Nació en Buenos Aires el 26 de setiembre de 1900 en una casa de la calle Santa Fe al 5000, en el barrio de Palermo. Vivió sus primeros años a la vera de los verdes campos de Trenque Lauquen y Salliqueló. Posteriormente volvió a su ciudad natal y realizó sus primeros estudios en una escuela primaria ubicada en la calle Arenales entre Anchorena y Laprida. A los 16 años ingresó a la Asociación Cristiana de Jóvenes y una inclinación irresistible lo ahincó en el deporte practicando gimnasia, natación, atletismo, lucha y boxeo. Había en el joven inquieto un ansia incontrolable… alguna vez expresó “vivir la hora que nos toca es la mejor forma de existir, probar las fuerzas que el soplo divino depositó en nosotros es descubrirlas sin miedo” ¡Y vaya que las descubriría!
Su vida en el yachting comenzó a los 17 años, realizando salidas por el Río de la Plata en un barquito aparejado a chalupa (con mayor al tercio) de 4,50 m de eslora llamado “Chubut”, propiedad del Club Náutico Belgrano.
Fue estudiante de escultura y dibujo en la Academia Nacional de Bellas Artes, amante del teatro y alguna vez actor. Su mayor actividad la desarrolló en la natación; sin descuidar sus estudios dictaba clases gratuitas en la pileta del Parque Avellaneda, de aquella época data la cicatriz que en su rostro lo acompañó toda la vida y cuya herida lo tuvo al borde de la muerte cuando quiso inaugurar, sin experiencia, los saltos ornamentales. Ya sus impulsos tenían el tono definido, atrayente y peligroso de la aventura.
Fue también profesor de natación en el Colegio Militar de la Nación. En 1923 batió el record mundial de permanencia en el agua a nado, por lo que recibió como premio un reloj de oro que posteriormente lo acompañaría en sus agitadas aventuras náuticas. Intentó sin éxito ocho veces el cruce del Río de la Plata. En 1931 viajó a Francia con la idea de cruzar a nado el Canal de la Mancha, pero el precio que le cobraba el remolcador para apoyo en su raid lo hizo desistir del intento. Es entonces donde surge su pretensión de unir la costa gala con Buenos Aires, navegando en solitario… ¿Cómo volver al terruño sin haber hecho nada, simplemente como un turista, quien fue en busca de la fama?… pensaba…
Así invierte casi todo el dinero que había llevado, para adquirir un barco de la antigua fórmula “Internacional” que retornaría al agua después de cuatro años de inactividad y al cual reemplazó su nombre por el de Legh (1), nombre que Dumas formó con cuatro letras “de sus recuerdos” que tal vez nunca nadie sabrá cuales son. Tras la incredibilidad de muchos lugareños sobre el éxito de tal empresa, zarpa en solitario de Arcachon (Francia) el 13 de diciembre de 1931, fecha muy mala para salir del Golfo de Vizcaya.
Osado, este verdadero autodidacta de los conocimientos náuticos, emprende su primer viaje en un viejo barco de regatas, en el cual no podía ni estar de pie en el interior. Provisto sólo de un pequeño horno a petróleo sin suspensión cardánica y el equipo para una regata de horas, apenas con un viejo compás magnético que le habían regalado, sin bomba de achique, ni medios de comunicaciones, ni timón de vientos y falto de alimentos, se hizo a la mar. Parece hoy prácticamente imposible que este cruce se haya concretado teniendo en cuenta los adelantos instalados en los modernos veleros.
Tuvo que atravesar el frío invierno europeo, con un casco que hacía agua, llegando a achicar hasta 80 baldes por día. Así pasó interminables jornadas paradojales de calma chicha y temporal, concretando su primera gran travesía de cruce del Océano Atlántico por las Islas Canarias (2). Gran cantidad de público y una suelta de palomas pintadas de celeste y blanco recibieron en la dársena del Yacht Club Argentino al intrépido navegante el 13 de abril de 1932.
