Nació en Montevideo, probablemente en 1774, siendo su padre José Torgués, oriundo de Tamarite de Litera, de la provincia de Huesca, en el antiguo reino de Aragón; habiendo servido largos años en el cuerpo de Dragones de aquella capital, obteniendo su retiro del mismo por invalidez. Continuó viviendo en Montevideo, donde fundara su hogar, falleciendo allá en 1780, a los 44 años de edad. Fue la madre del famoso caudillo, Feliciana Pérez, también aragonesa de origen. Fernando Torgués fue hombre de color blanco, esbelto, de recio carácter, soberbia apostura y valor indómito, conjunto de características que le atrajeron la simpatía de los nativos. “Aún en la guerra civil de 1897 -dice su biógrafo, el general Enrique Patiño- hablaban de Torgués los viejos soldados alrededor de los fogones de los campamentos, como de un gaucho sobresaliente, cuyo nombre era conservado por la tradición”.
Siendo de origen humilde, su instrucción fue muy incompleta, habiendo aprendido sólo a leer y escribir y algo de contabilidad; dedicándose desde muy joven a las tareas de campo, en las que llegó a ser sumamente diestro, siendo un hábil jinete y adquirió gran renombre por su arte en el manejo de las boleadoras y el lazo.
Prestó su concurso a José Gervasio de Artigas desde sus primeros pasos por el cuerpo de Blandengues y posteriormente en las milicias en el servicio de vigilancia limítrofe, siendo este último sumamente duro, pues fue muy ruda misión la represión del contrabando que estuvo en auge en los últimos años del siglo XVIII y comienzos del XIX; a la que se agregaba la función de repeler las constantes invasiones de los portugueses que procuraban extender su dominio hasta el río Negro, y la lucha contra los bandoleros. Los malones de indios aumentaban en no poco caudal la ardua misión de la vigilancia de la frontera de la Banda Oriental.
En 1801 se halló Torgués en un encuentro que sostuvo Artigas contra una fuerza portuguesa que arreaba ganado para la frontera, pretendiendo ser comerciantes con procedencia del río Negro.
Con sus hermanos José y Matías, que se enrolaron como cabo y soldado de artillería respectivamente, en el Real Cuerpo del arma; Fernando Torgués en calidad de sargento de milicias de la Colonia, tomó parte en la expedición organizada por Liniers para desalojar a los ingleses de Buenos Aires, asistiendo los tres hermanos a la Reconquista de esta ciudad, el 12 de agosto de 1806.
Como voluntario del cuerpo de caballería que movilizó el virrey Sobremonte, Torgués asistió a las fuertes escaramuzas libradas en el Buceo, entre la columna de las tres armas que mandó el coronel Allende y las tropas del general Auchmuty. Estas últimas desembarcaron los días 16 y 18 de enero de 1807 y con el fuego de su artillería combinado con el de los buques de la escuadra, rechazaron al coronel Allende al interior de la plaza; asistiendo las milicias en que formaba Torgués al reñido combate del Cristo el día 20, jornada en la cual 1.400 hombres a las órdenes del brigadier Lecocq, enfrentaron con valor singular los regimientos de infantería británica 38, 40, 47 y 48, apoyados por cuerpos de cazadores y dragones y dos baterías de artillería. También se halló en la defensa heroica de la plaza desde el 21 de enero hasta el 3 de febrero, ruda jornada esta última, en la que 6.000 veteranos ingleses y el fuego de 30 buques abrumaron con su poder a los pujantes defensores en un asalto memorable.
Vencidas las fuerzas invasoras por el rechazo experimentado en Buenos Aires del 2 al 7 de julio de 1807, las tropas nativas fueron desmovilizadas y Torgués volvió a sus tareas de campo, siendo nombrado por influencia de Artigas para desempeñar el cargo de mayordomo del establecimiento pastoril conocido con el nombre de “Estancia del Rey”, donde se apacentaban ganados destinados al consumo de las tropas permanentes.
Cuando en 1811 los patriotas de la Banda Oriental lanzaron el grito de liberación del yugo hispano, respondiendo al movimiento emancipador de mayo, Torgués acudió al llamamiento de Artigas en clase de capitán de milicias con un contingente de vecinos del Pantanoso y del Rincón del Cerro; asistiendo a la batalla de Las Piedras, en la que consagró una vez más sus condiciones de soldado valeroso, acrecentando su prestigio, lo que le permitió elevar el número de voluntarios que le seguían hasta el número de 800.
En las operaciones del asedio de Montevideo se sindicó entre los más osados y como uno de los más activos; no sólo en los encuentros en que se halló continuamente, sino también aportando a las fuerzas sitiadoras elementos de movilidad y reses para el consumo de las mismas. Al darse organización militar a las milicias orientales que se hallaban sitiando aquella capital, Torgués recibió despachos de Comandante del Escuadrón de Voluntarios de Caballería Patriótica de Arerunguá (actual Salto), otorgados con fecha 12 de agosto de 1811, por la Junta de Gobierno de Buenos Aires.
Levantado el sitio a consecuencia del armisticio del 20 de octubre de 1811, las tropas sitiadoras fueron disueltas y una parte de la población de la campaña se puso en marcha hacia el Ayuí; Fernando Torgués y sus voluntarios constituyeron la vanguardia que había de despejar la ruta amenazada por la primera invasión lusitana.
En noviembre la Junta nombró a Artigas teniente gobernador de Yapeyú, para que las tropas de su mando contuvieran a las luso-brasileñas del brigadier Chagas que asolaban los pueblos de las reducciones guaraníticas; aquel Jefe destacó a Torgués con un escuadrón de voluntarios, 3 compañías que mandaba Fructoso Rivera y algunas milicias misioneras a las órdenes de Bernardo Pérez y Planes, formando un total de 800 hombres.
Procedió con rapidez y en la segunda quincena de abril de 1812 desalojó a los invasores de Yapeyú y La Cruz, pueblos que dejó guarnecidos, y remontó el Uruguay por su margen derecha hasta llegar a Santo Tomé, donde el 4 de mayo chocó con 400 hombres de la vanguardia de Chagas, reforzados con 6 cañones, mandados por Mena Barreto, el cual, con dos días de intervalo, atacó a Torgués en aquel punto, siendo rechazado, por lo cual los atacantes se retiraron devastando las poblaciones de tránsito.
Llamado por Artigas, a fines de mayo estaba en el campamento del Ayuí. Asistió a la iniciación del segundo sitio de Montevideo, mandando Torgués la 3ª División de Caballería y después el Regimiento Dragones de la Libertad, fuerte de 850 plazas. Producidas las desinteligencias entre Sarratea y Artigas, aquél apoyó al último, como otros jefes orientales, lo que aceleró el retiro del general en jefe del ejército sitiador.
Torgués asistió con sus Dragones a las acciones del Cordón y Tres Cruces y participó en los continuos encuentros, especialmente en los ataques a la fortaleza del Cerro. El 26 de febrero de 1814 el Director Posadas le otorgaba despachos de coronel de caballería de línea, ascenso mal conferido, pues el general Rondeau había pasado la siguiente comunicación el 25 de enero de igual año:
“El coronel D. José de Artigas ha desaparecido de este sitio en la noche del 20 del corriente, y tras él han desfilado el Regimiento de Blandengues y un piquete de caballería patriótica, más la división del mando de D. Fernando Torgués, que cubría el punto del Cerro y que en la misma noche abandonó su puesto, llevándose un cañón de a cuatro que tenía., etc. etc.”.
Aquí hace referencia Rondeau a la segunda separación de Artigas de las tropas sitiadoras. Este último había sido puesto fuera de la ley por el Directorio y puesta a precio su cabeza, y el gobierno de Buenos Aires había despachado al coronel Barón de Holmberg, al frente de 500 hombres, a Entre Ríos, y allí con las fuerzas de Hilarión de la Quintana que guarnecían el Arroyo de la China y las de Bernardo Pérez y Planes que bajarían desde las Misiones, formaría una columna para batir a Artigas y sus tenientes. Pérez y Planes fue batido totalmente en La Cruz de Aguapey por Blas Basualdo; de la Quintana sufrió una derrota en el puente de Gualeguaychú, que le infligió Hereñú, jefe artiguista de Entre Ríos.
Artigas despachó contra el coronel Holmberg a Torgués, reuniéndose frente a Gualeguaychú con Hereñú, y juntos batieron al jefe porteño entre el Paso del Espinillo y el arroyo Sauce Solo, sobre el camino viejo del Paraná y cayendo prisionero Holmberg (autores argentinos tan autorizados como Benigno T. Martínez, dicen que esta victoria fue alcanzada por Hereñú sin el concurso de Torgués, y dan como fecha de la misma en el período del Director Supremo general Alvear, esto es, en el verano de 1815, pero este es un error, pues el combate del Espinillo tuvo lugar el 22 de febrero de 1814, mandando a los orientales presentes en la acción, el comandante Andrés Latorre, que con Eusebio Hereñú firmaron las actas de la capitulación que le impusieron a Holmberg y que la posterior llegada de Torgués transformó en rendición incondicional). Este último se hallaba en las puntas de San José en el mes de mayo. El 7 de junio, el general Alvear que acababa de recibirse del comando del ejército sitiador, escribió a Torgués “que nada le era más plausible, nada más lisonjero y satisfactorio que ver la plaza de Montevideo en poder de sus paisanos…”, indicándole el envío de dos diputados con plenos poderes a fin de tratar con los españoles sobre el modo y forma de entregar la ciudad. Concurrieron el Dr. José Revuelta y el capitán Antonio Sáenz, los que fueron ásperamente tratados por Alvear. En la Memoria que dejó este último asegura que Torgués había convenido con el general Vigodet para que éste efectuara una salida el 22 de junio, atacando a los sitiadores por el frente, mientras Torgués lo haría por la espalda. Esto parece increíble, ya que el día 23 el General español capitulaba; lo que fue real es la invitación hecha por el jefe oriental a Vigodet (prisionero en el Caserío de los Negros) desde Las Piedras, el día 24, para que se pusiese bajo su protección, la que fue conducida por el mencionado capitán Sáenz, cayendo la carta en poder de Alvear. Este atacó el 25 a Torgués en Las Piedras, donde se hallaba, en forma sorpresiva y después de haberlo entretenido con parlamentos; en el combate que se produjo hubo más dispersos que muertos y heridos, pero el jefe oriental se salvó de una completa destrucción gracias a que Rivera con su caballería contuvo a Alvear, escaramucéandolo en retirada. Torgués estaba dos días después al Norte del río Santa Lucía.
Después fue a rehacerse entre las asperezas del Aiguá y el arroyo Marmarajá, donde permaneció mientras los vencedores de Montevideo entablaban negociaciones infructuosas con Artigas. Poco después, el general Alvear despachó al coronel Dorrego contra Torgués, a quien atacó el 6 de octubre de 1814 en su posición en el arroyo Marmarajá, donde el jefe porteño obtuvo una completa victoria, aprisionando varias familias entre las cuales se hallaba la del coronel enemigo que fue tratada indignamente.
Torgués derrotado, tomó la dirección de la frontera del Brasil, pero sin rebasarla, estableciéndose en el cerro del Vigía, al Nordeste del estero de Santa Teresa. Soler, quedó a cargo de la guarnición de Montevideo, plaza que fue sitiada por la vanguardia de aquel Jefe, haciéndose más riguroso el asedio en la segunda quincena de febrero de 1815. Finalmente, el 25 de este mes, las últimas unidades militares de Buenos Aires abandonaban la ciudad, la que fue ocupada en nombre de Artigas por tropas que estaban a las órdenes de Torgués, el cual recién efectuó su entrada en el día 23, obsequiándosele con un baile en el Cabildo esa noche y hubo tres iluminaciones seguidas que terminaron el 1º de marzo. (1) Torgués entró con sus tropas a Montevideo el 21 de marzo, siendo recibido solemnemente por el Cabildo en pleno, en su recinto de sesiones, haciéndole entrega el gobierno político Tomás García Zúñiga, alcalde del 1er voto, mando que le había sido confiado el día 6 de marzo.
El 25 de abril de 1815 tenía lugar la proclamación de Artigas como capitán general de la provincia y el 1º de mayo releva a Torgués del cargo de gobernador intendente y el 2 respondía el Cabildo aprobando. Este fue reemplazado posteriormente por el Cabildo en el mando político, y por el coronel Fructuoso Rivera, en el militar, con el título este último de “comandante de armas”.
Las tropas de Torgués marcharon lentamente para la frontera del Cerro Largo, en virtud de las órdenes de Artigas. Fuera del comando de los Dragones de la Libertad y de la vanguardia, le fue adjudicado por el Protector el de las milicias de San José y Cerro Largo; al comenzar el año 1816 tenía bajo sus órdenes 1.500 hombres y el título de Jefe del ejército de la derecha, ejerciendo el comando desde Maldonado hasta Cerro Largo. Estaba a su cargo la línea del río Yaguarón.
A mediados de noviembre de 1816 el brigadier Bernardo de Silveira al frente de 2.000 hombres pasó aquel curso de agua, y rechazando las guardias de Torgués, se posesionó de la villa de Melo. El 6 de diciembre de este último año acometió con denuedo, sableó y batió una columna portuguesa de 500 hombres mandada por el capitán Manuel Joaquín Carbalho, en el arroyo Pablo Páez. Después de este triunfo, Torgués volvió sobre sus pasos en procura del brigadier Silveira, al que alcanzó en las nacientes del arroyo Cordobés y poniéndose a su flanco le hostigó sin descanso, con guerrillas diarias hasta Casupá, donde le obligó a hacer alto.
