Nació en Mendoza el 28 de febrero de 1773, siendo sus padres Silverio Gutiérrez, español de Castilla la Vieja, y María Josefa Godoy, mendocina; emparentados ambos a las familias más notables de aquella ciudad. Adquiridos los suficientes rudimentos de instrucción que se enseñaban allí a los jóvenes que aspiraban a seguir una carrera universitaria, José Albino Gutiérrez se dedicó a la agricultura, en la que logró formar una fortuna considerable por su contracción al trabajo y actividad, consistente en viñas, alfalfares, estancias y varias tropas de carretas.
Las invasiones de los indios de la Pampa que continuamente amenazaban a la población mendocina lo hicieron soldado del Regimiento de Voluntarios del Rey, en 1802; con el grado de teniente sirvió en la 4ª compañía del Regimiento Urbano de Caballería de Mendoza. Se destacó por su arrojo en varias acciones contra los salvajes, valiéndole su actuación despachos de capitán de la 5ª compañía de su cuerpo, otorgados el 10 de junio de 1808 por el Virrey Liniers.
El movimiento de mayo de 1810 le contó entre sus más entusiastas sostenedores, cooperando eficazmente en Mendoza para el triunfo de los principios de Patria y Libertad proclamados por la Junta de Buenos Aires.
El 24 de diciembre de 1813 fue nombrado capitán de la 6ª compañía del 3er escuadrón de Milicias de Caballería de Mendoza. Gutiérrez fue de los vecinos acaudalados de aquella ciudad que contribuyeron con su propio peculio, esclavos y mulas a la formación del Ejército de los Andes. También contribuyó a la fundación del “Colegio de la Santísima Trinidad”, cuyo edificio mandara construir el general San Martín, efectuándose su apertura en 1817. Gutiérrez disfrutó de la confianza y amistad del libertador de Chile y Perú.
El 13 de febrero de 1816 fue nombrado comandante del 3er escuadrón de la milicia mendocina, y el 15 de abril de 1820, comandante del 3er Escuadrón de la Milicia Nacional de Mendoza. Gutiérrez, que desempeñaba las funciones de Alcalde de 1er Voto, era muy amigo del gobernador Tomás Godoy Cruz, quien le nombró el 18 de mayo de 1821 coronel del 1er Regimiento de Caballería Nacional de Mendoza; y como en aquellos momentos amenazaba a aquellas provincias el famoso caudillo chileno José Miguel Carrera, Gutiérrez fue designado jefe de todas las fuerzas mendocinas que debían salir a batirlo. El 31 de agosto de aquel año se encontraban los invasores en el lugar llamado “Punta del Médano” con las tropas de Gutiérrez, que obtuvo un fácil triunfo, ya que las fuerzas de Carrera habían cruzado la noche anterior la zona de lagunas y pantanos de Guanacache y estaban exhaustas; aparte de que un grupo de 150 lanceros había sido destacado por el audaz caudillo en busca de caballadas, y no se encontraban incorporados a su Jefe en el momento de la acción. En ésta actuó como segundo de Gutiérrez el comandante Manuel de Olazábal.
Por su actuación en aquella campaña, Gutiérrez fue ascendido a coronel mayor por el gobernador de Mendoza, Godoy Cruz, el 3 de setiembre de 1821; recibiendo también la medalla decretada el mismo día a los defensores del orden y tranquilidad de la provincia con el lema: “Aniquilé la anarquía” y que concedió un decreto del gobernador Pedro Molina el 25 de junio de 1822. Menos feliz que él, Carrera fue ejecutado cuatro días después de su derrota. A fines de 1821, Gutiérrez era comandante del Regimiento de Granaderos a Caballo de Mendoza.
