Terremoto en La Rioja

Terremoto en La Rioja, 27 de Octubre de 1894

 

Ha dicho Manuel Mercado: “El espantoso terremoto conmovió las fibras más íntimas del poblador riojano que quedó sin abrigo, sin techo, durmiendo y comiendo a la intemperie, conservando sí, su amor, su gran amor, al suelo de sus bisabuelos”.  Y ese terremoto fue el 27 de octubre de 1894.  Ese día, según los posteriores relatos, se presentaba como uno más de los tantos días luminosos de la primavera riojana, tal vez un poco caluroso pero no mucho más que otros a esa altura de la estación.  A pleno sol la siesta habría sido insoportable, pero a la sombra de los añosos algarrobos, de los frescos álamos o de las amplias galerías tal vez se podía pasar cómodamente.

 

Iban a ser las 4 y media de la tarde cuando de pronto se sintió un sordo ruido como de un tropel que venía marchando desde Vargas, luego un par de sacudones fortísimos que en escasos segundos dejó a la ciudad prácticamente en escombros, para culminar con un suave movimiento ondulatorio.

 

La sorpresa por lo inesperado, el temor de quedar atrapados por las casas que se derrumbaban y la sensación de impotencia habrá sido tal vez el sentimiento que dominó a los escasos 14.000 habitantes que entonces tenía la ciudad capital de La Rioja.  Las casas, en gran parte construidas de adobes y cantos, se habrían constituido en ratoneras de las que era imposible salir.

 

Para esa época gobernaba los destinos de La Rioja, el Dr. Guillermo San Román y hacía escasamente dos años que se encontraba al frente del gobierno.  Ajustado al esquema político dominante concretaba hechos materiales que de alguna manera beneficiarían a la provincia, mientras su gestión se desarrollaba en un momento tranquilo de la política pueblerina, sólo alterada a veces por los trabajos más o menos embozados de la camarilla de los Bustos.  Ya habían pasado muchos años desde la última montonera y el riojano había aprendido a vivir dentro de los patrones impuestos por la ciudad-puerto.

 

El sismo

 

Fue una tarde terrible aquella del 27.  El polvo que se levantó luego del terremoto era tan abundante que el sol poco a poco fue perdiendo su brillo.  El quejido de los heridos, el llanto de los niños, el desconcierto general y la ciudad prácticamente en el suelo eran hechos reales difíciles de aceptar, como una pesadilla.  Cómo podría ser posible si en sus trescientos años de existencia nunca había pasado algo semejante, ni siquiera cuando el terremoto de Mendoza que conmocionó a toda la región cordillerana.  Por suerte la noche sería templada y bien podría pasarse a la intemperie.

 

Del primer recuento de los daños ocasionados, y según lo establecen crónicas posteriores, el cuadro habría sido sobrecogedor.  Una gran mayoría de las casas estaban en el suelo y casi todos los edificios públicos fueron afectados por el sismo.

 

De las iglesias de La Rioja sólo la de Santo Domingo resistió el temblor sin que prácticamente se hubieran producido en ella averías de importancia, a excepción del campanario que se derrumbó en partes.  Esta iglesia, la más antigua de la ciudad pues data de 1623, había sido construida por los indios de la encomienda de don Pedro Ramírez de Velasco, estando constituidas sus paredes de gruesos cantos rodados ligados con argamasa que le otorgaban una solidez que no poseían las otras.

 

La Iglesia Mayor, ubicada frente a la plaza principal quedó parcialmente destruida y hubo que apuntalar sus paredes.  Al respecto de un cementerio que se ubicaba a un costado de ella nos dice Manuel Mercado: “… El cementerio adyacente –lado Este- sobre la actual calle 25 de Mayo, reventó arrojando muchos de sus féretros.  La mitad del templo a duras penas está salvado”.