Los deportes náuticos interesaban sobremanera en Europa y los EE.UU., por ello el nombre de Vito Dumas corrió como reguero de pólvora y no era de extrañar que ocupara una columna destacada en toda la prensa mundial. Concluía una de las etapas más largas realizadas por un hombre solo en el mar, que Dumas llevaría a la inmortalidad en su libro “Rumbo a la Cruz del Sur”. Por este viaje le llega de los EE.UU una distinción tan honrosa como merecida: “Por la más notable travesía solitaria transoceánica”, otorgada por la Slocum Society, entidad formada por la mayoría de los aficionados norteamericanos al deporte a vela y constituida en homenaje a Joshua Slocum. (3)
El Legh se encuentra hoy en el Museo de Luján junto a una vitrina con elementos utilizados en el viaje (brújula, sextante y grapa de botavara) y un mapa de la travesía con fotografía de la llegada. Dumas ya en tierra aseguró que no volvería al mar y que se transformaría en chacarero, estableciéndose en una chacra de Capitán Sarmiento. Pero hubo una fuerza que lo arrastraba, no aguantó mucho en tierra. Su temperamento dinámico y explosivo se encontraba sólo bien en el mar.
En 1934 pensando ya una probable vuelta al mundo hizo construir el Legh II (4). Realizó cruceros a Río de Janeiro a razón de uno por año hasta 1940. En uno de estos viajes (1937) da una vuelta de campana con el Legh II durante un pampero de 140 km/h en la boca del Río de la Plata; el barco recobró lentamente su posición normal y Dumas afirmó su fe para considerar que su barco era el ideal para circunnavegar el mundo.
Dificultades posteriores hicieron que tuviese que vender su velero para comprar un tractor. Se abocó al arado pero no pudo olvidar su ilusión. Declara en el libro que relataría todo su segundo viaje, “Los cuarenta bramadores”, que una fuerza interior lo empujaba a partir…
Fue a ver entonces a su amigo Manuel Campos y le pidió que le construyera un barco que “cueste poco y tenga la mayor eslora posible”. Comienza entonces el diseño de un barco que se iba a llamar “La Argentina” en homenaje a la fragata del capitán Hipólito Bouchard. Pero por problemas económicos y la imposibilidad del señor Parodi para construirlo por problemas de capacidad en su astillero versus tiempo decidió ir a ver al dueño del Legh II. Tras llegar a un arreglo, recuperó su compañero. Comenzó el alistamiento con ayuda de muchos amigos. Y el 27 de junio de 1942 estaba todo listo. Llevaba: 2 juegos de cuatro velas (tormentín, trinquetilla, mayor y mesana) además de una vela de capa y genoa (arbolado con el viejo mástil del Legh, estay y obenques armados con cables de un ascensor); provisiones para permanecer en el mar un año sin ayuda, con 400 litros de agua, 100 litros de kerosene (destinado a la cocina y luces), 80 kg de carne salada, 140 de galleta, 70 kg de papas, 40 kg de manteca salada, 5 kg de mermelada, 10 kg de yerba, 20 kg de chocolate, 400 botellas de leche esterilizada y agua mineral, cigarillos, tabaco para pipa, una bolsa de nueces, champagne, ron y fármacos (inyecciones de adrenalina, cafeína y antipiógenas). Como la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno apogeo, las previsiones debían ser máximas. En los puertos que tocara las ventas estarían fraccionadas y restringidas y sólo zarpó con 10 libras esterlinas. (5)
Dumas debió hacer su primera escala en Montevideo en razón de partir de nuestro país sin tener autorización para navegación de altura a causa de que el Legh II no cumplía con todos los requisitos reglamentarios.
Rumbo a Sudáfrica se encontró, rápidamente, solo con su barco, el cielo y el mar y la única forma humana que lo acompañaba en su camareta: “Lisandro”, una estatuilla que Dumas había tallado en madera de curupí (que representaba a un negro silbando con los labios estirados y que tenía 90 cm de alto).
