La expresión “mate” tiene su origen en le vocablo quechua “mati” que quiere decir calabaza, los conquistadores españoles lo usaron para referirse a lo que los guaraníes llamaban “caiguá” (káa = yerba, y = agua, gua = es un sufijo de procedencia) que quiere decir “lo que pertenece a la yerba”, o “lo de la yerba”. Asignaron por extensión ese nombre a bebida elaborada a partir de la yerba (Ilex paraguariensis), producto de su infusión. La calabaza utilizada es el fruto de la Lagenaria vulgaris; para sorber la infusión se utiliza una cañita o bombilla, originalmente llamada tacuarí en cuyo extremo se colocaba una semilla ahuecada que servía de filtro. En tiempos de la conquista el mate fue prohibido por la Iglesia por considerar a la Ilex paraguariensis “una hierba del demonio”.
Los aborígenes guaraníes solían preparar la yerba para su consumo y eran grandes bebedores de mate, solamente que no lo hacían a nuestra usanza, sino que utilizaban agua fría y además mezclaban la yerba con diversos tipos de hierbas aromáticas.
Los conquistadores aprendieron pronto a conocer las propiedades estimulantes del mate e hicieron de él una de sus bebidas predilectas. Con el mate suplantaban las bebidas regionales a que estaban acostumbrados en Europa, y, además, lo modificaron al prepararlo como infusión, con agua caliente, y al agregarle azúcar.
El mate amargo, tal como lo bebían los indígenas, está, sin embargo, muy arraigado entre los campesinos, mientras que los hombres de las ciudades y especialmente los extranjeros, lo prefieren dulce o aromatizado con un pequeño agregado de café o especias olorosas
En la Argentina, en el Paraguay y en Uruguay, es típico de la gente beber mate, la familia se reúne a una hora determinada para beber el mate, en estas reuniones. Como la hora del té en Inglaterra. También es usual en la Argentina ingerir el mate de la manera que se prepara un té, en taza, lo que se denomina mate cocido, y se le puede agregar leche y azúcar para suavizar el amargo sabor.
El ritual de la infusión practicado por los nativos resultaba una suerte de amenaza para los recién llegados europeos que desconocían tal práctica y sus efectos. Se condenó a los tomadores de mate por considerarlos “haraganes”, sosteniendo que este rito paralizaba durante muchas horas al día sin otra justificación que el ocio. De hecho todo intento de erradicación fracasó rotundamente.
Su sabor amargo proviene de los taninos, la espuma, de los glicósidos y la acción estimulante, de la cafeína. Un tomador de mate que participe en dos rondas de mate diarias, consume al año 14 gramos de cafeína. Cada kilogramo de yerba mate lista para ser utilizada contiene 2,5 gramos de cafeína, un kilo de café contiene 2,6 gramos.
Relatos de viajeros
John Miers (1789-1879) – Botánico e ingeniero inglés, en su obra Viaje al Plata (1819-1824) expresa:
“A causa de haberme despertado momentos antes de que aclarara, pude presenciar una curiosa y pintoresca escena. Parte de la familia se había levantado, y luego de encender fuego debajo del triángulo se habían apiñado a su alrededor tantos cuantos cabían; algunos estaban sentados sobre pequeños trozos de madera; otros sobre sus talones, con las rodillas tocándoles el rostro; las llamas arrojaban una luz intensa que, al contrastar con la densa sombra del fondo destacaban al grupo, sus rústicos trajes y extrañas posturas; el efecto era raro e interesante. El Matecito hacía la rueda de mano en mano, y por el largo tubo de lata cada uno tomaba a su turno un sorbo de infusión de yerba del matecito o calabaza. El conjunto de la escena y las circunstancias del momento me llevaron a imaginar que estábamos vivaqueando entre los indios, o entre algunos salvajes, parias de la sociedad. Me levanté y me uní al grupo. Todos se apresuraron a hacerme lugar. Sin decir una palabra se preparó un matecito nuevo. Un viejo arrojó las hojas que estaban utilizando y sacó de debajo del cuero, sobre el cual estaba sentado, una piel de cabrito con las patas y la cola anudadas formando un saco; allí guardaba su provisión de yerba. Tomó un puñadito de yerba, lo puso dentro de la calabaza, y la llenó con agua que hervía en un recipiente de cobre, el cual constituye una parte esencial de los utensilios domésticos de cada gaucho. Entonces, introduciendo la bombilla, o tubo de lata (son generalmente de plata) lo revolvió, tomó un sorbo para asegurarse de su bondad, y me lo ofreció, tocando el ala de su sombrero en el momento en que yo lo recibía. He sido un tanto prolijo en este relato al describir una costumbre que, sin variaciones en cuanto a preparación, utensilios o maneras, puede observarse entre ricos y pobres y es universal en estas regiones de Sudamérica. Esta gente nunca hesita en recibir en su boca el tubo que pocos momentos antes estuvo en la de otro. En la más pulida sociedad el mismo tubo pasa de uno a otro en idéntica forma”.
