Nació en Buenos Aires en 1786, siendo sus padres, José de la Oyuela y Francisca Negrón. Era hermano del coronel José Gabriel de la Oyuela, que tan destacada actuación tuvo en el desempeño de la comandancia militar de Patagones. Se batió en la primera invasión inglesa, en 1806, siendo uno de los que se hallaron en el encuentro de la Chacra de Perdriel, a las órdenes de Juan Martín de Pueyrredón. Combatió por la Reconquista de esta ciudad, el 12 de agosto del mismo año formando parte del cuerpo de “Montañeses” del que era jefe su padre; y su nombre figura honrosamente entre los valientes porteños que combatieron con denuedo en las memorables jornadas del 5 y 6 de julio de 1807, en la Defensa magnífica de la Capital del Virreynato del Río de la Plata contra las fuerzas británicas del general Whitelocke. Poco antes había marchado a la Banda Oriental, a las órdenes de Manuel de Arroyo y Pinedo. En 1809 era teniente de la 4ª compañía del Regimiento de “Voluntarios Cántabros”, por despachos expedidos el 13 de enero de aquel año por la Real Junta de Sevilla.
En 1810 tuvo participación activa en el movimiento emancipador, cuyos principios difundió con entusiasmo, alistándose de inmediato en los ejércitos de la Patria. En junio de aquel año era alférez del Regimiento Nº 4 en la 2ª compañía, cuerpo con el cual marchó en la expedición despachada el 6 de julio del mismo año, al interior a las órdenes del coronel Francisco Antonio Ortiz de Ocampo. Se halló en la represión de la rebelión de Liniers en Córdoba y se batió con bravura en Santiago de Cotagaita, el 27 de octubre, y en Suipacha, el 7 de noviembre de aquel año memorable, obteniendo además del “escudo” una medalla especial con que lo honró la Suprema Autoridad. Participó en el avance victorioso por el Alto Perú hasta que las fuerzas independientes fueron completamente derrotadas en Huaqui o Desaguadero y en Yuraicoragua, en la funesta jornada del 20 de junio de 1811, replegándose los restos del ejército patriota sobre Jujuy. Oyuela, en el curso de este mismo año estuvo incorporado al Regimiento Nº 6 de Infantería del Ejército Auxiliar.
El 12 de setiembre de 1813 fue ascendido a teniente de la Compañía de Zapadores, pasando el 10 de diciembre del mismo año a la compañía de “Pardos y Morenos” que prestaba servicios en las baterías levantadas en Punta Gorda (hoy Diamante), por el coronel Eduardo Kaillitz, barón de Holmberg, las que estaban compuestas por la batería del Banco (orilla occidental del Paraná), que constaba de 2 cañones de a 24 y cuatro de a 12, y la de la Costa-Firme, al pie de las barrancas, que cruzaba sus fuegos con la primera y que constaba de tres piezas de a 12 y dos de a 8. Ambas baterías estaban guarnecidas por 486 hombres de los Regimientos Nº 2 y Pardos y Morenos; Blandengues de Santa Fe; milicias de Paraná; artillería y caballería de la Matanza (hoy Victoria), Nogoyá y La Bajada.
Ascendió a teniente 1º de la precitada compañía de Pardos y Morenos, el 7 de febrero de 1814 y habiendo acompañado a Holmberg en su expedición a Entre Ríos, cayó prisionero en el combate del Espinillo, cerca de Paraná, el 22 de febrero, gravemente herido. El 17 de agosto de este mismo año, fue promovido a capitán de la 1ª compañía del Batallón de Infantería Nº 10, de nueva creación, pasando a comandar la compañía de Granaderos del mismo, el 7 de diciembre de igual año (1814), e incorporándose con aquel Regimiento al Ejército del Norte, a principios de agosto de 1816, en Las Trancas, a las órdenes en aquel entonces del coronel Francisco Antonio Pinto, que después fue general de la República de Chile.
Hizo la campaña sobre Santa Fe, bajo el mando del general Belgrano, obteniendo al comienzo de la misma, en enero de 1819, licencia por 3 meses para ausentarse a Buenos Aires para “restablecer su salud”, siendo ascendido en estas circunstancias a sargento mayor graduado del batallón Nº 10, el 18 de marzo de 1819. Restituido a sus funciones en el Ejército Auxiliar, después de haber obtenido prórroga de un mes en su licencia, marchó posteriormente a incorporarse a la guarnición que había dejado en Tucumán el general Belgrano mientras operaba sobre Santa Fe, estando de la Oyuela a cargo del piquete del Regimiento Nº 10.
