Julio Secundino Dantas


Coronel Julio Secundino Dantas (1847-1922)

 

Nació en Buenos Aires en 1847, siendo sus padres Miguel Dantas y Manuela Cano, ambos argentinos.  Ingresó en la carrera de las armas, el 1º de junio de 1864, en clase de aspirante del Batallón 2º de Infantería de Línea.  Fue promovido a subteniente del mencionado cuerpo, el 12 de diciembre de 1864 y al estallar la guerra del Paraguay, marchó a incorporarse al ejército de operaciones, haciéndolo en mayo de 1865 en Esquina, al 1º Cuerpo, que mandaba el general Paunero; asistiendo a la toma de Corrientes, el 25 de aquel mismo mes y año, por lo que recibió la medalla de plata que otorgada a los vencedores en aquella ruda operación de guerra.  Tomó parte de la batalla de Yatay, el 17 de agosto, y en la rendición de Uruguayana, el 18 del mes siguiente; por lo que fue acreedor a las condecoraciones discernidas por los gobiernos oriental y brasileño, respectivamente.

 

Permaneció en el campamento de las Ensenaditas desde enero a abril de 1866, mientras se reorganizaba el ejército para penetrar en territorio enemigo, pasando con su batallón a formar parte de la 1ª Brigada de la 1ª División del 2º Cuerpo de Ejército, a las órdenes del general Emilio Mitre; estando el batallón a que pertenecía bajo el mando del teniente coronel Carlos Urien.  Asistió a las acciones de guerra siguientes: Paso de la Patria y toma de las fortificaciones de Itapirú, el 16 y 17 de abril de 1866; combate del Estero Bellaco, el 2 de mayo de igual año; combate para el pasaje del mismo Estero, el día 20 del mismo mes, y sangrienta batalla de Tuyutí, el 24 de igual mes y año.

 

El subteniente Dantas tenía el honor de ser abanderado del 2 de Línea.  “Dantas era un joven altanero, insubordinado, por lo que estuvo algunas veces preso; -dice José Ignacio Garmendia en su obra Recuerdos de la Guerra del Paraguay- pero leal amigo, corazón esforzado y generoso, y de un carácter noble y caballeresco; le dolía la disciplina, y conociendo que tenía temple de soldado, deseaba cuanto antes un ascenso espectable”.

 

En aquel carácter asistió a los combates de Yataytí-Corá, el 10 y 11 de julio de aquel año; y también a la batalla del Sauce o Boquerón, donde valerosamente se lanzó sobre las trincheras enemigas haciendo tremolar el estandarte glorioso de la Patria que la Superioridad había confiado a su custodia; una bala adversaria le tritura fuertemente la mandíbula y se desploma sin soltar el trapo sagrado que oprime aún con las últimas fuerzas que le restan.  El capitán Teodoro García y el subteniente Francisco B. Bosch, del 2 de Línea, se lanzan valientemente para recuperar la bandera que corre riesgo de caer en poder del enemigo.  El primero cede al segundo el honor de conducirla por su menor antigüedad, después de un abrazo que se dan frente a los atónitos adversarios.  Trabajo da a Bosch arrancar el estandarte que oprimía fuertemente Dantas y fue necesario un esfuerzo cruel para arrancárselo.

 

Los batallones retrocedieron sin guardar formación, en un desorden silencioso, y el supuesto cadáver de Dantas quedó tendido al pie de la trinchera; fue en estas circunstancias que su valiente asistente, el soldado Enrique Flores, hombre de aspecto varonil, se lanzó al campo enemigo con resolución suprema, convulsionado su espíritu en ese instante, y venciendo las vacilaciones materiales, en un arranque de sublime abnegación se aproximó rápidamente al moribundo abanderado, lo tomó por debajo de los brazos, y levantándolo con fuerza hercúlea, se lo echó a la espalda y empezó a correr de regreso al campo aliado.  En aquellos momentos se escuchó una voz estentórea que en guaraní decía: “¡No maten a ese patas blancas!”.

 

En esta forma salvó la vida el subteniente Dantas, pues si bien la herida era gravísima, su existencia logró vencer a la muerte, siendo conducido al Hospital Militar de Buenos Aires, permaneciendo justo un año en cura.  Por tan valerosa conducta el Gobierno le extendió despachos de teniente 1º con antigüedad del 18 de julio de 1866, fecha en la que fue herido.  Dantas llegó a Buenos Aires el 14 de febrero de 1867 en el vapor inglés “Espigador”, siendo inmediatamente internado en el Hospital “para la curación de sus heridas”, según nota del Ministro al Inspector de Armas, de fecha 21 del mismo mes.  Restablecido, en julio de igual año regresó para reunirse a su batallón, asistiendo a las operaciones en torno de la posición de Tuyú-Cué hasta fines del mismo año.