“Los cuarenta bramadores” no tardaron en hacerse presentes: vientos de más de 100 km/h, el cansancio, la soledad, una tabla astillada y la reparación de emergencia empleando unas maderas clavadas, masilla y pintura (por supuesto sin bomba de achique, sólo un balde) fue el comienzo de este angustiante trayecto. Su peor trago lo pasó por una infección en el brazo derecho a causa de heridas en la mano, (40 ºC de fiebre, dolor, gran hinchazón, hasta olor a descomposición), a tal punto que postrado sobre su cucheta se abandonó, se despreocupó de su derrota, de su barco. Comenzó a aplicarse inyecciones antipiógenas (cabe que recordemos que en esta época no existían los modernos antibióticos, ni la penicilina), y lentamente mejora en el momento en que la desesperación lo había hecho decidir amputarse el brazo. Una herida de 8 cm se le abrió en el antebrazo, por allí drenaba abundante pus e insistiendo con inyecciones se fue curando.
Llegó a la Ciudad del Cabo para continuar hacia la “ruta imposible”, el cruce del Océano Indico (su etapa más dura). La furia del océano, trombas marinas, ciclones, profunda soledad; lo llevan a hacer enormes esfuerzos para no romper su equilibrio mental. A los 65 días de esta etapa comienza a sufrir los primeros síntomas del escorbuto con dolores de encías y reblandecimiento en los dientes a causa de la falta de vitamina “C”. (6)
Encomendado su ruego a Santa Teresita, lleno de contratiempos y peligros, viviendo ya sin lo que el hombre considera imprescindible para su propia vida, logró recalar luego de 104 días en Nueva Zelandia. Al arribo lo revisaron prolijamente; en plena guerra olía a espía, pero aclarado todo tuvo varios agasajos y amigos.
Su tercera etapa hasta Chile le deparó nuevas experiencias, un océano distinto con olas mucho más largas, nubes más altas y vientos menos duros. La calma lo envolvió en varias oportunidades y disfrutó de los vientos fuertes. El barco respondió excelentemente a pesar de algunas filtraciones que, sin bomba de achique, hacían más duro el trabajo a bordo.
Ya en Valparaíso, tras importantes agasajos, preparó su partida para el cruce del Cabo de Hornos. Planeada cuidadosamente para encontrar la época propicia, decidió que ésta debía realizarse cuando la declinación del sol fuese la máxima. Esta sería su etapa más corta, pero debiendo transponer aquella roca negra terror de los mares del Sur. Cruzada en solitario hasta aquel momento sólo por Al Hansen en su barco “Jame Mary”, quien cruzó de E a W y se hundió perdiendo la vida en la costa de Ancud (Chile). Dumas cobraría al mar la vida de aquel otro audaz.
El 24 de junio de 1943 navegaba cruzando el Cabo de Hornos. La furia del mar no fue tanta… o tal vez Vito ya se había acostumbrado a todo. Recién 15 años más tarde otro solitario, el inglés Sir Francis Chichester realizaría el cruce del Cabo de Hornos sólo a vela.
Continúa su derrota por el Este de Isla de Los Estados dejando por estribor las Islas Malvinas bajo un cielo totalmente cubierto, que lo obligó a navegar por estima, con nevadas y sufriendo un frío muy intenso.
En uno de estos días, con fuerza de temporal, fue arrojado con violencia contra uno de los costados del Legh II y sufrió heridas en la frente y la rotura del tabique nasal, la temperatura de -10 ºC actuó de anestésico y pudo salir bien del difícil trance.
Recala en Punta Mogotes; encalmado a la vista de la escollera del puerto de Mar del Plata, recibiendo remolque de la lancha “Carmen Mozcuzza” (7) y, entonando canciones del mar, entró a la Base de Submarinos fondeando junto a la popa protectora del guardacostas “ARA Belgrano”. Había concluido otra etapa de 38 días en la cual, gracias al profundo conocimiento de su barco haciendo trabajar el timón atado, había timoneado solo siete.