 

La Iglesia de San Francisco, ubicada a una cuadra al norte de la plaza principal, era entonces de adobes y tenía un techo de paja a dos aguas, siendo totalmente destruida por el movimiento sísmico.

 

La antigua Iglesia de San Nicolás, que había sido demolida en 1872, se encontraba, cuando el terremoto, en un avanzado estado de reconstrucción.  La obra ya estaba parcialmente habilitada para el culto, aunque aún allí no se encontraba el santo patrono de La Rioja.  De ella nos dice el Pbro. Juan C. Vera Vallejos: “… Aunque inconclusa, se habían levantado tres naves en piedra, ladrillo y cal, de 39,10 metros de largo por 18,45 de ancho y 7,05 en su nave central estilo romano, y arcos bajos con la fachada del mismo estilo que le darían un aspecto de un grave y majestuoso edificio”.  Luego continúa: “… Estaba de Dios sin embargo que no sería aquel templo ni la sede definitiva de San Nicolás en La Rioja, pues siete años más tarde, el 27 de octubre de 1894, un espantoso terremoto conmovía a la ciudad y su provincia echando por tierra o inutilizando casi todos los templos.  El templo inconcluso pero ya habilitado de San Nicolás quedó pues abandonado en esa mole de piedra y ladrillo, semejante a las ruinas de los antiguos romanos, que llamamos actualmente San Nicolás viejo, indicando así lo que era entonces un orgullo y una aspiración que no llegó a convertirse en completa realidad”. 

 

Según las crónicas, en realidad la destrucción de la obra fue sólo parcial siendo una de las causas del abandono una amplia grieta en el suelo de unos 6 metros de longitud, que atravesaba la nave habilitada y que hacía peligrar su estabilidad.

 

La destrucción de la mayoría de las iglesias o su inutilización, al parecer no amilanó el espíritu de los riojanos.  Su entonces vicario, doctor Rosendo de la Lastra y Gordillo, habilitó de inmediato una capilla en el kiosco que se encontraba frente a la Iglesia Matriz en la plaza principal.

 

Otro de los edificios afectados fue el Colegio de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, ubicado al este del templo de Santo Domingo en la misma manzana, habiendo sido prácticamente destruido y pereciendo bajo sus escombros tres hermanas de caridad.

 

La Casa de Gobierno era un edificio de dos plantas con cinco grandes puertas al frente y un amplio balcón en el piso superior.  La fuerza del terremoto hizo derrumbar toda la parte alta y produjo algunas grietas en el resto del edificio.

 

Actividades posteriores

 

Entonces el medio más rápido de comunicación exterior era el telégrafo que unía a La Rioja con Córdoba y Buenos Aires.  Lamentablemente tanto la casa que albergaba la oficina como así también numerosos postes fueron afectados por el sismo de manera tal que por varias horas se interrumpieron las comunicaciones.  Recién en las primeras horas del día siguiente pudo restablecerse el contacto con el exterior de la provincia, una vez que se hubieron levantado las líneas caídas y reacondicionado los aparatos.

 

El primer telegrama que partió para Buenos Aires comunicando el desastre fue uno firmado por el mismo gobernador, quien dirigiéndose al ministro del Interior expresaba: “Rioja 28 – 8.30 a.m. – Oficial.  Telegrafío a V. E. sobre las ruinas completas de La Rioja.  Ayer a las 4.30 p.m. sintióse un espantoso terremoto que conmovió violentamente la tierra por 26 segundos consecutivos, dando tan violentos sacudimientos que los edificios caían en todas direcciones envueltos en una nube de polvo que cubrió súbitamente por completo el horizonte.

 

“El cuadro era aterrador, los habitantes huían despavoridos por las calles unos, otros al fondo de los sitios buscando la salvación en claros del terreno.  Todo era espanto y confusión.

 

“Templos, edificios fiscales y de las escuelas, todo, todo señor ministro, ha sufrido desastrosamente, pues lo que no se ha desplomado queda por desplomarse y más como un peligro que como un techo para abrigar a sus dueños.  Felizmente las víctimas conocidas hasta estos momentos que principiamos a remover los escombros no pasan de ocho, entre ellas dos hermanas del colegio de esclavas.