El Gobierno de Chile, por su parte le otorgó despachos de coronel de sus ejércitos el 26 de setiembre de 1821, como se le comunicó a Gutiérrez por la nota siguiente: “Señor Comandante General de las fuerzas de Mendoza, D. José Albino Gutiérrez – Esta República siempre reconocerá en V. S. el brazo fuerte que en la memorable acción de la Punta del Médano aniquiló de un solo golpe al monstruo de la anarquía, que pretendiendo sepultar en desastres los heroicos pueblos de Cuyo, se preparaba a lanzar sobre Chile todos los estragos del desorden y faltaría este Gobierno a los sentimientos que animan a la Nación, respecto de la persona de V. S. si no los demostrara confiriéndole el grado de coronel de los ejércitos de esta República, cuyo despacho tengo la satisfacción de remitirle por conducto de ese señor Gobernador Intendente, esperando los acepte V. S. como un homenaje a la virtud marcial. Dios guarde a V. S. muchos años. Palacio Directorial de Chile, setiembre 26 de 1821 – Bernardo O’Higgins”.
El mismo Gobierno de Chile le otorgó el 8 de noviembre de 1821 despachos de brigadier general. El Cabildo de Mendoza, por su parte, le otorgó el 11 de octubre de igual año, el nombramiento de Regidor Honorario del mismo, a propuesta del mencionado Ayuntamiento formulada al gobernador Godoy Cruz.
Después de estos sucesos, el general Gutiérrez, haciendo un paréntesis a la vida pública, se entregó a dar fomento eficaz al cultivo del olivo en Mendoza, habiendo hecho al efecto en sus chacras, grandes plantaciones de ese árbol, de la mejor calidad. A él se debió la primera fabricación de coches, habiendo contratado en Buenos Aires a un constructor competente; medio de transporte desconocido a la sazón allí; el primer vehículo que se construyó, lo donó a la iglesia matriz de Mendoza para llevar el viático a los enfermos.
El 20 de abril de 1822 fue designado Comandante General de Armas de la Provincia, cargo que ejerció por poco tiempo. En 1823, al pasar por Mendoza el general San Martín expresó a Gutiérrez duras palabras por lo inhumano y atroz que fue el fusilamiento de Carrera y de 20 de sus cómplices, ordenado esto último por el propio Gutiérrez, en Jocolí, en circunstancias en que marchaban prisioneros a Mendoza.
Afiliado al partido federal de aquella provincia, fue opositor a la organización nacional bajo el sistema unitario. El 7 de mayo de 1824, siendo alcalde del segundo voto, se le llamó a asumir el mando supremo por renuncia del titular, general Pedro Molina, nombramiento refrendado por este último y su ministro Dr. José Andrés Pacheco de Melo. Este ejerció el mismo cargo durante la administración de Gutiérrez.
Uno de los principales actos fue la extinción completa de la moneda feble, cuya circulación se había permitido en el gobierno de Molina, con grave perjuicio para el Erario público y comerciantes y capitalistas. Se empeñó en hacer observar la constitución, la seguridad individual, la libertad de imprenta y respetar la religión del Estado; fomentar los progresos de la ilustración, la agricultura, las artes e industrias y trabajó con ahínco en pro de la reunión del Congreso Nacional que debía reunirse en Buenos Aires.
La situación política se presentaba cada vez más tirante, y Gutiérrez, que no gozaba de simpatías generales, en vano intentó restablecer la tranquilidad con medidas rigurosas, desterrando a 8 ciudadanos influyentes, entre ellos el licenciado Juan de la Cruz Vargas, asesor del Cabildo, Juan de Rosas y a Gabino García, que incitaban al pueblo a levantarle oposición.
El 28 de junio de 1824, estando los cuerpos cívicos reunidos para efectuar ejercicios doctrinales, dieron el grito de “¡Viva la Libertad!”, pidiendo la deposición de Gutiérrez. Una hora después los conjurados invitaban al coronel Juan Lavalle a ponerse a la cabeza del movimiento, en el que estaban comprometidos los batallones de Cazadores y Granaderos de G. N., y un escuadrón de artillería que tenía la provincia.
Gutiérrez, que estaba dotado de gran valor personal y arrojo, montó un hermoso caballo, según Hudson, y se lanzó sobre los dos cuarteles en armas contra él; dirigió la palabra en términos enérgicos a los jefes de aquéllos intimándoles se rindiesen; pero se le contestó desconociendo su autoridad. En vista de su impotencia descargó una de las pistolas que llevaba a la puerta del cuartel de Granaderos, acto que le fue contestado con algunos tiros de fusil de la guardia. Regresando por el mismo camino que había ido, a las dos cuadras, el comerciante José Correa le disparó un balazo a quemarropa, hiriéndole el brazo izquierdo. Gutiérrez hizo fuego sobre el agresor sin tocarlo, apresurando su regreso a su casa para ponerse en cama. Allí se constituyó preso. Lavalle le sucedió en el mando.
No obstante su herida se le desterró a Buenos Aires, regresando a Mendoza en 1826, prestando desde entonces preferente atención a sus valiosos intereses.
En 1831 Mendoza fue invadida por los indios de Pincheira y Hermosilla, que sorprendieron las guarniciones de los fuertes de San Rafael y San Carlos; pero no se detuvieron allí y avanzaron sobre la capital. Los escuadrones al mando de los tenientes coroneles Florencio Videla y José Santos Ramírez fueron destinados a detener el avance de los bárbaros, reforzados por algunas milicias del departamento del valle de Uco, el más vecino a la frontera.
El encuentro fue formidable e infortunado, quedando ambos tenientes coroneles fuera de combate, después de prodigios de valor que hicieron en la lucha; el teniente coronel Videla sucumbió herido en el campo del honor, y su compañero Ramírez resultó con heridas de gravedad en ambas mandíbulas, pasando por muerto y salvando después de una curación larga y cuidadosa. El sitio del combate ofrecía el aspecto más aterrador por el tendal de cadáveres, pues muy pocos fueron los soldados que consiguieron escapar. Tal hecho de armas tuvo lugar el 14 de octubre de 1831.
Se convocó la guardia cívica y se apeló al patriotismo y a la intrepidez del general Gutiérrez (1), que se hallaba en el Fuerte de San Carlos, y bajo cuya dirección marchó la nueva expedición. El 16 de octubre de 1831 tuvo lugar el encuentro con los salvajes, pero la fatalidad quiso que en la primera carga de caballería, al frente de la cual se colocó, llevado de imprudente arrojo, el general Gutiérrez, fuese envuelto por los salvajes, cayendo muerto a lanzazos. Tan tremenda lucha tuvo por escenario las cuchillas de las serranías de Aguanda, cerca de San Carlos.
La noticia de su trágica muerte conmovió al pueblo de Mendoza. Sus restos fueron trasladados y sepultados en la entrada de la iglesia de la Merced, y se le erigió allí una columna e mármol donde se registran sus principales hechos y la fecha de su muerte.
Acostumbrado a la vida rural desde muy joven, no gastaba etiqueta en el vestir y en su trato; era sencillo; de buenos sentimientos, pero enérgico y riguroso cuando las circunstancias lo imponían. Para el mejor y más barato transporte de los productos de sus propiedades rurales, tenía tropas de carretas, las que llevaban sus mercaderías al litoral y retornaban cargadas de ferreterías y artículos de ultramar. Dichas carretas no solamente conducían efectos pertenecientes a su dueño, sino que eran alquiladas por comerciantes de Mendoza para el mismo servicio de transporte. Por esta causa se ha dicho que el general Gutiérrez ejercía el rudo oficio de arriero, siendo la verdad la que queda asentada.
Poseyó la “Legión del Mérito” de Chile. Estuvo casado en primeras nupcias con Dolores Videla, con la que tuvo cuatro hijos; y habiendo enviudado, contrajo segundo matrimonio con Bibiana Pintos, con la que tuvo dos descendientes.
Su actividad comercial
José Albino Gutiérrez organizó una de las principales tropas de carretas de Mendoza, con 28 carretas, 200 bueyes y 50 mulas. El capital invertido en esta empresa ascendía a $ 4.000, una cifra muy elevada para la época. También se ocupó de ampliar los espacios comerciales con las pulperías que puso en marcha en San Carlos y en Mendoza; además, dedicó un singular esfuerzo al campo agroindustrial, tanto con un molino harinero como con sus bodegas y viñedos.
