La Corte de Lisboa en América – Parte II

Llegada de la corte portuguesa a Brasil

 

En Río de Janeiro, desde mediados de 1809, se encontraba el marqués de Casa Irujo, como ministro plenipotenciario de España, cuya misión “tenía que ser forzosamente la preservación de la integridad de los dominios de su amo salvándoles de la codicia portuguesa y de la atracción ejercida por el espejismo de la independencia”.  Allí observó las maquinaciones y el desarrollo de la política portuguesa, conoció de cerca a los personajes reales y a los que rodeaban con su influencia a la Corte, y desde allí se comunicó con las autoridades españolas de Buenos Aires y Asunción, actuando de acuerdo con las circunstancias e inspirándose en su leal saber y entender.

 

E1 29 de abril de 1810 dirigió una nota reservada al virrey de Buenos Aires, Baltazar Hidalgo de Cisneros, informándole que entre el Príncipe Regente y su esposa Doña Carlota Joaquina no existía ninguna armonía; que al Príncipe dirigía un triunvirato formado por el favorito, “una especie de Godoy”, Francisco Lovato, el secretario de Estado conde de Linhares y el ministro inglés Lord Strangford; que hacia dos años que el gobierno portugués tuvo proyectos hostiles contra las posesiones españolas del Río de la Plata; que con las tropas reunidas en Río Grande perseguía “algún objeto de grande importancia”; que esas tropas se mantenían allí con el conocimiento de Inglaterra las cuales se retirarán con la menor indicación de la misma Inglaterra; que Lord Strangford, creyendo servir los intereses de su país, daba la mano a ciertos proyectos del conde de Linhares; que no obstante las protestas de amistad, éste procuraba aumentar las tropas aludidas; que la princesa veía estas maniobras del conde de Linhares, a quien aborrecía “de muerte”; que el príncipe deseaba “evidentemente la posesión de la orilla izquierda del Río de la Plata”. (44)  El 5 de mayo Casa Irujo confirmaba a Cisneros lo del apoderamiento de la margen septentrional del Río de la Plata, teniendo en cuenta “el descaro con que se protege y defiende a los prófugos de Buenos Aires, sin duda porque esperan llegará el día en que puedan hacer uso de ellos”. (45)

 

El 25 de mayo de 1810 fue depuesto en Buenos Aires el virrey Cisneros, creándose en su reemplazo una Junta presidida por Cornelio de Saavedra.  Con las tendencias de la revolución, “el expediente Carlotino, –afirma Etchepareborda– pierde ahora su razón de ser”.  Los patriotas siguen otra orientación y los “Carlotistas porteños”, los antiguos comitentes de Felipe Contucci, “pronto, en los fragores del nuevo que hacer y en plena lucha, olvidarían esas miras, para volcarse en el ancho camino de la Patria nueva”. (46)

 

Pero la corte portuguesa no renunció a sus pretensiones: la ocupación de las posesiones españolas y la regencia de la Princesa Carlota Joaquina.  Lord Strangford sintetizó claramente en tres puntos la política agresiva del conde de Linhares, expresando:

 

“1º Que los cambios políticos que han ocurrido en Buenos Aires causan grandes inquietudes a S.A.R. quien no puede mirarlos más que como un comienzo de una revolución que podrá extender sus llamas hasta los territorios limítrofes de S.A.R. y que S.A.R., se vea en la necesidad absoluta de tomar rápidas medidas para contrarrestar el avance del mal que cree que lo amenaza.

 

“2º Que S.A.R. ha creído que para esto era necesario convertirse en dueño del territorio que se extiende de un lado desde la frontera brasileña hasta la ribera septentrional del Río de la Plata y del otro hasta la ribera del Paraguay.

 

“3º Que como medida de precaución ulterior, es esencial que S.A.R. la Señora Princesa del Brasil se encargue de la Regencia de las Posesiones españolas y que S. M. sancione esta iniciativa de S.A.R.” (47)

 

Lord Strangford manifestó su oposición a esta política que peligraba los lazos de alianza y amistad entre las dos coronas y agregó que en el caso de que la Corte portuguesa ocupara por la fuerza los dominios españoles protestaría “solemnemente contra esta incitativa”. (48)

 

Así como la llegada de la Corte portuguesa al Brasil produjo inquietud en el Río de la Plata, así también la revolución de 1810 en esta zona de los dominios españoles no dejó de preocupar al gobierno de Río de Janeiro. “Don Juan escribe –el barón de Río Branco– mandó después reunir en las fronteras de Río Grande un ejército de observación, compuesto de tropas de líneas y de milicianos gauchos y también de algunos regimientos en Santa Catalina y de San Pablo.  El capitán general de Río Grande del Sur, Diego de Souza, después conde de Río Pardo, espíritu esclarecido y hombre de rara energía, elevó ese ejército al más alto grado de instrucción y disciplina, y lo preparó para el buen éxito que obtuvo en las campañas siguientes”. (49)