 

“La hora del terremoto ha evitado millares de víctimas que habrían sucumbido irremediablemente si la catástrofe hubiera sido de noche.  Ayer, y hoy mismo la población toda se mantiene al raso en campamentos formados en las plazas y quintas, siendo un verdadero peligro las casas que han logrado mantenerse en pie, pero como decía en completo deterioro.

 

“De la campaña principian a llegar noticias también desconsoladoras, parece que todas las poblaciones de la provincia han caído bajo el terrible desastre. – San Román.  Gobernador”.

 

Bien elocuente eran las palabras de la comunicación del gobernador.  Para efectuar las tareas de remoción de los escombros y demolición de las casas muy afectadas por el temblor, el gobierno creó una serie de cuadrillas de obreros, como asimismo dictó una serie de normas generales que prohibían la circulación de todo tipo de carruajes dentro del perímetro de la ciudad en prevención de los inconvenientes que ellos podrían provocar a los pobladores que se habían afincado en las calles.  También el jefe del batallón de ingenieros de la Guardia Nacional, alférez Uhart, dispuso que la tropa bajo su mando acudiera prontamente con pico y pala en ayuda a las tareas de apuntalamiento y del despeje de los escombros.

 

Luego del temblor y durante todo el día siguiente se dejaron sentir cortos sacudimientos que en más de una oportunidad ponían en vilo a la población, aunque ninguno de ellos alcanzó efectos destructores.

 

Para entonces, tal como lo decía el gobernador en su telegrama al ministro, la población se había instalado en las plazas de la ciudad y en los fondos y calles, en lo posible bien alejados de las casas aunque éstas aún fueran habitables.  Por suerte, según las noticias, esos días eran secos y cálidos aunque algo ventosos.  El mayor temor lo constituía la posibilidad de que lloviera, complicando el estado sanitario de la población obligada a vivir a la intemperie.  Según un cable fechado en La Rioja el 31 de octubre: “… El doctor San Román estableció su comedor en una cochería y duerme como sus ministros y familias en la plaza pública”.  También dicha noticia comentaba sobre algunas personalidades de la élite riojana tales como: “… La presidenta de la Sociedad de Beneficencia doña Eloisa G. de Frías, cuya casa yace en escombros, habiendo aplastado todos sus muebles reduciéndolos a astillas, vive hoy con su familia bajo los naranjos y una carpa improvisada”.

 

Restablecidas y normalizadas las comunicaciones en la tarde del domingo 28 se envía un nuevo telegrama ampliando el anterior del gobernador y haciendo un sumario recuento de los daños ocasionados por el temblor.  El mismo decía: “Rioja, 28. – 6,10 p.m. – El día veinte y siete del corriente a las 4,25 p.m. tuvo lugar un fuerte sacudimiento de tierra arruinando a casi toda la ciudad.

 

“Numerosas casas han caído desplomadas totalmente y la casi totalidad no pueden ser habitadas con confianza.

 

“Los edificios públicos que han quedado inutilizados son los siguientes: Piso alto de la Casa de Gobierno, casa de los tribunales,  colegios normales de varones y niñas, colegios de las hermanas del Corazón de Jesús, los templos de La Merced, San Nicolás y la Matriz.

 

“Las desgracias personales ocurridas son insignificantes.  Hay cuatro muertos y siete heridos o contusos.  Esto se explica por la hora en que ha ocurrido la catástrofe y la circunstancia de que todas las casas tienen grandes patios y huertas donde ha podido salvarse la población.

 

“La ciudad presenta un aspecto verdaderamente desconsolador y un pánico espantoso domina los espíritus.

 

“Las plazas, calles y huertos alojan a numerosas personas.  No se encuentra una calle que no esté obstruida por los escombros.

