Facundo Quiroga en Buenos Aires

Facundo Quiroga (1789-1835)

 

Los últimos años de su vida, Juan Facundo Quiroga los pasa en Buenos Aires, adonde llega en diciembre de 1833, contento por el éxito de la Campaña al Desierto de la que fue partícipe junto a Juan Manuel de Rosas, pero confundido por las versiones que le hacen llegar las intrigas y los traidores acerca de un intento sedicioso por parte del general José Ruiz Huidobro, antiguo colaborador suyo en la campaña al Desierto, contra el gobernador de Córdoba, José Vicente Reinafé.


Durante la Expedición al Desierto, Facundo Quiroga había sido designado como Director General de la Guerra y bajo su tutela se hallaban las 3 divisiones que combatieron en el sur del país.  El nombrado general Ruiz Huidobro era, a la sazón, el jefe de la División del Centro.  Quiroga siempre fue un hombre correcto y el hecho que un hombre a su mando pudiese estar envuelto en un acto subversivo significaba para él algo indignante y vil.  El tiempo y los documentos, sin embargo, demostrarán que Ruiz Huidobro no tuvo nada que ver con el “complot” contra el gobernador cordobés Reinafé.  Ello quedaría evidenciado con el asesinato perpetrado contra el Tigre de los Llanos, años más tarde.


Quiroga, pues, vivió en Buenos Aires desde fines de 1833 hasta enero de 1835, cuando es mandado con suma urgencia a frenar una lucha fraticida entre las provincias de Tucumán y Salta.  En el camino, el 16 de febrero de 1835, lo asesinan cobardemente.

 

Sobre el Juan Facundo Quiroga “porteño” no hay muchas alusiones, quizás por esa tradicional costumbre de relacionarlo únicamente como de tierra adentro, de paisajes áridos, pobres y llenos de montoneras gauchas.  Es probable y suena lógico, pero hubo un riojano patriota que dejó su huella y su presencia en la ciudad capital de la Confederación Argentina.

 

Su vida en Buenos Aires

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Cuando se instala en Buenos Aires, Quiroga refiere que su vida política está prácticamente terminada, y que ha llegado el momento de enviar a escuelas porteñas a sus hijos, a recuperar su salud –sufría de reuma- y de atender sus bienes y su capital.  El Tigre de los Llanos no era millonario, a pesar de haber pertenecido a una familia tradicional y de buen linaje en los llanos de La Rioja.  Sus arrojos en las luchas por y para la causa federal le hicieron sacrificar varios fondos que el digno patriota jamás reclamó ni quiso que le devolviesen.  El edificio que en la actualidad ocupa el Sindicato de Luz y Fuerza sobre la calle Defensa al 453, barrio de San Telmo, fue antiguamente el lugar donde habitó Facundo Quiroga hasta un mes antes de su cobarde asesinato.


Ya en Buenos Aires se sostiene que Facundo Quiroga había decidido afeitarse periódicamente sus espesos bigotes y emprolijado sus robustas patillas.  No obstante ello, lo veían “irreprochablemente puesto, franco en el decir, sincero en el pensar, patriota siempre y desenvuelto y honrado en el sentir”.

 

La relación entre el brigadier general Juan Manuel de Rosas y Juan Facundo Quiroga nunca desmejoró.  El historiador revisionista Pedro De Paoli en su obra “Facundo” sostiene lo siguiente: “Facundo siguió siempre tan amigo de don Juan Manuel como el primer día, y apenas vuelve éste de la Conquista del Desierto, manifiesta deseos de visitarlo.  No existe un solo documento serio, una carta insospechable que de asidero a la idea de la enemistad de estos dos hombres”.  Otra muestra de ello será la designación de doña Encarnación Ezcurra, esposa del Restaurador de las Leyes, como apoderada general de los bienes de Facundo Quiroga.


El Tigre de los Llanos ayudó, mientras vivió en Buenos Aires, a muchas personas.  Una de ellas fue el señor Fortunato Baudrix, cuya hermana, Angela Baudrix, era la esposa del coronel Manuel Dorrego.  Habiendo quedado en la ruina, Fortunato Baudrix le hace entrega de valiosa documentación sobre el prócer Dorrego a Quiroga como garantía de un dinero que el caudillo riojano le prestara a aquél.  Devuelto ese dinero, Facundo Quiroga le restituye a Fortunato Baudrix toda la documentación histórica de Manuel Dorrego.  Como compensación por la ayuda que Quiroga le prestó a su hermano, la viuda de Dorrego, doña Ángela Baudrix, le regala “el bastón de mi finado Dorrego, para que como memoria de él lo use el señor general Quiroga que tan dignamente merece el nombre del Libertador de la República Argentina…”.


Entre octubre y noviembre de 1834 un muy joven Juan Bautista Alberdi –aún no intoxicado con ideas liberales, creemos- visita a Juan Facundo Quiroga en Buenos Aires, por recomendación del Gobernador de Tucumán, general federal Alejandro Heredia.  La nobleza de los caudillos federales fue ilimitada: el propio Heredia, al notar en Alberdi un hijo virtuoso de su provincia, le pagó todos sus estudios y su educación.  Y quería que Juan Bautista Alberdi tenga la posibilidad de viajar al exterior para profundizar su cultura.  Por ello solicita a Quiroga que le preste dinero para dicho viaje.  El propio Alberdi dirá de su encuentro con el patriota en sus “Obras Completas”: “El general Quiroga me acogió con mucha gracia.  Lo visité con repetición y muchas veces se entretuvo en largas conversaciones conmigo, ajenas del todo a la política.  Yo no me cansaba en estudiar, de paso, a ese hombre extraordinario.  A punto de emprender mi viaje para los Estados Unidos, el general Quiroga me dio una orden para el Banco de Buenos Aires, por toda la suma que debía servirme para trasladarme y residir un año en aquel país.  Al día siguiente le hice una visita respetuosa, en que tuve el gusto de restituirle su orden contra el Banco, renunciando al proyecto de viaje para los Estados Unidos”.  Cómo pagaría la patriota generosidad de los federales el masón Alberdi es historia conocida…


Sin entrar en las mentiras que la prensa unitaria destilaba acerca de un Facundo Quiroga “enemistado” de Juan Manuel de Rosas, pues los enemigos de la Patria siempre estaban al acecho, el Tigre de los Llanos ocupaba “las horas de la mañana para despachar su correspondencia, para lo que está a su lado don José Santos Ortiz”, según sostiene Pedro De Paoli en su obra.  Ortiz fue secretario personal del caudillo riojano, y su suerte quedó echada también en Barranca Yaco aquel 16 de febrero de 1835.


Tras una reunión secreta de finales de 1834 que mantuvieron Encarnación Ezcurra de Rosas y un mensajero aliado de Rosas proveniente de Montevideo con Facundo Quiroga, presagiaron que no todo era comodidad ni relajación para Facundo.  Los logistas unitarios, asentados en Uruguay, aparecían con mayor fuerza y presencia en diversas provincias argentinas, infiltrando las filas del federalismo.  Juan Facundo Quiroga, a partir de entonces, se hizo un hombre menos expuesto a los salones de la alta sociedad capitalina y cada vez más preocupado por el porvenir de la Patria.  Lo que siguió…lo que siguió es bien conocido por todos.

 

Fuente

De Paoli, Pedro – Facundo – Ed. Plus Ultra – Buenos Aires (1974)

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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Turone, Gabriel O. – Facundo Quiroga en Buenos Aires – Buenos Aires (2008)

 

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