 

La junta de Buenos Aires trató que las provincias reconociesen su autoridad e invitó a éstas a enviar sus diputados al congreso general que debía celebrarse en la antigua capital del virreinato para fijar los destinos del Río de la Plata.  El Paraguay contestó al llamado con el congreso del 24 de julio de 1810, que resolvió el reconocimiento y jura del consejo de regencia, legítimo representante de Fernando VII; guardar fraternal armonía con Buenos Aires; y la formación de una junta de guerra “en atención a que estarnos acechando la Potencia vecina”. (50)  Esta potencia era Portugal.  El Cabildo en el “Manifiesto” que se leyó luego de iniciarse el congreso expresaba para abonar el fundamento de esta última decisión: “Pero como nos hallamos tan cercanos de una potencia que observa los momentos de tragarse esta preciosa y codiciada provincia, y sabemos que tiene sus tropas sobre el Río Uruguay; no distante del Paraná nuestra frontera, si os parece será bueno, para precaver sus intentos armar inmediatamente la numerosa juventud de la provincia, no más por ahora, hasta el número de cinco a seis mil hombres, del mejor modo que se pueda, con armas de fuego, hasta donde alcancen las que hay; los demás, con la artillería, con lanzas, y de otras maneras adecuadas a nuestra situación”. (51)

 

Velasco tomó las medidas para poner a la provincia en condiciones de defensa, pero estos preparativos no estaban dirigidos a contrarrestar “la invasión de la potencia vecina (el Brasil) como se anunció en la arenga del Cabildo, sino para resistir a los designios de la Junta Provisional de Buenos Aires, y evitar la unión de ambas provincias”. (52)  El peligro portugués era el pretexto para armar a la provincia.  Velasco poco después solicitó la ayuda lusa.  La actitud del gobernador español ya entonces dio lugar a dudas.  Mariano Antonio Molas se pregunta si por qué Velasco que mostró tanto celo en el congreso del 20 de julio que se jurase al consejo de regencia, como depositario de la autoridad de Fernando VII, y que el Paraguay no se dejase subyugar por nadie que no fuese su legítimo soberano, “no fortificó las dos fronteras nuestras, a saber el Paraná al sud y el río Apa al norte, y las dejó francas para que libremente sin oposición ni recelo pudiesen entrar cuando quisiesen los portugueses a posesionarse de esta provincia”. (53)

 

Buenos Aires por su parte resolvió someter al Paraguay por la fuerza, destacando una expedición militar al mando de Manuel Belgrano, que debía imponer la autoridad de la Junta porteña.  El peligro puso en pie de guerra a la provincia y dio motivo a Velasco para solicitar la ayuda portuguesa.

 

Mientras tanto Diego de Sousa continuaba con sus tropas concentradas en las fronteras de Río Grande del Sur.  Este jefe del ejército portugués era un “leal sostenedor de los derechos eventuales de la Infanta” Carlota Joaquina y su posición favorable a este respecto puede verse en la carta al conde de Linhares, del 16 de diciembre de 1810. (54)

 

Las instrucciones dadas por el mismo conde de Linhares a Diego de Souza preveían el caso de una solicitud de ayuda.  Para cuando ésta se produjese, rezaban concretamente dichas instrucciones: “que aún en el caso de serle pedido auxilio en la forma que ya le ordené por las autoridades, Gobernador o Cabildo de Montevideo, establecidas por el Señor Rey Fernando VII, V.M. no marche ni avance en su socorro sino cuando conozca que esa solicitud no es fantástica, sino que procede de una gran mayoría del pueblo español, el que realmente reconozca la proclamación de los derechos eventuales de S.A.R. la princesa Nuestra Señora, pues que de otro modo sería no sólo una temeridad el atacar, sino que sería hasta contrario a la buena fe que S.A.R. profesa, hallándose ligado por vínculos de amistad y alianza con Sus Majestades Británica y Católica.” (55)  Efraím Cardozo agrega que el pedido formal era un requisito reputado por Lord Strangford como “indispensable para consentir la intromisión militar portuguesa en los dominios españoles”. (56)  Diego de Souza debía poner en conocimiento de los gobernadores de Montevideo y Paraguay que tenía autorización de entrar con sus tropas, en los territorios respectivos, toda vez que sus autoridades le requiriesen. (57)