 

“En los departamentos de Chilecito, Castro Barros y en la población de Sanagasta ha ocasionado bastante perjuicios el terremoto pero no hay desgracias personales que lamentar.

 

“Entre las ocurridas en la ciudad figura una hermana del Colegio del Corazón de Jesús que ha fallecido y la madre rectora que ha sufrido leves lesiones.

 

“El temblor comenzó con un movimiento ondulatorio de sur a norte.  A principios fue suave y luego violento; ha durado veinte y seis segundos”.

 

La misma tarde del domingo el gobernador San Román se dirigió a la población de La Rioja con el fin de infundirle ánimos ante tanta desventura.  Algunos párrafos de su alocución pudieron ser rescatados por los cronistas del suceso, los que destacaron el sentimiento puesto en ella y de la cual algunos de ellos transcribimos a continuación: “… La catástrofe acaecida en la tarde del día de ayer donde hemos visto hundirse en escombros, en menos de un minuto, los esfuerzos y los sacrificios de muchos años, lejos de abatirnos debe retemplar el espíritu público para seguir en la lucha por la vida aún contra los desastres y calamidades públicas.

 

“Los pueblos como los individuos, cuando llevan un gran corazón, no se abaten ante los golpes del infortunio.  Por el contrario es, en esos momentos solemnes de las duras pruebas, cuando alzan con más altivez la frente, surgiendo del pedestal mismo de sus mayores desgracias, que fueron, son y serán siempre un lote obligado de las inconstancias de la vida humana”.

 

El terremoto en el interior de la provincia

 

Al día siguiente del terremoto comenzaron a recibirse noticias sobre la magnitud que había alcanzado en el interior de la provincia.  Desde Chilecito un cablegrama daba cuenta de la acción del mismo de la siguiente manera: “Chilecito, 28 – Ayer a las 5 de la tarde dejóse sentir un fuerte temblor que puso en alarma a toda la población.  La duración ha sido de más de un minuto y de tal fuerza que no se recuerda otro igual después del de Mendoza.

 

“Muchos son los edificios que han sufrido desperfectos.  En los estantes de las casas de negocios pocas son las botellas que quedaron de pie.

 

“La mayor parte de los relojes de pared se pararon.  Felizmente no se conocen desgracias personales

 

“El telégrafo quedó interrumpido entre La Rioja y ésta.  La dirección del temblor ha sido de oeste a este”.

 

En los días sucesivos continuaron llegando noticias a la ciudad capital y no todas ellas eran alentadoras para el espíritu de sus gobernantes.  De muchos puntos se carecía de información y lógicamente ello creaba un estado de expectativa, alimentado por el temor de que la acción del temblor haya sido de características desastrosas.

 

Casi junto a las noticias de Chilecito llegaron otras provenientes de la Costa informando que en Anillaco y en Aminga habían caído los respectivos templos, como así también numerosas casas, muriendo un niño aprisionado entre los escombros.  De Aimogasta y de Los Sauces se supo que habían caído numerosas tapias como así también algunas casas sin que se hubiere registrado desgracias personales.

 

Desde Chamical se dio parte sobre los efectos del terremoto en dicha localidad, contabilizándose la destrucción de 30 casas y habiendo perecido bajo los escombros dos niños, hijos de don José Vera, un vecino del lugar.

 

En el pueblo de Sanagasta, a escasos treinta kilómetros de la ciudad capital y enclavado en el valle que lleva su nombre, la destrucción fue casi completa.  La población, al igual que la de La Rioja, vivía a la intemperie atemorizada por los cortos temblores que siguieron al terremoto en los días sucesivos y que, según las informaciones, producían derrumbes en la falda de los cerros repercutiendo en el valle como si fueran “estampidos de cañones”.

 

En Guandacol la destrucción del pueblo fue casi total, mientras que en la estancia Santa Clara se desplomó el edificio sepultando bajo los escombros a la señora y dos hijos de don Juan Herrera.

