El general Carrera, una vez que hubo vencido y masacrado a la fuerza puntana en las Pulgas, tomó posesión de la ciudad de San Luis e hizo designar gobernador al estanciero sanluiseño José Gregorio Giménez cuya adhesión al caudillo invasor se debió indudablemente al temor que le inspiraba o a su afán de dilucidar desde el poder algunas rencillas internas y no porque lo guiase un sentimiento de admiración o amistad con el desparpajado caudillo. Su conducta posterior autoriza este juicio con el que se atenúa en parte la responsabilidad en que él y otros cayeron, arrodillándose ante el intruso y despiadado vencedor de Ortiz y sus hombres.
El propósito de Carrera no era el de permanecer inactivo en la urbe puntana, pues sabía que se estaba organizando un poderoso ejército para ajustarle las cuentas por las fechorías que había cometido. Por lo tanto se preocupó de remontar sus legiones para retirarse a los pocos días en procura del entrerriano Ramírez, su ex aliado, del que esperaba una nueva connivencia para llevar adelante su plan de ultra cordillera.
Ramírez, sea porque le repugnara el vandálico antecedente del Salto y el sangriento epílogo del combate de las Pulgas, sea porque a los fines de su acción en el litoral no le convenía desplazarse hacia Cuyo o porque no tenía fe en la empresa de Carrera, se limitó a escucharlo rechazando sus pretensiones.
El hecho concreto es que el chileno regresó a San Luis dispuesto a jugar su destino frente a las coaligadas fuerzas de las provincias cuyanas, mientras que Ramírez se quedaba jugando el todo por el todo frente al patriarca santafecino sin pensar ninguno de los dos que, camino más, camino menos, se aproximaban a paso redoblado al fin de sus días. (1)
Antes de llegar a San Luis a la que se dirigía apresuradamente, Carrera tuvo un encuentro en Río Cuarto con las fuerzas unidas de San Juan y Mendoza cuyo jefe era el guerrero de la independencia general Bruno Morón. Infortunadamente al iniciarse el combate su caballo costaló despidiéndolo de la silla, accidente que aprovechó un montonero para ultimarlo. (2)
Después de la acción de Río Cuarto el jefe vencedor continuó su marcha a San Luis ocupándola por segunda vez, sin detenerse en ella más que el tiempo indispensable para ocuparse de los preliminares de una nueva batalla. En los últimos días de agosto emprendió la marcha acompañado por el gobernador Giménez (3), y otros puntanos que le eran adictos, tomando el camino a San Juan con el propósito de abrirse paso hacia Chile sin dar tiempo a que se juntaran las tropas que habían partido de San Juan y Mendoza, a las que debía agregarse un contingente de treinta puntanos mandados por el capitán José Antonio Becerra.
El encuentro tuvo lugar en las inmediaciones del Gigante, en el lugar denominado Punta del Médano. Ahí se enfrentó con las fuerzas que comandaba el general José Albino Gutiérrez sufriendo una aplastante derrota el 31 de agosto de 1821, después de la cual fue cobarde y villanamente entregado prisionero por sus propios partidarios.
De las fuerzas de Carrera integradas por poco más de 500 hombres entre oficiales y soldados, muy pocos pudieron escapar al amparo de la dispersión. El balance final arrojó un saldo trágico de 213 muertos y 237 prisioneros que fueron tomados en el campo de batalla o que se entregaron enseguida trayendo como trofeo de su felonía la persona de su jefe, vilmente traicionado. Los guarismos que hemos dados revelan la magnitud del desastre sufrido por Carrera en una acción que tuvo semejanza con el 11 de marzo en la que él fue vencedor, con la diferencia que esa vez se dio el espectáculo de una carnicería llevada a cabo con sañoso empecinamiento.
En Punta del Médano cayeron prisioneros, además de Carrera, José Gregorio Giménez, Lucas Adaro, Pedro Lucero, Lorenzo Rivero, Rufino Poblet y Domingo Méndez, enemigos del gobernador Ortiz y aliados del invasor extranjero. Debían ser juzgados y condenados por las autoridades de San Luis, cosa que no ocurrió porque el gobierno de Mendoza con un loable sentimiento humanitario prefirió mantenerlos bajo su custodia hasta abril de 1822, subscribiendo en esa época un convenio con el gobierno de San Luis en el que se comprometía “del modo más sagrado a responder de cualquier otra invasión que se pueda intentar contra el de San Luis”.
Carrera también fue trasladado a Mendoza donde se lo sometió a un rápido proceso que concluyó con su condena a sufrir la pena capital. Cuando llegó el momento de la ejecución afrontó su destino con entereza y altivez, cayendo abatido por la descarga del pelotón de fusilamiento en el lugar en que habían corrido la misma suerte tres años antes sus hermanos Luis y Juan José, que como él eran enemigos acérrimos de O’Higgins.
Los tres hermanos Carreras fueron acusados por los crímenes cometidos en el territorio argentino, actuando como juez de la causa el doctor Bernardo Monteagudo, célebre por su adusto y apasionado criterio. El pidió la pena de muerte para los reos haciendo alarde de una tremenda severidad, y las sentencias se cumplieron sin que San Martín pudiera evitarlo, circunstancia que reconoció José Miguel exclamando: “Si San Martín estuviera aquí me salvaría como quiso salvar a mis hermanos”.
Así fue como terminaron las sombrías y tenaces ambiciones del caudillo chileno, dejando de su paso por San Luis la prueba de su rencor y saña subrayada con el holocausto de las víctimas de la Ensenada de las Pulgas, doloroso recuerdo legado a las generaciones puntanas como un alto ejemplo de dignidad ciudadana y patriótica virtud.
(1) Carrera murió fusilado en Mendoza el 4 de setiembre de 1821: Ramírez fue muerto por los montoneros santafecinos el 10 de julio de 1828 y su cabeza remitida a Santa Fe para ser exhibida en una jaula de hierro.
(2) La acción de Río Cuarto tuvo lugar el 23 de junio de 1821.
(3) Al salir Carrera de San Luis lo acompañó el nominal gobernador Giménez con un escuadrón de ochenta puntanos reclutados en San Luis. Durante la marcha por la travesía el número fue disminuyendo hasta quedar reducido a treinta debido a las disertaciones. De repente y al avistarse las fuerzas enemigas formadas en líneas de batalla, al mando del coronel José Albino Gutiérrez, en la Punta del Médano (13 de agosto), el joven gobernador Giménez se desprende de las filas en la mitad de la marcha, como haciendo alarde del brío de su caballo y ensayando aparentemente el contenerlo, hasta que, ganando una corta distancia adelante, arrímale la espuela y se lanza a escape en dirección al enemigo. (Zinny: Historia de los gobernadores, tomo III, página 50).
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Pastor, Reynaldo A. – San Luis, su gloriosa y callada gesta (1810-1967) – Buenos Aires (1970).
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