 

Por su parte el conde das Galveias, ministro de marina y ultramar del Príncipe Regente, en nombre de éste, ordenada a Diego de Souza que combatiese a los revolucionarios de Buenos Aires que amenazaban la Banda Oriental y el Paraguay.  En oficio del 30 de enero de 1811 decía el aludido ministro portugués, que era constante a S.A.R. el recelo que inspiraba el régimen revolucionario de Buenos Aires, “que no encubre sus pérfidas y futuras intenciones contra el gobierno de Río Grande y el país de Misiones”; que era necesario impedir que la Junta porteña “tome ascendiente y predominio en los territorios aquende el Uruguay, comprendiendo Montevideo, y en el Paraguay, desde Santa Fe hasta Corrientes, Candelaria y Asunción, regiones casi limítrofes del país de Misiones y de Mato Grosso”; y aún más, “vigilarla para poner un límite a su desenfrenada ambición, que amenaza el reposo y la futura tranquilidad de toda la América meridional; que S.A.R. tenia noticias ciertas que Belgrano, había avanzado hasta Santa Fe con 1300 a 1500 hombres y que Rocamora se encontraba con 600 hombres en la frontera de Misiones; que el gobernador del Paraguay esperaba en una región intermedia, entre Asunción y Corrientes, “el ataque de los revolucionarios de Buenos Aires que también amenazan Montevideo y su territorio aquende el Uruguay”. En consecuencia, continúa la nota: “Su Alteza Real ordena que V.S., tomando en consideración todo lo que acabo de referirle y uniendo en su reflexión todo lo que en esta materia le tengo escrito de orden del mismo Augusto Señor, proceda luego a hacer reconocer por todos los medios a su alcance, en primer lugar cuál es la fuerza real de los revolucionarios de Buenos Aires sobre los diversos puntos del Paraguay y del país de Misiones.  En segundo lugar, si reuniendo Su Alteza Real Mayores fuerzas en el país de Misiones, se podría dar por aquel lado, con probabilidades de éxito, golpes decisivos, que con gloria de sus Reales Armas asegurasen la tranquilidad de toda su frontera, y que, extendiéndose al Paraguay y Uruguay, los librase de todo peligro de Buenos Aires, que podía intentar alguna cosa por aquel lado, salvando al mismo tiempo a los dos gobernadores de Montevideo y del Paraguay.  En tercer lugar, si la fuerza que Su Alteza tiene actualmente en Río Grande, juntamente con las milicias de la Capitanía, es suficiente para realizar estas grandes vistas de que tanto depende la futura tranquilidad y felicidad de los vasallos de Su Alteza Real en Río Grande, y en el país de Misiones.  En cuarto lugar si cuál sería el plan más conveniente, ofensivo o defensivo, para asegurar la independencia del territorio de Montevideo y del Paraguay, y librarlos de la opresión con que los amenazan los habitantes de Buenos Aires.  Y de todo esto V.S. dará la más circunstanciada cuenta para que pueda elevar sin pérdida de tiempo, a la Real Presencia”. (58)  En el mismo oficio, S.A.R. autorizaba también a Souza a hacer retirar de la frontera de Misiones a Rocamora y hasta de atacarlo si éste se resistiese a “una justa reclamación”, recomendándole especialmente que en el caso de atacar lo hiciese con fuerzas superiores como para tener la mayor probabilidad de alcanzar la victoria, ya que de los golpes “felices y decisivos… depende muchas veces la suerte de la campaña” en las guerras revolucionarias.

 

Linhares se escudaba en los derechos eventuales de la Princesa Carlota Joaquina para dar curso a su política de intervención, tal como se desprende de sus instrucciones a Souza.  Pero el reconocimiento de esos derechos eventuales era sólo un motivo aparente.  La realidad de la política de la corte portuguesa estaba expresada en la nota en que el conde das Galveias transmitía a Souza las órdenes del Príncipe Regente.  En ella se hablaba claramente de la independencia de Montevideo y del Paraguay, para salvarlos de la opresión de Buenos Aires.  En otros términos, evitar la reconstrucción del virreinato.

