Hablar de los antiguos cuarteles de Buenos Aires, es quizás algo atrevido, ya que hubo muchos en diferentes épocas y que prestaron distintos servicios de acuerdo a las necesidades político-militares que se iban presentando en el Virreinato y luego en las Provincias Unidas del Río de la Plata; como por ejemplo las invasiones inglesas y posteriormente la guerra de la independencia.
No fue Buenos Aires, durante la época de los Gobernadores o sea entre 1617 y 1776, una ciudad con gran cantidad de fuerzas militares, porque las tropas que la defendían no constituían un número elevado. La custodiaban el Regimiento “Fijo”, así llamado por estar permanentemente en la ciudad la “Guardia Provincial” o de la provincia del Río de la Plata; el escuadrón de “Dragones de Buenos Aires” y el de “Blandengues de la Frontera”; tropas de Caballería estos dos últimos.
Los “Blandengues de la Frontera”, llamados así porque habían “blandido” o agitado sus lanzas en señal de homenaje, el día de presentación ante las autoridades; tenía su acuartelamiento fuera de los límites de la Unión, como en aquella época se llamaba a la ciudad. Estaban distribuidos en diferentes “guardias” o puestos avanzados, como por ejemplo Luján.
De acuerdo con los planos más antiguos de Buenos Aires (Alfredo Taullard, Ediciones Peuser, Bs. As. 1940), hemos podido ubicar un par de cuarteles en el entonces indefinido damero que formaba por aquella época la ciudad. Son ellos: el Cuartel de “Dragones” y el Cuartel de la “Ranchería”.
El cuartel del Escuadrón de “Dragones”, estaba situado frente a la Iglesia de Santa Catalina, en el antiguo barrio de La Merced o de Catedral al Norte, más o menos donde se encuentra el edificio de las Galerías Pacífico, en la esquina de las calles Viamonte y San Martín.
El cuartel de la Ranchería ocupaba un amplio terreno en la esquina Sudeste de las actuales calles Perú y Moreno, llamadas en aquella época del Correo y San Francisco, respectivamente; y debía su nombre al barrio donde estaba situado. Aunque no se sabe en realidad de dónde proviene el nombre de la “ranchería”.
Posiblemente dicho paraje tomó ese nombre a consecuencia de que los indios amansados por los Padres Jesuitas, habían construido allí sus ranchos. Los padres tenían el Colegio enfrente de esa manzana de la “ranchería”, donde en tiempos del Virrey Vértiz, existió el primer teatro que hubo en Buenos Aires.
En 1812, al crear el general José de San Martín el famoso Escuadrón de “Granaderos a Caballo”, recibió como alojamiento el cuartel de la Ranchería; el cual ocuparon los Granaderos, desde marzo hasta mayo de ese año, época en que se trasladaron al Cuartel del Retiro. (Documentos de su traslado. Archivo General de la Nación).
Respecto a este cuartel, diremos que desde fines del siglo XIX hasta principios del siglo XX, la manzana de la “ranchería”, delimitada por las calles: Alsina, Perú, Moreno y Chacabuco, estuvo ocupada por el famoso Mercado del Centro o “Mercado Viejo”.
La primera invasión inglesa en 1806, trajo la urgente necesidad de buscar alojamiento para los Batallones Cívicos, es decir, formados por ciudadanos civiles; recientemente creados y que defenderían la ciudad durante las gloriosas jornadas de 1807. De esta tarea se encargó el Cabildo, autoridad semejante a la municipalidad de nuestros días. Dicha asamblea decidió entonces dar solución al problema alquilando algunas casas particulares. En la reunión del 22 de setiembre de 1806 se decide terminar con el alquiler de la casa del Brigadier Miguel de Azcuénaga, situada en el barrio de Monserrat (donde ahora está el Ministerio de Desarrollo Social); la que un tiempo antes se había tenido en cuenta para cuartel, pero no se había usado nunca como tal.
El 18 de febrero de 1807, se comisiona al Alcalde de 1er Voto, autoridad máxima de la Ciudad, para que disponga y prepare cuarteles.
Por esta disposición, en el Cabildo (así se llamaban las reuniones del mismo) del 25 de febrero de 1807, se dio lectura al ofrecimiento del Obispo de Buenos Aires cediendo la casa del Seminario para alojar el Cuerpo de Catalanes, integrado éste por gente nativa de aquella provincia española. Este ofrecimiento fue aceptado en la asamblea del 30 de abril, teniendo en cuenta la comodidad y situación del Seminario; el que estaba al lado del Cabildo, donde hoy comienza la Avenida de Mayo.
Este edificio de dos pisos, nunca desempeñó en realidad funciones de Seminario. Más tarde, funcionó en él, el Departamento Central de Policía; hasta que fue demolido en 1884.
Como resultado de todas estas disposiciones (actas del Extinguido Cabildo de Buenos Aires. Archivo General de la Nación), poco a poco los Batallones fueron ubicados en edificios amplios y adecuados para la nueva función que cumplirían. Así tenemos entonces, al Cuerpo de “Arribeños”, formado por soldados provenientes de las provincias del Norte, alojado en el convento de La Merced; a los “Catalanes” en el Seminario; a los “Patricios” en el Cuartel de las Temporalidades; a los negros del Cuerpo de “Pardos y Morenos” en el cuartel “de Misiones”, etc.