 

En Villa Unión, cabecera del departamento General Lavalle, los mejores edificios habían quedado reducidos a escombros y habíanse abierto grietas en el suelo que llegaban a tener más de 10 centímetros de ancho y hasta cuadra y media de longitud, a través de las cuales manaba abundante agua y barro, formando amplias lagunas o charcos.

 

Afortunadamente, para contrapesar este panorama desolador, las poblaciones de Villa Castelli y Vinchina, si bien habían sentido fuertemente el temblor, éste no produjo prácticamente grandes daños materiales.

 

Repercusión del temblor en el país

 

La onda sísmica, que como veremos más adelante se debió haber originado en la región precordillerana-cordillerana del área limítrofe entre las provincias de San Juan y La Rioja, se propagó rápidamente hacia otros centros poblados, generando en algunas localidades verdaderas escenas de pánico.

 

Si bien en esta nota hemos analizado más detalladamente la acción del terremoto en La Rioja, no podemos olvidar que el mismo también se dejó sentir con particular intensidad en la ciudad de San Juan, llegando a provocar una destrucción similar a la de La Rioja en las localidades norteñas de la región precordillerana tales como Jáchal, Huaco, Iglesia y Malimán.

 

A las 10 de la noche del día 27 llegó la primer noticia sobre los efectos del terremoto en San Juan: “Urgente: Una catástrofe cuyas proporciones no es dado precisar aún enluta a la provincia de San Juan.  El temblor de tierra que a las 5 de la tarde se sintió en esta capital ha sacudido violentamente el suelo de la citada provincia produciendo el derrumbamiento que dan cuenta las primeras noticias que de allí llegaron sobre el luctuoso suceso que conmoverá ampliamente el sentimientote toda la República”.

 

Si bien las primeras noticias que llegaron a la capital de la República eran deprimentes en cuanto al estado en que había quedado la ciudad de San Juan, las informaciones pecaban por sensacionalistas y sólo una aclaración oficial ofrecida por el Ministerio del Interior daba cuenta de la situación real en base a una conferencia mantenida entre el director de Obras Públicas de la Nación y el técnico de dicha repartición, ingeniero Evans, que se encontraba en San Juan.  En la misma se decía:

 

“Director: ¿Hay muchas casas completamente destrozadas?

 

Evans: No, lo que han sufrido más son los techos, en general no hay peligro y las composturas son fáciles.

 

D: ¿Siguen sintiéndose temblores?

 

E: Se sienten algunas veces, pero creo que no hay más peligro porque se han abierto muchas grietas, al lado norte del río, lugares denominados Angaso y Albardón y de las grietas sale mucha agua que es la válvula de seguridad de San Juan.  Siguen sintiéndose movimientos en Albardón, situado a 20 kilómetros de la ciudad.

 

D: ¿Qué elementos convendría enviar?

 

E: No necesitamos, el gobierno pediría después lo necesario para auxiliar s los propietarios que han sufrido perjuicios.  Han llegado cuatro médicos de Mendoza, sus servicios no fueron necesarios.  Vuelven hoy a Mendoza.  El pueblo está tranquilo y hay orden perfecto.  He visitado tres iglesias y dícese misa en ellas sin novedad.

 

D: ¿Las familias vuelven a ocupar las casas?

 

E: Sí, aunque no las piezas.  Hay muchos que no han abandonado sus casas habitando en los patios y jardines.

 

D: ¿Qué templos y edificios públicos están totalmente inutilizados?

 

E: La iglesia que más ha sufrido es la de las Mercedes.  En cuanto a la catedral ha caído la parte superior de la torre del lado norte.  La de San Agustín ha sufrido pocos desperfectos en torres.  La iglesia de San Pantaleón se encuentra en mal estado por su pésima construcción.  El frente de la capilla de los Dolores está derrumbado y no puede prestar servicios.  El Colegio Nacional puede seguir prestando servicios.  El Colegio Normal de varones ha sufrido deterioros pero no hay peligros.  La Casa de Gobierno ha sufrido bastante.  El frente del teatro se ha caído completamente a la calle”.

 

La violencia del terremoto no únicamente se dejó sentir en La Rioja y San Juan.  Otras poblaciones también fueron noticia por la alarma que éste infundió en ellas.  Las crónicas periodísticas registran que en la ciudad de Mendoza cundió el pánico al derrumbarse numerosas casas, algunos muros y cornisas, sin que se hayan registrado víctimas.

 

En Villa Mercedes, San Luis. Dícese que el temblor se registró a las 4.40 de la tarde y que el mismo tuvo una duración de 8 minutos.  La población alarmada había ganado las calles, habiéndose registrado como daños dos grandes grietas que se produjeron en el edificio del Banco Nación y en el templo.  En la capital de la provincia el movimiento fue registrado a las 4.30 hs, y su efecto más notable fue la rotura en tres partes del techo de la oficina del telégrafo.

 

En Río Cuarto la gente alarmada abandonó sus casas refugiándose en las calles y plazas.  La intensidad fue lo suficientemente notoria como para hacer que las campanas de la iglesia tocaran solas.  En la ciudad de Córdoba el terremoto dejó sus huellas: en la Iglesia de la Merced se produjo una larga rajadura que desde el frontispicio atravesaba la bóveda principal; en la bóveda de la Iglesia de San Francisco se abrió una grieta de 1 metro y medio de longitud, mientras que en el pueblo San Vicente (hoy barrio) cayeron varias tapias y algunos edificios en mal estado.  En el edificio de la Academia Nacional de Ciencias se abrieron algunas rajaduras pequeñas.

 

En Rosario fue registrado a las 4.25 y se dice que produjo la detención de todos los relojes de la principal relojería de la ciudad, mientras que en Tucumán dio lugar a numerosas escenas de pánico.

 

En la ciudad de Buenos Aires el temblor se sintió con intensidad, tal fue así que las crónicas de la época comentaron jocosamente la forma apresurada cómo fue desalojada la Cámara de Senadores que en esos momentos se encontraba sesionando.  También se registraron grietas en un edificio en construcción ubicado en la intersección de “Piedad  (actual Bartolomé Mitre) y Reconquista”.

 

Aparte de las localidades mencionadas el terremoto fue registrado ampliamente en Paraná, Gualeguay, Bahía Blanca, Salta, Catamarca y Santiago de Chile.

 

Sin lugar a dudas la confusión producida por el sismo fue muy grande, de allí que las primeras informaciones que del mismo se obtuvieron pecaban por exageradas e incluso erróneas.  En Rosario se llegó a afirmar que el fenómeno había ocurrido en Tucumán, mientras que el gobierno hubo de parar un telegrama enviado al exterior donde se daba cuenta de la destrucción de Mendoza.  Incluso los horarios mencionados en las noticias no deben haber sido del todo correctos ya que no es lógico pensar que la onda llegue a las 4,25 a Rosario y recién a las 4,30 se sienta en La Rioja.  Evidentemente estas aparentes contradicciones o falsas noticias fueron productos del estado de ánimo que infundió el temblor en los habitantes del país.

 

¿Qué fue el terremoto?

 

Esta pregunta, que habrá sido el interrogante lógico que de inmediato se habrán hecho nuestros antepasados, será muy conveniente analizarla porque muchas son las preguntas que aparecieron en los diarios y revistas especializadas tratando de interpretar el fenómeno telúrico.

 

Partamos de la base que para entonces la ciencia que se dedica al estudio de los terremotos, o Sismología, se encontraba en sus inicios y que la idea que hasta entonces se tenía sobre las fuerzas internas que actúan en la corteza terrestre eran dispares y a veces hasta imaginativas.