 

Por su parte el conde de Linhares se dirigió a la Junta de Buenos Aires, el 30 de mayo de 1811, contestando una comunicación de ese gobierno. Por encargo del Príncipe Regente escribía para manifestar la “real sensibilidad” con relación “a los infelices acontecimientos que está desolando el Virreinato de Buenos Aires, particularmente el Paraguay y ahora mismo el territorio del Uruguay”.  Aunque Buenos Aires aceptó la mediación que le ofreció S.A.R. y hallándose la frontera brasileña expuesta “a la horrible anarquía revolucionaria” que agita el Uruguay y habiendo el virrey Elío pedido el auxilio que el príncipe Regente debe a su aliado, S.M. Católica, S.A. Real no puede negar ese auxilio, salvo que la Junta porteña se muestre inclinada al restablecimiento de la paz y a la cesación de todas hostilidades, la que conduciría a un entendimiento pacífico con la metrópoli y en consecuencia con S.M. Católica.  “S.A. Real, –agregaba el secretario de Estado– deseando hacer saber la justicia y la moderación con que procede, propone de nuevo su mediación con estas simples condiciones: Que la paz sea restablecida en el territorio del Uruguay, quedando sujeto al virrey Elío; que se levante el bloqueo de Buenos Aires y se reconozca la libertad de comercio; que el Paraguay quede sujeto al Gobernador Velasco y el resto del Virreinato a la Junta de Buenos Aires; y finalmente que se nombren comisarios con plenos poderes para tratar con España a cuya aprobación debe someterse este ajuste, declarando S.A. Real, al mismo tiempo, que si la Junta accediese a los términos expresados, sus tropas no auxiliarán al Virrey Elío y que el auxilio se dará solamente en el caso de un rechazo”. (59)

 

Si bien en esta nota, redactada con habilidad política y diplomática, no se hablaba de la independencia del Uruguay y Paraguay, como en la dirigida por el conde das Galveias a Souza, se consignaba, en cambio, claramente, que ambos territorios debían quedar separados de la influencia de la Junta de Buenos Aires.  Eso era lo fundamental para la Corte portuguesa, sobre todo en lo que se refería al Paraguay, país sobre el cual no tenía los propósitos ostensibles de incorporación como sobre el Uruguay.  Fomentó su independencia como consecuencia de sus tendencias contrarias a la unidad del antiguo virreinato, Pereira Pinto llama a esto “la sensata política internacional de Portugal”. (60)  El Brasil no se apartó de esta orientación.

 

Buenos Aires tampoco permitiría que el Paraguay cayese bajo la dominación de los portugueses.  Así dio a entender la Junta porteña a Celedonio José del Castillo, al contestar a éste una comunicación sobre los recelos que se tenía en la provincia de una invasión lusa so “pretexto de libertar al Sor Velasco”.  Decía la Junta de Buenos Aires, que por auxiliar al Paraguay “contra las asechanzas de los Portugueses, correrán nuestras tropas llenas de entusiasmo a unirse a los Bravos Paraguayos para partir con ellos el honor de la victoria”. (61)

 

La acción de los ejércitos revolucionarios de Buenos Aires impulsó a las autoridades españolas a recurrir a la ayuda portuguesa.  El peligro de la invasión de Belgrano al Paraguay movió al marqués de Casa Irujo a “solicitar del conde de Linhares, el 16 de enero de 1811, el pronto envío de 500 o 600 hombres al Paraguay para que se pusiesen a las órdenes de Velasco”. (62)  También Elío cuando después pidió tropas portuguesas, lo hizo en el concepto de que estas estuviesen “con entera sujeción y arregla” a sus órdenes, “pues de otra manera –expresaba– ni debo ni puedo admitirlos”.  (63) Para justificar su actitud escribió a Carlota Joaquina; “El Supremo Cansejo de Regencia acaba de prevenir a este gobierno, que en el extremo caso de ver la inminente pérdida, y riesgo de entregar la plaza, ocurra a los auxilios y fuerzas que logre obtener de los portugueses”.  (64)

 

Referencias

 

(44) Historia Paraguaya Anuario del Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas, 1956, págs. 149 a 152. Casa Irujo a Cisneros, Río de Janeiro, 29 de abril de 1810.

Roberto Etchepareborda. Carlos José Guezzi. Historia. Nº 21. Buenos Aires, 1960. págs. 168 a 171.

(45) Historia Paraguaya, cit., pág. 153.

(46) Etchepareborda. Prolegómenos…, ob. cit., págs, 42 y 45.

(47) Raúl Alejandro Molina. Lord Strangford y la defensa del Plata. Historia. Nº 20. Buenos Aires, 1960 págs. 205 a 210.

(48) Ib. Ib. Ib.

(49) Barão do Río Branco. Historia do Brasil. Río de Janeiro, 1930, pág. 100.

(50) R. Antonio Ramos. La política del Brasil en el Paraguay bajo la dictadura del Dr. Francia. Segunda edición. Buenos Aires. – Asunción 1959, página 15.

Mariano Antonio Molas. Descripción histórica de la antigua provincia del Paraguay. Tercera edición. Buenos Aires, 1957, pág. 103.