A poca distancia de este punto se le reunió Rivera con 1.200 hombres y 2 cañones y ambos resolvieron atacar a Silveira, y al efecto, partieron desde el arroyo Tornero, pero después de una hora de marcha no lograron ponerse de acuerdo con respecto de quien debía mandar el servicio de exploración, causa por la cual se separaron, retirándose Torgués hacia el Yí y continuando Rivera, con Lavalleja de vanguardia, las hostilidades contra los portugueses hasta que Silveira logró reunirse al ejército de Lecor. Esta disidencia entre los dos jefes orientales tuvo graves consecuencias pues impidió que los 2.200 hombres que tenían ambos en total, batieran a los 1.600 de Silveira; para atacar posteriormente a Lecor. Fue el comienzo del fracaso del plan defensivo de Artigas.
Rivera estableció el sitio de Montevideo, una vez ocupada esta plaza por Lecor, por orden de Artigas, pero tan pronto éste se retiró para el Norte, los jefes y oficiales depusieron al primero y designaron a García de Zúñiga, actuando Atanasio Lapido como secretario. En la barra del Canelón Chico se situó el jefe oriental, donde cometió toda clase de arbitrariedades. Un escritor de la época, dice: “El pueblo de Canelones y toda la campaña no pueden recordar sin ira este suceso”.
Torgués tenía a sus órdenes al coronel Rufino Bauzá, valeroso oficial, que mandaba un batallón de 600 libertos con 3 cañones. Pero las discrepancias con Torgués hicieron que este Jefe, conjuntamente con los capitanes Manuel e Ignacio Oribe, Gabriel Velazco, Carlos San Vicente y Moujaime y numerosos oficiales, entre ellos el secretario de Torgués, Atanasio Lapido, resolvieran entenderse con el general Lecor, a condición de separarse de la guerra que le hacían y dirigirse a Buenos Aires, como lo hicieron a comienzos de octubre de 1817.
Con esta deserción en masa, pues ella abarcó al batallón de Bauzá, a la artillería y no poca caballería, Torgués quedó con fuerzas insuficientes para mantener no sólo el sitio, sino tampoco la guardia de su persona; fracasando igualmente las tentativas que hizo para enrolar nuevas tropas. Esta circunstancia la trató de aprovechar el oficial Justo Mieres, al cual Torgués le había mandado fusilar un hermano; resentido por esto, una noche asaltó la casa de Torgués en Canelones y quiso prenderle; pero el último logró evadirse, y al día siguiente se puso en marcha con muy pocos hombres para Mercedes. Poco antes de estos sucesos el Director Pueyrredón había tratado de aprovechar las desinteligencias existentes entre Artigas y Torgués, para atraer a éste a favor del gobierno de Buenos Aires, insinuaciones que fueron escuchadas por el caudillo, que contestó el 2 de agosto de 1817 una carta a Pueyrredón, asintiendo al acuerdo que buscaba este último, como puede verse en el estudio sobre el general Elías Galván publicado por Mantilla.
El 6 de mayo de 1818, estando acampando el coronel Torgués con una pequeña escolta en la costa del río Negro, fue sorprendido y capturado por el capitán Benito Goncalvez da Silva. Enviado a Río de Janeiro, fue confinado con otros compatriotas al pontón “A Gloria”, donde se resintió su salud; permaneciendo en él hasta que por la intervención de Francisco Borja Magariños por los prisioneros ante el embajador español conde de Casaflores, fueron pasados a los calabozos de Isla Das Cabras; logrando, finalmente, por los buenos oficios de Magariños, restituirse a la Banda Oriental en el segundo semestre de 1821. El 6 de octubre se dirigía al gobierno de Montevideo solicitando 2.000 cabezas de ganado para reponer sus haciendas arruinadas por la guerra. Concedido esto, Torgués se retiró a su estancia en el departamento de San José; no tomando participación ulterior en los sucesos que se produjeron por la incorporación de la provincia al Imperio del Brasil. En 1825, al producirse la invasión de los 33, el general Lecor lo hizo detener para evitar que engrosara las filas patriotas; pero su salud quebrantada hicieron ver la inutilidad de esta medida y puesto en libertad, se reintegró a su establecimiento de campo. En 1929 solicitó de la Asamblea Legislativa el reconocimiento de su grado militar, la que elevada por el Gobierno el 1º de setiembre, no tuvo pronunciamiento al respecto.
Falleció en el Pantanoso el 14 de diciembre de 1831, siendo enterrado en la Iglesia Matriz (cementerio). Torgués estaba casado con María Peria.
Referencia
(1) El 1º de marzo Torgués presidió la sesión del Cabildo, que fue histórica.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
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Yeben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).
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