Ruperto Cuevas, el Buen Amigo

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Oriundo de Navarro, Prov. de Buenos Aires.  He registrado las partidas de nacimiento en la parroquia de Navarro y no localicé a Ruperto Cuevas.  Es muy factible que haya sido un indocumentado.  Sí están documentados estos datos en una nota singular, publicada en el diario La Pampa del año 1878:  “La carta que insertamos enseguida, narra un sangriento episodio ocurrido en La Pampa y en el que un gaucho sostuvo una lucha terrible con 17 indios y expiró en manos de ellos, pero solo después de haber muerto a doce enemigos.

 

“Carhué, noviembre 29 de 1878. Estimado amigo:

 

En ésta me veo obligado a narrarle un drama homérico que ha tenido por teatro una parte de la sábana inmensa que llamamos Pampa.  En una de las últimas expediciones a las tolderías de los indios, iba entre aquellos un gaucho que tiene asentada su fama de valiente.  Gaucho que en un tiempo fue el terror de los compadritos de Navarro.  Era un tipo perfecto del criollo, que nunca se deja ganar de generoso y valiente, y que todos sus pasos llevan el sello de las nobles acciones que tiene por base la hidalguía castellana.

 

El nombre de este paisano era Ruperto Cuevas (a) El buen amigo.  Como dejo dicho, iba en una de las últimas expediciones pero, a la mitad del camino que llevaban, se le antojó dar descanso a su flete y se quedó en el medio del campo.  La columna seguía su marcha al trote y al galope, y pronto se perdió de vista en el desierto.  Nuestro criollo se vio solo pero no se preocupó del caso porque tenía fe en el Remington que le habían dado y se creía una potencia que podía campear por su cuenta.  Cuán cara le costó su temeridad.

 

Como a las dos horas de descanso se puso en marcha para alcanzar a la columna expedicionaria, pero…ya era tarde.

 

Un grupo de indios dirigidos por el capitanejo Mailiqueo cruzaba el campo y le vio solo y aislado.  El indio que no conoce aún la nobleza y que goza cuando encuentra un enemigo solo y abandonado, dio su alarido de guerra, y se lanzaron, blandiendo las chuzas, sobre el gaucho.

 

Cuevas comprendió el peligro eminente que corría, y echando pie a tierra comenzó a servirse de su Remington con una rara puntería.  Diecisiete eran los indios que venían sobre él, pero antes de que los tuvieran al alcance de sus lanzas, él había bajado del caballo a once.

 

Seis llegaron a rodearlo a un tiempo dando gritos salvajes, pero él, valiente y gallardo jinete, trepó; como un relámpago, sobre su cabalgadura y, daga en mano, trató de abrirse paso entre los salvajes.  ¡Vano empeño!  La lanza del capitanejo le había cruzado el pecho, sin embargo, echando su caballo sobre el de aquel, logró aproximarse de tal manera que le clavó moribundo su daga en el corazón.

 

Los dos cayeron a un tiempo de sus caballos.  Los cinco indios restantes, se precipitaron sobre el cuerpo de Cuevas acribillándolo a lanzazos.  Así murió el buen amigo.

 

El comandante Vintter que había desprendido una pequeña partida a recorrer y explorar el campo, llegó a ésta a tiempo de salvar el cadáver del valiente gaucho, el cual ha sido enterrado en esas inmediaciones y sobre cuya fosa se ha puesto una cruz la cual hay la siguiente inscripción:

 

“Aquí está sepultado el cadáver del Buen Amigo”

 

Fuente

Colaboración de Raúl Lambert – Navarro, Pcia. de Buenos Aires.

Del Valle, Héctor – Cosas de la Historia Chica – Ed. Huellas del Sur – Página 197 – Buenos Aires (2004)

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