El cuartel de “las Temporalidades”, así llamado por pertenecer a la Junta que desde 1767 administraba los bienes temporales o sea materiales, de los Jesuitas, expulsados por Carlos III de todos los dominios españoles en América, ocupaba el edificio del antiguo Colegio Máximo de San Ignacio, al lado del Templo del mismo nombre y situado en el lugar donde se encuentra el Colegio Nacional “Buenos Aires”.
Durante las heroicas jornadas de 1807, desde las ventanas del célebre cuartel, se combatió con denuedo al enemigo inglés; protagonizándose acciones de temerario valor, tanto por parte del enemigo como por los “Patricios”.
También en este cuartel se festejó el triunfo de la batalla de Suipacha, en un banquete realizado en noviembre de 1810; hecho este último, que tendría gran repercusión en el aspecto político de los primeros momentos de la revolución de Mayo.
El hecho ocurrió de la siguiente manera, un oficial llamado Atanasio Duarte, que posiblemente se hallaba algo bebido, hizo un brindis en honor del Brigadier Cornelio Saavedra y de su señora, llamándolos al parecer “futuros emperadores de América”. Después parece ser, que colocó en forma simbólica dos coronas de papel dorado sobre la cabeza de Saavedra y de su señora.
El hecho ha trascendido de la forma dicha, pero no se tienen conocimientos concretos del mismo.
Enterado al día siguiente del asunto ocurrido en el banquete, el Secretario de la Primera Junta Mariano Moreno, quien no había concurrido al mismo, en un momento, quizá de enojo, redactó el famoso “Decreto de Honores”. En dicho documento se condenaba al oficial Duarte, diciendo que “ningún argentino ni ebrio ni dormido, debía atentar contra la Libertad de su país”. También se suprimía todo tipo de honores para los integrantes de la Junta.
La consecuencia de este documento fue la posterior división entre Saavedra y Moreno y el futuro alejamiento de este último de la función de Secretario de la Junta de Gobierno.
También entre los muros de este viejo cuartel, se protagonizó la famosa “revolución de las trenzas”; que trajo como consecuencia la supresión del famoso Regimiento de Patricios, el cual sería reincorporado de vuelta en el Ejército en 1812.
En 1811, el Gobierno ordenó a los “Patricios” que se cortaran la trenza con que peinaban sus largos cabellos. Esta trenza o coleta, era el orgullo de estos soldados; los únicos que tenían el privilegio de seguir usándola.
Al conocer esta disposición del Gobierno, el Regimiento de Patricios se sublevó. Por supuesto, detrás de todo esto, había motivos de carácter político; la cuestión de las coletas, fue solamente un petexto.
Varios días duró el asedio al Cuartel de las Temporalidades, dentro del cual, los “Patricios” se habían atrincherado. Finalmente, luego de ser vencidos, se les cortó la trenza y el Regimiento fue suprimido.
En las posteriores exploraciones que se hicieron de las galerías subterráneas que cruzan la manzana en varias direcciones y que día a día van apareciendo, se dice que encontraron varias bayonetas oxidadas y algunas trenzas, episodio que tuvo gran repercusión en el Buenos Aires de principio del siglo XX.
Cuando el Regimiento de Patricios partió para la 2ª Campaña del Alto Perú en 1812, el edificio del cuartel quedó nuevamente vacío hasta que en 1818 fue ocupado por el Colegio de la Unión del Sur, fundado por Pueyrredón en 1818.
Diversos colegios ocuparon posteriormente el edificio, el cual devolvió a los Jesuitas el Brigadier Juan Manuel de Rosas, durante su gobierno. Se llamó luego Colegio de Ciencias Morales y desde 1862, Colegio Nacional de Buenos Aires.
Dependiente primero del Estado y luego de la Universidad, es ahora el Colegio Nacional “Buenos Aires”. Aún hoy entre sus muros, podemos ver algunos viejos claustros de la época colonial.
Cuartel de Misiones
Detrás de la iglesia de San Ignacio y a espaldas del cuartel de “Patricios”, existía un amplio local llamado “Proveeduría o Depósito de Misiones”, donde los Padres Jesuitas guardaban justamente, los productos procedentes de sus Misiones o Reducciones que poseían en el litoral argentino-paraguayo.
Pues bien, en ese lugar se alojó el Batallón de “Pardos y Morenos”, por lo que vino a ser conocido como cuartel de “Misiones o de Pardos y Morenos”.
Durante la época de Rivadavia, funcionó en el mencionado edificio el Museo de Ciencias Naturales. Más tarde fue ocupado por la Universidad Nacional; funcionando luego allí parte de la Facultad de Ciencias Exactas, en la calle Perú 22.