La bodega Gutiérrez alcanzó dimensiones notables para la época. El cuerpo central de la bodega tenía 45 varas de largo por 5,5 de ancho y 4 de alto. El piso era de terraplén. Las murallas eran “parte de adobones y resto de adobe; y otra parte de puro adobe”. El techo era a dos aguas, con “grandes tirantillos de sauce rollizos, 62 tijeras, tablilla, caña y barro”. Tenía dos puertas “de dos manos, esqueleto de sauce, tabla de ciprés”. Estaba rodeada de galerías, cuartos de servicio, almacenes, zaguanes y demás construcciones complementarias. La bodega tenía tres lagares tradicionales, de seis cueros con sus respectivos armazones de madera que convivían con la tecnología más moderna: lo más notable era el lagar que “tiene de largo 8 varas y de ancho 4 y 5/6 varas en claro, pilón, buque de 50 arrobas, todo de cal y ladrillo”. Por un zaguán se llegaba al “corral de alambiques”, en donde se elaboraba el aguardiente.
Desde el punto de vista de su capacidad de almacenamiento, la bodega entrega datos de sumo interés. Igual que en la hacienda de los jesuitas, esta bodega tenía tanto envases de barro cocido como de madera. Pero se produjo una inversión completa de las proporciones: la mayoría de los recipientes de los jesuitas eran de greda, mientras que Gutiérrez solo poseía nueve tinajas de barro. Su bodega exhibía un adelantado proceso de incorporación de envases de madera: si los jesuitas poseían solo siete pipas y un barril, este contaba con 110 barriles (100 litros), 60 pipas normales (125 litros), 7 pipas grandes (300 litros) y 21 toneles de 28 arrobas (900 litros).
Otra innovación de la bodega de Gutiérrez era la introducción de la cuba de material como vasija vinaria. En efecto, en el costado este de la bodega principal, en el exterior de la construcción, había “dos cubas de ladrillo, cal y piedra”. Estas fueron los primeros recipientes de grandes dimensiones que se hayan registrado en la historia de la vitivinicultura de Mendoza. Por su cotización, su valor multiplicaba el de cualquier otra vasija. Además, estos recipientes ampliaron notablemente la capacidad de la bodega de Gutiérrez, que superaba los 70.000 litros.
Dentro de esta unidad económica se plantaron viñedos que, en conjunto, reunían más de 20.000 cepas. Entre ellas, unas 1.500 plantas eran de uva moscatel. Según las estimaciones de Coria, estas plantas producían 33.000 kilos de uva por vendimia, con lo cual se podía elaborar más de 22.000 litros de vino al año.
En total, las bodegas y viñedos de don José Albino Gutiérrez, con su equipamiento, reunieron un capital de $ 10.000. En el momento de su muerte, Gutiérrez poseía una fortuna de $ 106.000, lo cual lo posicionaba como uno de los empresarios más exitosos de la región. De este monto, $ 25.000 correspondían a la casa principal, con sus muebles y ropas; $ 3.000 valían sus 22 esclavos y 10 libertos, $ 10.000 sus bodegas y viñedos, $ 4.000 la tropa de carretas, $ 1.500 el molino, $ 26.000 la Hacienda de Cruz de Piedra, $ 15.000 la Hacienda del Medio. Evidentemente, se trataba de un perfil complejo, con gran diversificación de actividades, desde el transporte y el comercio hacia la agricultura, la ganadería y la industria. El sistema económico de Gutiérrez representaba, en una sola empresa, el perfil de la economía de Mendoza en esos tiempos, apoyado en cuatro pilares fundamentales: agroindustria (fundamentalmente vitivinicultura), ganadería, comercio y transporte. Y ya se insinuaba un movimiento de liderazgo hacia pautas más modernas de actividad económica, con una bodega tecnológicamente muy avanzada, especies seleccionadas para la producción agrícola y los sistemas de transportes más dinámicos de la época.
Referencia
(1) El general Gutiérrez fue designado por el gobernador Lemos, con fecha 14 de mayo de 1831, Comandante General de Armas de la Provincia. Gutiérrez denunció inmediatamente el cargo, pero el 26 del mes de referencia el Gobierno insistió en el nombramiento, por lo que debió acceder, pero dificultades surgidas después le determinaron a presentar el 2 de agosto una nueva renuncia, que por segunda vez rechazó el gobernador Lemos, y en tales circunstancias se produjo la invasión de los indios que obligó a Gutiérrez a salir a campaña, en la que encontró la muerte.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Lacoste, Pablo – Viticultura y Política Internacional: El intento de reincorporar a Mendoza y San Juan a Chile (1820-1835) – Santiago de Chile (2006).
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
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