buenos Aires”, Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, Octubre-Noviembre 1944.
Turone, Gabriel O. – Rosas, Urquiza y la muerte de San Martín – Buenos Aires (2009).
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