(51) Molas, ob. cit., pág. 102.

(52) Ib. Ib., pág. 104.

(53) Ib. Ib., pág. 105.

(54) Revista do Arquivo Público do Río Grande do Sul, Nº 11. 1923 páginas 11 a 18.

Roberto Etchepareborda. Carta en nuestro poder del 4 de mayo de 1961.

(55) Revista cit., pág. 63. Linhares a Souza, 20 de agosto de 1810.

Etchepareborda, carta cit.

Carlos José Guezzi, enviado de la corte portuguesa ante la Junta de Buenos Aires, a una pregunta de Mariano Moreno si “las fuerzas de Brasil se unirán a los españoles de la Banda Oriental”, contestó: “No se nada, pero si estas provincias fieles al Gobierno de la Nación que la Corte del Brasil reconoce imploran su protección, no tengo ninguna duda de que las protegerá”.

Roberto Etchepareborda. Carlos José Guezzi. Historia Nº 21. Buenos Aires, 1960, pág. 131.

(56) Efraím Cardozo. La Princesa Carlota Joaquina y la independencia del Paraguay. Revista de Indias, Núms. 57-58. Madrid, págs. 361 y 362.

(57) Revista cit., págs. 89 a 92. Linhares a Souza, 22 de febrero de 1811.

Etchepareborda, carta cit.

(58) Arquivo Histórico do Itamarati. Lata 172, maço 5, pasta 11. Conde das Galveias a Diego de Souza, 30 de enero de 1811. Copia en nuestro poder por gentileza del historiador brasileño Helio Vianna.

Guezzi en el diálogo que mantuvo con Moreno el 16 de noviembre de 1810, decía entre otras cosas: “el interés principal del Brasil es que se mantenga la paz y la unión en el Virreinato, que una Provincia no quiera esclavizar a otra y que por el momento todas concurran, en lo que puedan, a la defensa de la causa general”.

Etchepareborda. Artículo cit. en Historia Nº 21.

Esta unión del Virreinato no puede compaginarse con las órdenes del Príncipe Regente, transmitidas a Souza por intermedio del conde das Galveias.

(59) Antonio Pereira Pinto. Apontamentos para o direito internacional. Tomo II. Río de Janeiro, 1865, págs. 128 y 129. Linhares a la Junta de Buenos Aires. Río de Janeiro, 30 de mayo de 1811.

(60) Ib. Ib. Tomo III. Río de Janeiro 1866, pág. 120.

(61 )Archivo General de la Nación Argentina, X – 3 – 4 – 1. Original. Colección Andrés Lamas, legajo 41, Banda Oriental, 1810 – 1839. Buenos Aires, 6 de junio de 1811. Copia en nuestro poder por gentileza de Roberto Etchepareborda.

La Junta de Buenos Aires proseguía en estos términos: “pero a pesar de tan vivos sentimientos no puede determinarse a prestar este auxilio sin una noticia mas individual de las intenciones de la Junta… Convocada la Nación à esta Capital para tratar sobre los importantísimos negocios del…, y concurriendo por medio de sus representantes, los Pueblos todos de las Provincias del Virreinato, se espera solamente que los Pueblos de la Provincia del Paraguay tomen una parte en el congreso nacional, y sin faltar un sufragio de tanta importancia se pueda… de acuerdo con todos los verdaderos hijos de la Patria sobre su seguridad, para que todos tengan una parte igual en sus… y sus, glorias.  En el instante que esta Junta comunique a esta sus sentimientos de cuya ilustrada rectitud vivimos persuadidos, se darán inmediatamente las providencias necesarias para contener a los portugueses en los limítrofes que Dios, y el Derecho di gentes los ha prescripto: y sin poder por ahora determinar otra cosa damos a V. las gracias por la apreciable actividad con que nos ha comunicado tan plausibles noticias que creemos serán el último paso hacia nuestra libertad, y confusión eterna de los déspotas”.

(62) Cardozo, ob. cit. 364 a 366.

Julián María Rubio. La infanta Carlota Juaquina y la política de España en América. Madrid, 1920, pág. 137.

(63) Archivo del Museo Imperial de Petrópolis. XXIV – 522. Elío a Carlota Joaquina, 1º de mayo de 1811.

Etchepareborda. Carta en nuestro poder cit.

(64) Ib. Ib. Elío a Carlota Joaquina, 4 de agosto de 1811. Ib. Ib.

 

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

Portal www.revisionistas.com.ar

Ramos R. Antonio – La independencia del Paraguay y el Imperio del Brasil – Conselho Federal de Cultura (Río de Janeiro) (1976)

 

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