 

Recordemos que hasta casi la época del temblor, geólogos de renombre pensaban que en la corteza existían grandes cavidades y que allí se producían desprendimientos de masas rocosas dando lugar a los temblores.  También siguiendo hipótesis “cavernícolas” se pensaba que en dichas cavidades se producían grandes reacciones químicas que daban lugar a “gases” que explotaban ocasionando los movimientos en la superficie terrestre.  No ahondaremos sobre los antecedentes de la teoría de los temblores pero sí queremos destacar que para entonces había tomado cuerpo el concepto de terremotos volcánicos, o sea los producidos en áreas volcánicas y los terremotos tectónicos producidos por fracturamientos de la corteza.

 

La primera interpretación “no lego” del temblor apareció el día 28 en los periódicos y en la misma se expresaba: “… el temblor de ayer no es volcánico, ha sido indudablemente producido por colosales hundimientos subterráneos…”

 

En la edición del 5 de noviembre del periódico tucumano “El Orden” apareció una extensa nota firmada por el eminente geógrafo argentino F. Latzina, donde se efectúan consideraciones históricas sobre la interpretación que se le otorgaba a los terremotos desde la época de los pensadores helenos hasta la teoría de Suess.

 

Ahora bien, un análisis exhaustivo sobre lo ocurrido el 27 de octubre fue el que apareció en el tomo XIV del Boletín de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, firmado por el doctor Guillermo Bodenbender.  Dicho autor, geólogo, profesor de la Universidad y miembro de la Academia, por especial encargo del entonces rector de la Universidad, doctor Telasco Castellanos, recorrió las provincias afectadas por el sismo con el fin de registrar observaciones que le permitan definir las causas que dieron origen al fenómeno.

 

En el informe que hacemos referencia, y que tituló “El terremoto argentino del 27 de octubre de 1894”, el mencionado geólogo expone, usando términos accesibles a quien no esté familiarizado con los nombres geológicos, cuáles son las formaciones geológicas que constituyen la estructura rocosa de las provincias de San Juan y La Rioja, para de esta manera demostrar que la Cordillera de los Andes es una formación orográfica muy nueva (algunos millones de años, en términos geológicos) y que por este motivo aún se encuentra en un período de construcción.  Cita como ejemplos de la actividad de esa región, , la abundancia de volcanes, los que en más de una oportunidad, al entrar en erupción, dieron lugar a temblores menores, perfectamente diferenciables de los otros de tipo tectónico”.  A estos últimos atribuye la responsabilidad del movimiento de octubre. “…pudiendo considerársele como continuación de procedimientos semejantes desarrollados en épocas anteriores”.

 

Respecto a la ubicación del epicentro, señaló que el mismo debió ubicarse en la región cordillerana “… al norte del paralelo 27, en una región volcánica poco conocida”.

 

Es muy interesante destacar las apreciaciones que sobre los resultados del terremoto efectúa el doctor Bodenbender ya que en gran parte contradicen a las versiones periodísticas y públicas que hasta entonces tenían vigencia.  Luego de señalar las principales áreas afectadas por el temblor nos dice: “… Pero, podría observarse, eso no puede ser; pues la provincia de La Rioja ha sufrido por el terremoto, según los informes tanto o más que la de San Juan.

 

¡Inexactitudes y exageraciones!…

 

En Jagüel, Vinchina, Cerro Negro, no ha caído ni una casa y en Unión (Hornillos) sólo tres o cuarto de las situadas en la parte baja.  Guandacol, completamente destruido  según los diarios, tiene tres o cuatro casas destruidas.  Es cierto que la estancia Santa Clara, cerca de Guandacol al Sud, cayó completamente, pereciendo bajo los escombros la señora y un niño del propietario.  Pero qué triste espectáculo ofrece Moquina (San Juan) comprendida en la misma zona, donde no quedó ni una sola casa en pie y murieron 9 personas.

 

En la cuarta zona, Tinogasta, Copacabana, Campanas, Angulos, Famatina y Chilecito, resultaron completamente intactos y si hubo algún perjuicio se limitó a rajaduras en las murallas.  Sólo algunas poblaciones situadas en puntos más bajos, como San Blas, Pituil, Nonogasta, Vichigasta, etc. quedaron poco más perjudicadas.

 

Pero ¿qué vale todo esto en comparación de los estragos de Malimán, Rodeo e Iglesias en la primera zona y de la ciudad de San Juan y Tucunuco en la segunda?

 

Prescindiendo de esta ciudad –cuyos edificios están más rajados que caídos- en ambas zonas han sido derrumbadas más de mil habitaciones.

 

Y si bien la ciudad de La Rioja ha sufrido mucho, sus perjuicios son menores que los de San Juan, cuyos edificios han sido, además, mejor construidos.  Hemos calculado el valor total de perjuicios de San Juan en seis millones de pesos nacionales.  La provincia de La Rioja no habrá perdido ni dos millones.

 

Pero no obstante –y ahora volveremos a las consideraciones teóricas- queda en pié, como contrario a nuestra teoría el hecho de que la ciudad de La Rioja, situada al naciente de las zonas más sacudidas, presente también, como éstas, grandes efectos.

 

Consideraciones finales

 

Antes de finalizar este artículo creemos conveniente hacer algunas reflexiones sobre lo que hemos expresado en líneas anteriores.  Si nos preguntamos ¿el terremoto que afectó a La Rioja fue importante desde el punto de vista de la destrucción que produjo?  Creemos que sí, ya que el mismo doctor Bodenbender a pesar de disentir con la información periodística consideró que su acción en La Rioja era hasta cierto punto fuera de lo común.  La magnitud del desastre podemos imaginarla si tomamos en cuenta que la destrucción, dos millones de pesos escasos, significaba casi 10 veces el presupuesto anual normal de la provincia (en 1896 se estimó en $243.284.-).  Si bien el número de muertos que el temblor produjo en La Rioja fue ínfimo, la conmoción anímica que dio como resultado no podemos considerarla despreciable si tomamos en cuenta el telegrama y las palabras del gobernador Dr. Guillermo San Román ante la eventualidad.

 

Por último es interesante destacar, por lo proféticas, algunas palabras del Dr. Bodenbender donde expresaba: “… Al terremoto del 27 de octubre han seguido numerosos sacudimientos locales en las provincias de San Juan y La Rioja, y es seguro que éstos continuarán en adelante, porque si bien el desequilibrio terrestre está, en general compensado por el primer terremoto, al otro lado se han producido indudablemente, por el fuerte sacudimiento alteraciones en la tectónica que puede originar nuevos remesones”.  La “continuación” se produjo dos años más tarde, en 1896, afectando a Pomán y poblaciones de la falda occidental de la Sierra de Ambato y en cinco años después, en 1899, cuando fueron prácticamente destruidas Vinchina y Jagüel y cayeron algunas tapias en La Rioja.

 

Al finalizar transcribiremos algunos consejos, con sabias críticas,  que el Dr. Bodenbender expuso en su informe y cuya validez podría extenderse hasta el terremoto de 1944.  Decía el investigador: “Lo que podrían hacer las comisiones o los gobiernos, es prohibir las construcciones evidentemente peligrosas (las cornisas tal como se hacen hoy, por ejemplo), y procurar que las gentes aprendan a elegir, preparar y disponer los materiales en la construcción, teniendo presente los escasos recursos de la mayoría”.

 

En la crónica de terremotos que afligieron al país, el de La Rioja es el menos recordado.  Fue, sin embargo, una auténtica catástrofe que allá nadie ha olvidado.

 

Fuente

Aceñolaza, Florencio Gilberto – Terremoto en La Rioja.

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

Portal www.revisionistas.com.ar

Todo es Historia – Año V, Nº 58, Febrero de 1972.

 

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