 

El 15 de enero de 1868 obtuvo su baja del ejército de operaciones y el 26 de febrero del mismo año el Gobierno dispuso revistara en la P. M. I., mientras gestionaba su incorporación al Cuerpo de Inválidos; expidiéndosele con igual fecha el despacho de capitán de infantería de línea.  Con fecha 30 de mayo del año de referencia, logró su retiro a Inválidos con las dos terceras partes de su sueldo, de acuerdo a la ley de la materia.  El decreto respectivo le había concedido el retiro como teniente 1º, pero un reclamo del interesado, modificó aquél, declarándolo en tal situación como capitán, el 26 de setiembre.

 

El 12 de noviembre de 1868 se dirigió al Gobierno, expresando que se encontraba apto para desempeñar un puesto administrativo, y pedía llenar una vacante existente en la Inspección y Comandancia General de Armas.  Al día siguiente, el general Conesa, jefe de esta repartición, informaba favorablemente aquella solicitud; por lo cual, el 14 de noviembre, el presidente Sarmiento decretó el pase de Dantas a la Inspección General.

 

El 1º de febrero de 1869 ascendió a sargento mayor graduado, y el 26 de junio de 1871 fue destinado como jefe del “Polvorín de Cueli” (actual invernadero del Jardín Botánico de Buenos Aires); cargo que ejerció hasta el 21 de febrero del año siguiente, en que se dispuso volviera a revistar en el “Cuerpo de Inválidos” con la parte del sueldo que le fue asignada.

 

Posteriormente prestó servicios militares, por lo cual el 10 de setiembre de 1879 ascendió a teniente coronel graduado.  En la revolución de Buenos Aires, en junio del año siguiente tuvo participación como defensor de la ciudad.  Dado de baja del ejército, obtuvo su reincorporación en 1883, recibiendo la efectividad de teniente coronel, el 10 de setiembre de 1885; pero orientando sus actividades hacia las luchas políticas fue sucesivamente comisario de policía, jefe de policía y finalmente, diputado nacional.

 

Dantas fue jefe de policía de Buenos Aires desde el 1º de setiembre hasta el 9 de diciembre de 1880.  Ejerció el cargo de diputado al Congreso Nacional por los períodos siguientes: del 11 de mayo de 1883 al 30 de abril de 1886; del 1º de mayo de 1886 al 30 de abril de 1890; del 1º de mayo de 1890 al 30 de abril de 1894; del 1º de mayo de 1898 al 30 de abril de 1900; del 1º de mayo de 1900 al 30 de abril de 1904; y del 1º de mayo de 1904 al 30 de abril de 1908.

 

Siempre representó a la provincia de Buenos Aires en tan largo lapso de tiempo y su paso por la Cámara dejó recuerdos indelebles de su recia personalidad, reuniendo en su figura de inconfundible tipo militar, los prestigios que le daban su pasado y su presente en medio siglo de sacrificios y servicios en bien del país y de sus instituciones.

 

Estas cualidades las conservó hasta sus últimos tiempos de su existencia, sorprendiéndole la muerte casi de improvisto, cuando aún su gallardo aspecto de fuerte y sana ancianidad era toda una evocación de un pasado de luchas y heroicos sacrificios para sus conciudadanos.  Obtenido su retiro militar el 1º de enero de 1906, fue incluido en la “Lista de Guerreros del Paraguay”, gozando de todos los privilegios correspondientes a los gloriosos veteranos de aquella cruenta lucha.  Alejado de las actividades cívicas, el teniente coronel Julio Dantas vivió sus años postreros entregado a tareas rurales y a su hogar, en el que era el ejemplo viviente de las altas cualidades de espíritu.

 

El teniente coronel Julio Secundino Dantas falleció en Buenos Aires, a las 20.15 hs del día 29 de enero de 1922 a los 74 años de edad, victima de una “angina pectoris”.  Había contraído enlace en esta Capital, el 27 de junio de 1868, con Margarita Caro, de 22 años, hija de Pedro Caro y de María Orona; la que falleció antes que su esposo.

 

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

Garmendia, José Ignacio – Recuerdos de la guerra del Paraguay – Buenos Aires (1890).

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Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938)

 

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