Producida la revolución de noviembre de 1819, encabezada por el capitán Abraham González, que puso en el gobierno a Bernabé Aráoz, pasó de la Oyuela a prestar servicios a la titulada República Federal del Tucumán, cuyo primer mandatario el extendió el 25 de mayo de 1820, despachos de teniente coronel de caballería de línea de Tucumán, documento que lleva la firma de Bernabé Aráoz.
El 23 de junio de 1821 fue ascendido a coronel del Regimiento “Dragones de Línea del Ejército de la República del Tucumán”. En esta provincia estuvo radicado varios años, pues en junio de 1826 se le encuentra allí, formando parte de una sociedad organizada para fomentar el progreso de Tucumán y su campaña.
En la guerra entre la Confederación Argentina y la República de Bolivia, el coronel José María de la Oyuela mandó el Regimiento “Coraceros Argentinos”, de 1837 a 1838, en que terminó la campaña.
En la campaña de Cuyo, en 1841, contra los ejércitos de Lavalle y Lamadrid, el coronel de la Oyuela fue enviado a la ciudad de San Juan, donde tuvo a sus órdenes el Regimiento de Milicias, fuerte de 300 plazas. En abril de aquel año el general Nazario Benavídez, gobernador de aquella Provincia, al ser ocupada la capital, el 3 de agosto de 1841 por las tropas del general Acha, aquél se retiró hacia la Punta del Monte, donde se hallaba Benavídez, al cual acompañó en su rápida reacción contra Acha, en la ruda lucha sostenida en la ciudad de San Juan, del 18 al 21 de aquel mismo mes de agosto, la que ocupada ese día por Benavídez, era abandonada el 24, ante la aproximación del ejército de Lamadrid, que entró en ella de inmediato, pasando Benavídez y Oyuela a San Luis, a incorporarse al cuerpo del ejército del general Pacheco.
Derrotado este último en la sangrienta batalla del Rodeo del Medio, el general Benavídez llegó a Mendoza a visitar y felicitar al general Pacheco, vencedor en aquella acción de guerra. Dejando nuevamente al coronel José María de la Oyuela a cargo del gobierno de San Juan. Durante el ejercicio de esta delegación, la Legislatura de esta Provincia confirió al general Pacheco, jefe de la vanguardia del Ejército de la Confederación Argentina con fecha 18 de octubre de 1841, el empleo de brigadier general de aquélla, en testimonio de gratitud de la misma “por los eminentes servicios prestados a la Patria, y principalmente, por el triunfo que éste obtuviera en el Rodeo del Medio”; alta jerarquía militar que la Legislatura sanjuanina también otorgó a Nazario Benavídez, al mismo tiempo que la de coronel mayor a José María de la Oyuela.
Ascendido a general, Oyuela desempeñó el gobierno de San Juan desde diciembre de 1842 hasta el 13 de marzo de 1843, por nueva ausencia de Benavídez, que era el titular. Fue también diputado a la Legislatura de la misma provincia en el mes de junio de 1844.
El general Oyuela perdió todas sus haciendas y fortuna en la invasión del general Acha a San Juan. Posteriormente echó mano de los bienes de su esposa y formó un arreo de hacienda con el que marchó desde aquella provincia a Buenos Aires, pero el 21 de mayo de 1844, al llegar al pueblo del Salto, en sus inmediaciones fue atacada y tomada por los indios toda la hacienda, salvando Oyuela su persona por haber ido esa noche a pernoctar en el pueblo de referencia.
En la mencionada exposición de sus servicios, hecha al Superior Gobierno el 15 de junio de 1844, y la que se halla en el Archivo General de la Nación; el general Oyuela dice que también cayó prisionero en la campaña del Alto Perú “en donde arrastré cadenas bajo los socavones de Potosí, dice, y en los trabajos públicos de dicha ciudad”. También expresa haber recibido muchas heridas en el Alto Perú y en la Banda Oriental.
