Las negociaciones que siguieron al armisticio firmado en San Lorenzo, entre el general Manuel Belgrano y el brigadier general Estanislao López, fueron bien pronto interrumpidas debido a la intervención del general Francisco Ramírez, que reanudó las hostilidades contra el gobierno nacional. Los trastornos provocados por entendimientos entre Ramírez y López decidieron a Rondeau, que para esa fecha había asumido el gobierno en carácter de Director Supremo, a realizar una nueva campaña contra Santa Fe, dirigiendo personalmente las operaciones.
Rondeau concentró en Luján un ejército de 2.000 hombres con una batería de artillería; ordenó al general Cruz, que había quedado al mando del ejército de Belgrano en Córdoba, que suspendiese su marcha hacia el Norte, dispuesta a raíz de las negociaciones que pusieron término a la campaña de 1819, y permaneciese en condiciones de abrir las operaciones sobre Santa Fe, tan pronto como se le ordenase.
Además, en base a las órdenes impartidas oportunamente a San Martín y Belgrano, el Director Supremo esperaba poder reunir una fuerza de 8 a 10.000 hombres, para dominar definitivamente el litoral.
A mediados de diciembre de 1819, Cruz se puso en marcha hacia Rosario; pero al llegar a Arequito el ejército se sublevó, negándose a concurrir a la guerra civil. Por su parte, el general San Martín, con sus ojos siempre puestos sobre el Perú, suspendió su avance a Buenos Aires con la división de los Andes.
Simultáneamente Ramírez, a quien en esa época se había unido José Miguel Carrera, atravesó el Paraná para reunir sus fuerzas con las de López y operar juntos Sobre Buenos Aires. Los efectivos de ambos caudillos sumaban 1.600 hombres, que fueron concentrados en inmediaciones del Arroyo del Medio.
A causa de las circunstancias expresadas, Rondeau se encontró aislado; pero resuelto a llevar la campaña en cualquier forma, avanzó con su ejército hasta San Nicolás y, a continuación, mediante un movimiento de flanco, remontó el Arroyo del Medio y se situó en la Cañada de Cepeda.
El Director Supremo eligió su posición en una suave lomada, próxima a la Cañada, que dominaba a ésta y a sus adyacencias.
Las hostilidades fueron iniciadas por algunas partidas de reconocimiento, destacadas por ambas partes, que sostuvieron algunas escaramuzas. Luego las tropas federales simularon un movimiento hacia Pergamino, lo que decidió a Rondeau a destacar una columna ligera de caballería, que franqueó el Arroyo del Medio el 4 de enero de 1820; pero una vez en territorio santafecino, dicha columna fue rechazada con algunas pérdidas.
A continuación, Ramírez que había asumido el mando en jefe de las fuerzas federales, reunió las suyas sobre el arroyo Pavón a siete leguas del Arroyo del Medio. En la mañana del 31 de enero, Ramírez levantó su campamento y avanzó contra Rondeau, en procura de la batalla. Pocas horas después ambos ejércitos se hallaban a la vista, sobre la línea del Arroyo del Medio, iniciándose en seguida algunas escaramuzas entre varias guerrillas. Los jefes de ambas partes suspendieron bien pronto las hostilidades, entablando negociaciones, que no llegaron a nada concreto. En consecuencia, los federales resolvieron atacar a la mañana siguiente.
Pero, durante la noche, un movimiento sospechoso descubierto en el campo de Rondeau, hizo creer a Ramírez en la posibilidad de una retirada del adversario aprovechando la oscuridad, razón por la cual se movió con sus fuerzas interponiéndose entre la Cañada de Cepeda y San Nicolás. En esta situación dirigió su primer ataque contra el ejército de Buenos Aires, logrando arrebatarle la mayor parte de sus caballadas.
Rondeau, que había resuelto adoptar una actitud defensiva, pero sin eludir el combate, había tomado sus disposiciones durante la noche. Estableció su línea dando frente al este, con la Cañada de Cepeda delante; apoyó su izquierda sobre un recodo saliente de la Cañada y colocó en ese punto un escuadrón de caballería al mando del comandante Castellanos. En el centro formó la infantería porteña y la artillería. El grueso de la caballería, constituyendo una masa de unos 1.000 jinetes, fue situada en el ala derecha, desplegada y a órdenes directas de Rondeau.
Al amanecer del 1º de febrero, Ramírez se adelantó a reconocer la posición enemiga. Comprendió la imposibilidad de un ataque frontal y efectuó un rodeo hasta quedar colocado en las espaldas del ejército de Buenos Aires. Rondeau apenas tuvo tiempo para dar media vuelta y quedó, desde luego, en orden inverso al inicial.
A las 8.30 hs se izó una bandera colorada en el campo federal. Esta fue la señal del ataque. De inmediato se dejaron oír los clarines de los Dragones de Santa Fe y los timbales de los indios de Misiones ordenando la carga. López y Campbell, éste último jefe del refuerzo correntino, cargaron sable en mano y a carreta tendida sobre la caballería directorial, que los esperaba a pie firme. La infantería porteña y su artillería abrieron el fuego para contener esa carga, sin conseguirlo. La caballería porteña se lanzó a su vez, contra la enemiga. Se llegó al choque y al entrevero. La caballería de Buenos Aires fue dispersada, arrastrando en su derrota al general Rondeau y sufriendo considerables bajas entre muertos y heridos.
Al mismo tiempo los entrerrianos, en la otra ala, cargaban contra el escuadrón de Castellanos, deshaciéndolo en el primer encuentro.
La infantería formó el cuadro, recurso supremo de la táctica defensiva en esa época y, gracias a un fuego vivísimo mantuvo a distancia a los atacantes. De improviso comenzaron a arder los pastos secos y las llamas, agitadas por un fuerte viento, establecieron muy pronto una densa cortina entre vencedores y vencidos, permitiendo a estos últimos retirarse hasta San Nicolás, sin ser mayormente molestados.
La parte más fuerte del dispositivo enemigo no es la infantería, sino la caballería, que era la más numerosa y arma decisiva en los combates de la época. Por ese motivo, el mando de la misma había sido asumido por el general Rondeau. Contra ella, pues, se dirige Estanislao López. Comprende que no debe darle tiempo a que reacciones y se lanza rápidamente en una impetuosa carga, no tanto en busca del choque sino del entrevero, por cuanto en él se condensaba la táctica más eficaz de sus montoneros, táctica que en esta batalla tuvo su más amplia consagración.
La campaña terminaba con un nuevo fracaso para el gobierno de Buenos Aires.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Ornstein, Cnl. Leopoldo R. – López Militar – Jornadas de Est. Históricos – Santa Fe (1938).
Portal www.revisionistas.com.ar
Artículos relacionados
• Armisticio de San Lorenzo
• Batalla de Cañada de la Cruz
• Batalla de Fraile Muerto
• Batalla de La Herradura
• Batalla de Las Barrancas
• Cepeda (1820)
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar