Nació en San Pedro, provincia de Buenos Aires, el 5 de marzo de 1829, siendo sus padres José Ramón Laprida, español, y Agustina Acevedo, natural de Buenos Aires. Se inició en la carrera de las armas, el 1º de julio de 1845, en clase de sargento del Regimiento Nº 4 de Milicias de Campaña, del que era jefe entonces el coronel José María Cortina.
Se halló en el combate de la Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, a las órdenes del general Lucio Norberto Mansilla, siendo nombrado ese día el sargento Laprida para allegar municiones a las baterías, en carros tirados por bueyes, comisión que desempeñó por espacio de tres horas, hasta que los carros y bueyes desaparecieron por efecto de las bombas de la escuadra aliada. Al dar cuenta a su jefe de este percance, se le ordenó pasar a incorporarse a los ayudantes del general Mansilla, lo que efectuó en el acto, teniendo el honor el sargento Laprida, de ser quien a la oración fue mandado a las baterías a hacer retirar la gente que hubiera en ellas, no hallando más que al comandante Alzogaray con 4 hombres en la batería “Restaurador” y al comandante Pérez, los que se retiraron hasta unirse al general Mansilla, que se hallaba a dos cuadras de la batería. Laprida fue herido en la acción.
Al día siguiente del combate fue promovido a alférez, pasando al 1er Escuadrón de su Regimiento, a órdenes del comandante Facundo Quiroga, con el que quedó en Obligado para atender a los buques franceses que aún permanecían frente a aquel punto. Más tarde pasó a San Pedro con 25 hombres, como prefecto del puerto y encargado de vigilar el movimiento de los buques aliados que surcaban el río Paraná. Meses después volvió a incorporarse a su Regimiento, con el que asistió a la batalla del “Quebrachito” o del Quebracho, poco más de una legua al norte de San Lorenzo, el 16 de enero de 1846, y el 4 de junio del mismo año, en que la acción fue en extremo violenta, sufriendo en ella los aliados un serio contraste después de un fuego de 3 horas bien sostenido.
Poco después el alférez Laprida regresaba con su regimiento al campamento en Ramallo, siendo nombrado teniente 2º. Con esta jerarquía asistió a la campaña de 1852, hallándose en el combate de los Campos de Alvarez, el 31 de enero de este año, y en la famosa batalla de Caseros, el 3 de febrero. Vencido el ejército de Juan Manuel de Rosas, Laprida se retiró a San Pedro, donde permaneció hasta la revolución del 11 de setiembre de 1852, en que se incorporó a las divisiones del comandante general del Norte, coronel Cayetano Laprida. Este jefe lo puso a su hermano Eusebio a la cabeza de 80 soldados de línea, con los que saliendo al encuentro de 200 correntinos del ejército del general Galán, los rindió en la “Cañada de los Cueros”, los mismos que entregó al comandante general en Ramallo, en momentos en que el General tendía su línea y Cayetano Laprida también; en ese momento llegó el teniente coronel Córdoba, de San Nicolás, mandado por el general Urquiza, diciendo a Laprida, “que no le hostilizara sus fuerzas; que se iba a Entre Ríos a colgar su espada”.
Fue en esta revolución cuando el teniente Laprida fue ascendido a capitán por orden del gobernador Valentín Alsina y su Ministro de Guerra y Marina, general José María Flores, dándosele el mando de 159 guardias nacionales, que organizó, y con ellos marchó al sitio que el coronel Hilario Lagos puso a la ciudad de Buenos Aires en los primeros días de diciembre de 1852.
Asistió a la batalla de San Gregorio, el 22 de enero del año siguiente, bajo el mando superior del general Gregorio Paz, cayendo en poder del capitán Eusebio Laprida, el coronel Pedro Rosas y Belgrano con 40 oficiales, quien los hizo respetar, hasta entregarlos al mencionado general Paz.
En mayo de 1853, antes de levantarse el sitio de la Capital, Laprida recibió el grado de sargento mayor de caballería de línea, por orden del general Urquiza.
Terminado el asedio de Buenos Aires, pasó en el mismo año 1853, a la provincia de Santa Fe, presentándose en el Rosario al general Jerónimo Costa, quien lo puso a la cabeza de 40 soldados santiagueños, con los cuales se batió en la batalla de El Tala, el 8 de noviembre de 1854, “de donde retrocedimos después de dejarse completamente deshecho al general Hornos –dice el comandante Laprida en una exposición de sus servicios- que al fin quedó triunfante debido a las intrigas de los generales Lagos y Costa, lo que nos obligó a pasar al Rosario y quedar al servicio de la Confederación”.
Acompañó al general José María Flores en su invasión a la provincia de Buenos Aires, asistiendo al combate de las “Lagunas de Cardoso”, el 23 de enero de 1856, contra las fuerzas porteñas al mando de los generales Wenceslao Paunero y Bartolomé Mitre, peleando Laprida con 30 hombres contra 200 indios, hasta quedar 22 heridos y entre ellos el último, no obstante lo cual los sacó e hizo formar, logrando salvarlos a todos.
En 1857 obtuvo el grado de teniente coronel de milicias, por despachos otorgados por el gobernador de Santa Fe, brigadier general Juan Pablo López, a cuyas órdenes y a las del general Pedernera, hizo la campaña de Cepeda, hallándose el día de la batalla mandando la línea de tiradores de la derecha. Fue bizarro el comportamiento del teniente coronel Laprida en este hecho de armas, en el que actuó formando parte del Regimiento “Emigrados de Buenos Aires”.
Asistió al corto sitio impuesto a Buenos Aires hasta el tratado del 11 de noviembre, después del cual se retiró a Paraná; cuyo Gobierno le extendió el 10 de febrero de 1860, despachos de teniente coronel de caballería de línea “por no estar debidamente patentado” y con el goce del sueldo en “disponibilidad” a partir del 1º de enero del mismo año.
Para la campaña de Pavón fue nombrado jefe del Regimiento 10 de Caballería, y jefe de vanguardia a las órdenes del general Ricardo López Jordán. Se batió con denuedo en la acción de aquel nombre, el 17 de setiembre de 1861 con la línea de tiradores sobre las fuerzas porteñas al mando del general Venancio Flores.
Días después de esta batalla, “viendo, -dice el teniente coronel Laprida en la exposición mencionada- que no se podía seguir adelante sin sacrificar al país, me separé del ejército y obtuve del general Mitre garantía para él y su regimiento, que desarmé en los Manantiales, y se retiró a la vida privada, en la que permaneció hasta la revolución de 1874, en que el Gobierno exigió mis humildes servicios, y sin vacilar un momento me puse a sus órdenes, hice lo que pude y la Provincia lo sabe también; que informe al respecto el coronel D. José María Fernández”. (Exposición de servicios fechada en Rojas en noviembre de 1888).
En la mencionada revolución actuó Laprida al frente del regimiento de Guardias Nacionales de Rojas y batió a los rebeldes, sirviendo a las inmediatas órdenes del coronel José María Fernández, quien le ordenó el desempeño de varias comisiones, que aquél cumplimentó con exactitud y pericia militar.
El 4 de julio de 1877 el Ministro de Guerra, Dr. Alsina lo reincorporó al ejército a pedido del interesado, formulado el 12 de noviembre de 1876. En el decreto correspondiente del presidente Avellaneda se disponía el pase de Laprida a la P. M. P.
El 13 de setiembre del mismo año se batió cuerpo a cuerpo con los indios en el Fortín Mercedes, salvando a aquella población del cautiverio; resultando herido el teniente coronel Laprida de un lanzazo. Esta hazaña motivó una nota del tenor siguiente, de parte del gobernador de la provincia, Carlos Casares:
“Buenos Aires, setiembre 29 de 1877. – Sr. teniente coronel D. Eusebio Laprida. – Mi estimado teniente coronel: Debo a Ud. una palabra de gratitud y felicitación por el servicio que ha prestado a esta provincia y por el bizarro papel que le ha tocado desempeñar, en los sucesos del 13 del presente.
“Tengo a la vista los objetos que Ud. ha tenido a bien remitirme y haré que en ellos se perpetúe la memoria de su hazaña que recuerda los combates de la edad caballeresca.