Cuartel del Retiro
En el mes de mayo de 1812, después de haber ocupado por espacio de dos meses el Cuartel de la Ranchería, el Regimiento de Granaderos a Caballo se trasladó al cuartel “del Retiro”. Podemos situarlo aproximadamente en el cruce de las actuales calles Arenales y Maipú, frente a la estatua del Libertador y dando sus espaldas al río, el cual, en aquella época llegaba hasta allí. Hallábase en una zona alejada de la ciudad, donde había quintas y que precisamente se llamaba el “Retiro”.
Lo rodeaba un gran espacio abierto, muy apropiado para los ejercicios militares y que después de 1807 fue conocido como “Campo de la Gloria” en honor de los héroes de las Invasiones Inglesas. Más tarde se lo conoció como “Campo de Marte” y es actualmente la plaza San Martín.
El cuartel era un edificio grande y cuadrado, rodeado de galerías y con amplios patios en su interior. Desde 1802 había pertenecido a la Plaza de Toros del Retiro; así llamada esta última porque había otra en el barrio de Monserrat. Esta dependencia fue transformada en cuartel a consecuencia de las invasiones inglesas y de la guerra de la Independencia comenzada en 1810.
En tiempos de Juan Manuel de Rosas, y más tarde, alojó a varios Regimientos; siendo el último el de “Guardias Provinciales”. Luego de varias explosiones, fue demolido en 1894 dando espacio para la Plaza San Martín.
Cuartel de la Convalecencia
Pero si bien nos hemos referido a dos cuarteles famosos e importantes, ampliamente conocidos, nos ocuparemos ahora de otro cuartel llamado de “la Convalecencia”, totalmente desconocido y que ha permanecido en el olvido.
Cuando los Escuadrones 3º y 4º del Regimiento de Granaderos a Caballo volvieron de la Campaña de la Banda Oriental (Uruguay), la que había comenzado en 1811 y terminado en 1815, fueron alojados en el Fuerte de Buenos Aires, lugar totalmente inadecuado para alojar tropas de Caballería, puesto que no tenía ninguna clase de comodidades y tampoco caballerizas. A pedido del Comandante del Regimiento coronel José Matías Zapiola, que reemplazaba al general San Martín, quien se encontraba en ese momento en el Norte; los Escuadrones fueron trasladados a los cuarteles del Campamento de la Convalecencia, el que ocuparon hasta fines de 1815 y que había alojado antes al Regimiento 10 de Infantería. Los granaderos dejarían ese cuartel a principios de 1816, cuando fueron a incorporarse en el Ejército de los Andes. (Tcnl Camilo Anschutz – Historia del Regimiento de Granaderos a Caballo. Tomo I, página 200). Respecto a los antecedentes de este cuartel de la Convalecencia, sabemos lo siguiente: desde 1734 hasta 1767 estos terrenos habían pertenecido a los Padres Jesuitas, llamándose “Chacra de Belén” por depender de la Residencia del mismo nombre; luego fue Cárcel de Mujeres e Iglesia de San Telmo en la calle Humberto 1º 340.
Expulsados los Jesuitas en 1767, fueron reemplazados por los Padres Bethlemitas, a quienes por la larga barba que usaban se los llamaba “barbones” y que instalaron el Hospital de Hombres en la Chacra de Belén. Al lado de la mencionada chacra, y en la de ellos propia, que tenían desde 1748, hicieron algunas construcciones destinándolas a los convalecientes del Hospital. De allí entonces, viene el nombre de la “Convalecencia”. Años más tarde, este edificio fue destinado a cuartel, y en calidad de tal subsistió hasta la época de Rosas.
En 1851 se instaló allí un Manicomio de Mujeres, llamado de “las Mercedes” desde 1873 y que actualmente es el Hospital Neuropsiquiátrico Braulio A. Moyano en la calle Brandsen.
Cuartel de los Restauradores
Ocupaba un edificio en la esquina Sudeste de México y Defensa, el cual hasta 1767 había pertenecido a los Padres Bethlemitas. En 1835 estaba alojado en él, el famoso Regimiento “del Restaurador”, favorito de Rosas.
Por ley Nº 911 del 15 de octubre de 1877, el presidente Nicolás Avellaneda inauguraba en este viejo cuartel, en julio de 1880, el Palacio destinado a la primera casa de la Moneda, aún existente y que es sede del Servicio Histórico del Ejército, y Archivo General del Ejército.
Cuartel del Parque de Artillería
El cuartel del Parque o Arsenal de Artillería del Ejército, estaba situado en la manzana comprendida por las calles Lavalle, Talcahuano, Uruguay y Tucumán; donde hoy se levanta el Palacio de Justicia frente a la plaza Lavalle. Por lo pesado de su aspecto se parecía mucho a la vieja Cárcel de la calle Caseros. Fue escenario principal de la Revolución de 1890 contra el presidente Juárez Celman.
En estas líneas hemos tratado de rescatar del tiempo algunos edificios célebres, ligados al pasado de nuestra ciudad y también a nuestra historia.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Bottini Caride, Atilio – Antiguos cuarteles de Buenos Aires
Todo es Historia – Año V, Nº 51, Julio de 1971
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