Alfredo Ebelot (1839-1929) – Escritor, periodista e ingeniero francés, dice en su libro “La Pampa”:
“….Están ya todos formando rueda alrededor del fogón, acurrucados o sentados en unas cabezas de vaca. El que ha encendido el fuego tiene ya dispuesta la pava encima de la llama y coloca en el Mate la conveniente cantidad de yerba, sacándola de un pañuelo extendido en tierra al alcance de su mano.
“Introduce enseguida la bombilla de lata, procurando con prudentes artificios que los agujeritos que la terminan estén en contacto con los fragmentos de yerba más gruesos. De lo contrario, la yerba pulverizada taparía el tubo. Echa el agua caliente con precaución, con gravedad. No es dado a todos echarla como se debe. En fin, con la misma imperturbable seriedad, se toma la primera infusión. La yerba contiene unos principios amargos que son los primeros en disolverse. Sería grave imprudencia ofrecer el mate antes de sacárselos.
“En fin echa nuevamente agua y da el mate al gaucho más cercano, si están entre puros compañeros, o sino a la persona que le merece deferencia, una mujer, el patrón, un huésped. Nueva absorción por pequeños sorbos. El mate vuelve al encargado de prepararlo, pasa a otro, circula de mano en mano.
“A medida que va y viene, las fisonomías se animan, los ojos pesados de sueño brillan, el escalofrío matutino está reemplazado por un delicioso bienestar, la charla se arma que da gusto.
“El mate tiene una doble faz, como Jano. Se presta a la conversación y la alimenta, comunica a las largas veladas una jocosa versosidad. Por otra parte, acompaña bien los silencios contemplativos en que se mece la imaginación de los pueblos primitivos …”.
Elogio al mate
(Alvaro Yunque)
Mate cordial y tibio,
al verte entre mis manos
me pareces un fruto de los bosques,
tu bombilla es el tallo.
Mate, no sé que tienes, algo íntimo,
algo que pide confidencias.
Eso que buscan otros
en la copa de alcohol, en ti se encuentra.
Silenciosos, en cada chupada te decimos
el humano dolor que nos aqueja,
tú al final nos respondes con rezongos de viejo,
y con esos rezongos nos consuelas.
Mate, eres, ante todo,
por sobre todo, un símbolo:
símbolo eres de hermandad humana,
tú que haces casi gauchos a los gringos.
Mate, eres un vehículo de paz
y fuente de amor es tu tibio cuenco aquí, sabroso mate,
por estos poliglotas, babélicos y únicos
conventillos de Buenos Aires.
Mate de Juan Moreira,
hermano del facón y la guitarra,
hoy te toman los hijos de Cocoliche y eres
por ellos el hermano del martillo y la pala.
Mate sabroso y puro, tú le brindas
voluntad, brío y fuerzas
a españoles o turcos, italianos o hebreos,
que en el taller o en campo se doblan en la brega.
¡Sucia, áspera, terrible!
Que, simpáticamente, llaman: “Hacer la América”.
Mate:
Me llego a ti puestos los labios
como para besarte.
Fuente
Ebelot, Alfredo – La Pampa – Ed. Eudeba – Buenos Aires 81964).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Miers, John – Viaje al Plata (1819-1824) – Ediciones Solar- Hachette – Buenos Aires (1968).
www.revisionistas.com.ar
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar