La voz gringo es una expresión popular propalada en América española como sinónimo de extranjero (1). También la suele utilizar la población “gaucha” del meridión brasileño. Sobre su origen, al igual que del argentinismo “che”, se presentan diversas hipótesis. Haremos referencia, en tal sentido, a una versión que puede ser considerada válida sin que nos consten testimonios de historiadores y lingüistas que la avalen.
Nos fue oportuno acceder a la posible raíz del citado vocablo de manera circunstancial, pero que nos produjo un registro indeleble que recreamos ahora, cincuenta años después. La escuchamos en nuestra adolescencia, allá al promediar la década de los años treinta, de boca de un nonagenario que había nacido en Quilmes. Provincia de Buenos Aires, durante la época de Rosas. Se trataba de un Señor Soto, cuyo nombre de pila se esfumó en la friolera del medio siglo transitado, propietario de una finca ubicada frente a la plaza principal (hoy San Martín) y frente a la casa de nuestros progenitores.
En varias charlas ocasionales que en buena medida respondían a nuestra curiosidad, Soto nos transmitió testimonio por él vividos y otros –como el que nos ocupa- recogidos por vía de la tradición familiar.
El hecho, a tenor de la fuente, se dio en oportunidad del primer combate producido en las invasiones inglesas de 1806, al día siguiente del desembarco del ejército británico en las playas de Quilmes. En tal sentido, consideramos nada mejor, en aras de la historicidad, que utilizar la relación sobre el particular formulada por un académico, como lo fue el Dr. José A. Craviotto (2) en su obra “Quilmes a través de los años” (2ª edición, 1969):
“En la mañana del 16 de junio de 1806, los ingleses, divididos en dos columnas y una de reserva a retaguardia, cruzaron el bañado, inundado por las lluvias de la noche anterior y el agua que había quedado de la creciente del 5 y 6 del mismo mes; la marcha se vio entorpecida por el cauce del antiguo arroyo del Medio…; quedaron atascados algunos cañones. Ese era el momento en que la caballería española, situada en la barranca, debía haber atacado. Vadeado el arroyo, los ingleses atacaron la formación militar española situada en líneas, en las alturas…
“Se produjo el desorden en las tropas españolas aumentando al llegar refuerzos que al mando del coronel Elía, hicieron una maniobra fuera de lugar… Varias descargas cerradas inglesas desde abajo de la barranca y un violento ataque a la bayoneta, llevado por el Regimiento 71º de Cazadores Escoceses, pusieron en fuga desordenada a los españoles, que abandonaron la posición y se retiraron a unas veinte cuadras del lugar, hacia el sud, en la loma de la actual Villa Argentina”.
El relato minucioso de este episodio táctico, al que hemos denominado el combate de Quilmes resulta de por sí elocuente para encuadrar la versión que nos hacemos. En tal sentido, el uniforme de la unidad británica atacante -71º de Cazadores Escoceses- estaba conformado por una chaqueta roja y un pollerín o faldilla con una combinación de colores en los que predominaba el verde, al igual que en la insignia laureada de la bandera del regimiento, color que respondía a un determinado clan escocés. Los integrantes de dicho cuerpo se identificaban como “los verdes” y la voz de orden que a modo de lema, divisa o “slogan” –tanto como para emplear una palabra inglesa transferida a través del lenguaje publicitario- impulsaba a la acción, infundiendo coraje, era “adelante los verdes”, “vamos verdes”, etc., lo que en inglés se expresa “green go”.
Ese clamor vocinglero de “green go” o gringo” escucharon los criollos o españoles asaltados por los escoceses y como aquélla, nuestra tropa, carecía de otro elemento de identificación de sus enemigos, los comenzó a denominar “gringos”.
Cabe acotar que pese a la brevedad de la acción, el combate resultó reñido, produciendo bajas en los atacantes al punto que los obligó a instalar un hospital de sangre (puesto de socorro o de sanidad militar) en el ejido de la Reducción (manzanas céntricas de la actual ciudad). Ese mismo día, el ejército inglés siguió su marcha hacia Buenos Aires, librándose escaramuzas en la estancia de los Dominicos y en la Crucesita -hoy Partido de Avellaneda- desguarnecido el puesto de socorro, el que en la noche fue atacado por paisanos de la zona que pasaron a cuchillo a médicos y heridos.
Posteriormente, la denominación gringo cobra auge en México en oportunidad que este país es invadido por los Estados Unidos (1846) siendo aplicada a los norteamericanos. Resulta significativo hacer constar que a favor de México combatieron irlandeses -un regimiento de esta nacionalidad se sacrificó en la defensa de la capital azteca- y muchos de los cuales habían residido previamente en países sudamericanos. Ya en esos tiempos, el vocablo hacía años que era corriente en el lenguaje letrado del Río de la Plata y se había extendido hacia la literatura vernácula, como la producida por Sarmiento (Facundo) Hilario Ascasubi (Paulino Lucero) Estanislao del Campo (Fausto Criollo), Lucio V. Mansilla (Excursión a los Indios Ranqueles), José Hernández (Martín Fierro) entre otros.
Referencias
(1) Genéricamente, gringo resulta similar al término bárbaro utilizado por los romanos para dominar a los extranjeros que se hallaban fuera de las fronteras del Imperio. En un sentido más restringido y teniendo en cuenta su aplicación inicial al inglés (Diccionario Sopena) el gringo resulta todo extranjero rubio, alto y de ojos azules o claros. Con el tiempo se hizo extensivo a los italianos del norte (lombardos y piamonteses, etc.) en contraposición al “tano” que se le suele aplicar a los italianos meridionales (napolitanos, amalfitanos, anconitano, etc.).
(2) En 1963, el Dr. José A. Craviotto fue incorporado por la Academia Nacional de la Historia como miembro correspondiente.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de obligado
Poli, Cnl. Jorge H – A ciento ochenta años de las invasiones inglesas y una etimología de “gringo”
Revista Militar, Nº 716, 1987
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