“Agradezco, pues, en nombre de la Provincia, el valioso servicio rendido por Ud. y el ejemplo de valor abnegado que Ud. ha presentado en la lucha con los salvajes del desierto, y lo felicito por la gloria que sobre Ud. refleja este hecho que viene a demostrar que los años no han conseguido disminuir la talla ni debilitar el brazo de uno de los más guapos soldados argentinos.
“Quedo de Ud. affmo. Amigo. – C. Casares”.
En marzo de 1879 recibió orden el teniente coronel Laprida de marchar a campaña, incorporado a la 5ª División, a órdenes del coronel Hilario Lagos; como jefe de la vanguardia de la misma. Este jefe le dio 100 hombres y lo mandó perseguir los indios Ranqueles, a los que dio alcance en Canelo, capturándolos en su mayor parte. Concluida la campaña del Río Negro, Laprida obtuvo licencia temporal del general Roca.
En 1880, a causa de los sucesos producidos, el coronel Ataliva Roca fue enviado del Rosario de Santa Fe por el Comisionado Nacional Dr. Pedro Goyena, para marchar al Norte, Oeste y Sud de la provincia de Buenos Aires, a disolver los grupos revolucionarios y colocar nuevas autoridades en los pueblos; al llegar a Rojas, el comandante Laprida se le presentó con fuerzas, poniéndose a sus órdenes. Roca le dio varias comisiones “las que cumplió con exactitud –dice este último en informe de 12 de mayo de 1890- y marchando el que suscribe al Sud de la provincia dejó al comandante Laprida para la conservación del orden en los partidos de Junín y Rojas, sosteniendo las autoridades civiles que había colocado en dichos partidos hasta tanto el Comisionado Nacional resolviese”.
En esta oportunidad, Laprida disolvió los grupos rebeldes que permanecían por Lincoln y los campos de Arias. Recibió orden de licenciar sus fuerzas en Rojas. Ejerció la comandancia de la Guardia Nacional de Rojas hasta el 8 de noviembre de 1881, que renunció.
Hizo la campaña del Chaco setiembre-diciembre de 1884, en calidad de ayudante del Ministro de Guerra y Marina, general Benjamín Victorica, quien lo recomienda en el parte general que elevó el último día del precitado año.
El teniente coronel Laprida revistó desde el 8 de noviembre de 1881 en la P. M. D. con anterioridad al 1º de junio de 1880, fecha de su baja de la P. M. P. y 5ª División. Revistó en el Cuartel General del ejército expedicionario al Chaco los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1884, para volver a la Disponible. El 10 de setiembre de 1886 pasó a la “Lista de Oficiales de Estado Mayor” hasta el 28 de enero de 1888, en que volvió a la P. M. D. con anterioridad del 1º del mismo. El 29 de setiembre de 1890, a la P. M. A.
El 6 de mayo de 1893 fue nombrado Intendente del Cuartel de Caballería, según deberes de este cargo fijados por S. R. de 20 de abril de igual año; disponiéndose el 24 de mayo revistase en “Lista de Agregados al Estado Mayor General”. Fue Intendente del Cuartel del Regimiento 2 de Artillería, el 30 de mayo de 1895.
El teniente coronel Laprida falleció a las 8.30 horas a.m. del 2 de mayo de 1898, en el Hospital Militar, estando retirado del servicio desde el 6 de mayo de 1896. Poseía las medallas de oro de las expediciones al Río Negro y Chaco.
A comienzos de 1845 contrajo enlace con Francisca Navarro, natural de San Nicolás; con la que tuvo 11 hijos. Habiendo enviudado, Laprida se casó por segunda vez el 7 de mayo de 1881, con Concepción Carrasco, nacida en Rojas, hija de Nicanor Carrasco, natural del mismo lugar, y de Sixta Rodríguez, de Montevideo. Laprida enviudó por segunda vez, el 7 de diciembre de 1892, en Buenos Aires.
El coronel Prudencio Arnold en sus difundidas Memorias, dice que el comandante Eusebio Laprida, hermano del general Cayetano, “era un jefe muy reputado” por su valor.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939)
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