En las listas de la Plana Mayor Activa de la Provincia de Buenos Aires correspondientes al mes de noviembre de 1845 fue dado de alta con la jerarquía de coronel mayor con la siguiente nota: “Ha sido incorporado por O. S. desde el 1º de mayo de 1842”. En listas de enero a diciembre de 1846 figura con la nota: “En el Exto”.
Fue uno de los firmantes del acta levantada el 18 de enero de 1847, con motivo de la colocación de la piedra fundamental de la Alameda (Paseo Leandro Alem), en esta Capital.
El general José María Oyuela, en la tarde del 20 de noviembre de 1847 tuvo un incidente en la calle Perú, en esta Capital, con el Encargado de Negocios de Portugal, Comendador Leonardo de Souza Leitte Acevedo: a las 6 de la tarde del mencionado día ambos personajes se cruzaban en la vereda de la calle Perú y entando en la de Representantes, el Encargado Leitte Acevedo, dijo al general Oyuela: “pase Ud.” El interpelado le contestó que él no pasaba, que pasase Leitte cuando gustase y que él (Oyuela) pasaría cuando le pareciese y no cuando su interlocutor lo mandase.
En tales circunstancias se acercó montado a caballo un paisano, que resultó ser Federico Loforte (sobrino de la esposa del general Oyuela), porteño, como de 25 años; el cual con su rebenque le descargó a Leitte un furioso golpe en la cabeza con el cabo del mismo, rompiéndole el sombrero y ocasionándole una fuerte contusión. Después de esto, el agresor picó el caballo diciendo en alta voz: “Mi general, dispense, este pícaro portugués de mierda no quería darle la vereda”; y partió sin que nadie le incomodase, y sin que el general Oyuela intentase detenerle. Entonces el diplomático entró en conversación con Oyuela, a quien Leitte dijo: “Que a él debía este nuevo escandaloso atentado e insulto”; a lo que respondió Oyuela: “Que lo sentía mucho, pero que él era culpable por no cederle la vereda, porque su representación era superior a la de cualquier Ministro extranjero y que no era él quien debía librar a Leitte de un conflicto de esa clase, porque estaba resentido de la injusta prisión de su hermano, el Procurador de Número Fernando Oyuela; pero que S. E el Gobernador había reconocido su precipitación en este negocio, y que el resultado de la causa, que había de publicarse, probaría el aprecio que hace el mismo Gobernador de los Oyuela”.
Evidentemente el conflicto había sido preparado por el general Oyuela, pues antes de producirse el incidente, el agresor estaba parado próximo, hablando con José Ramón Rojas, cuyo almacén frecuentaba Oyuela. Al producirse el encuentro entre Leitte y Oyuela, el agresor se acercó de a caballo, y se produjo el conflicto.
El general Oyuela se hallaba parado en la puerta de una de las casas inmediatas cuando al ver aproximarse al Encargado Leitte Acevedo, salió a su encuentro, reclamándole el lado derecho de le vereda que llevaba Leitte, diciéndole si ignoraba que él era un General de la República Argentina; contestándole su interlocutor que él también era el representante de una nación.
Leitte, a las 6.30 hs del mismo día 20 puso el hecho en conocimiento del Ministerio de Relaciones Exteriores. A las 12.20 hs de la noche del 21, el general Oyuela fue llamado al Departamento de Policía, donde fue tomado preso e incomunicado por orden del Jefe de Policía Juan Moreno; pero el agresor Federico Laforte huyó en dirección a San Juan, al parecer, donde a la sazón se hallaba la esposa de Oyuela, sin ser aprehendido. Loforte fue visto en compañía de otros dos individuos en el camino de San Antonio de Areco, el lunes 22 de noviembre; pero al parecer, no logró la policía porteña su aprehensión. (“La Gaceta Mercantil”, Nº 7222 del 30 de noviembre de 1847).
El general Oyuela fue dado de baja de la Plana Mayor Activa, en que revistaba, por O. S., el 7 de diciembre de 1847, siendo desterrado a la Guardia de Lobos, donde falleció el 9 de abril de 1849. Se había casado en primeras nupcias con Cleofé Laspiur, y fallecida ésta, se vinculó a comienzos de 1840 con una niña de la familia Rui Suárez, de la ciudad de San Juan.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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Yabén, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
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