Sumamente cálida fue la acogida del pueblo marplatense y todo el personal de la Base Naval. Dumas con emoción deja ver en su libro el profundo agradecimiento hacia el señor capitán de fragata Dellepiane, Jefe de la Base con quien compartió el izado del pabellón el 9 de julio… “Daría cien veces la vuelta al mundo si este es el premio que me otorgáis”.
El 13 de julio se le ofreció un importante banquete en el Club Atlético Mar del Plata donde concurrieron autoridades municipales, jefes y oficiales de la Fuerza de Submarinos, numerosas delegaciones de entidades marplatenses y admiradores. Dumas demostró sus generosos sentimientos firmando cientos de autógrafos solicitados a cambio de una contribución para el hospital de Mar del Plata.
El Legh II debía recalar en Montevideo a fin de completar la circunnavegación. Zarpó de Mar del Plata observado por una enorme cantidad de público. A la altura de Mar Chiquita, con más de 30 horas de navegación, en la cual sólo había dormido una y media (encontrándose con el timón atado) la quilla tocó un banco de arena y el barco varó; la rompiente se desplomó sobre cubierta y partió su botavara de mesana, Dumas hizo ganar el barco decididamente la costa ante la imposibilidad de zafar de fondo. Logró, luego, comunicarse con el jefe de la Base para informar la novedad y en un operativo record el rastreador Py y el aviso Moscovi pusieron a flote y remolcaron a Mar del Plata al Legh II.
El barco no sufrió mayores daños y, a los pocos días, inició nuevamente el final de su travesía. “Esta vez no pegaré los ojos” aseguró en la partida mientras era despedido con palabras amistosas del personal de la Base a quien Dumas había conquistado con la afabilidad y el don de gente que en todo momento evidenció. Ya en el Puerto del Buceo fue recibido por sus amigos del Yacht Club Uruguayo, todo el pueblo hermano expresó su regocijo, se le ofreció un importante banquete donde asistieron altos funcionarios y miembros del cuerpo diplomático. La hazaña estaba cumplida, había vencido a tres océanos.
Con viento del Norte, zarpo el Legh II hacia nuestra capital, haciendo entrada en la dársena del Yacht Club Argentino el día domingo 8 de agosto de 1943 a las 11:00 hs. El agudo sonido de pitadas y sirenas, el seco estampido de bombas disparadas desde la Asociación Argentina de Pesca y todo un pueblo agolpado en la Avenida Costanera como jamás se haya vuelto a ver, sellaban una travesía de leyenda. (8)
Se necesitarían muchos párrafos para dejar aquí expresados los conceptos que el navegante vertiera a su llegada… “Me propuse azuzar la adormecida inclinación a la hazaña y a la aventura”… “He querido despertar en la conciencia de nuestra juventud la creencia en la fe y en su porvenir”… y así decenas de otros, que ocuparon las primeras planas de los diarios capitalinos aquel día glorioso para la historia de yachting nacional.
Dumas estaba ya consagrado como el más osado de los navegantes solitarios. El Legh II fue exhibido al público en el estadio Luna Park, y su recaudación fue a beneficio del Asilo Naval.
Pero los viajes de Dumas no finalizarían aquí. No podía estar sin navegar; sólo en el mar encontraba libre esparcimiento y para setiembre de 1945 se aprestaba para una nueva aventura en el Legh II. Intentaría ahora, unir Buenos Aires con Nueva York sin escalas. Pretendía realizar un viaje descansado, durmiendo regularmente para lo cual adquirió una campana de gran sonoridad que al acostarse, colgada en cubierta, con sus toques, alejaría el peligro de colisión con otros buques. Emprendió así su travesía.
Próximo a su arribo, frente a Coney Island, encalmado, fue arrastrado mar afuera por una corriente adversa. Allí comenzó el crucero de los padecimientos. Fue dado por muerto por casi todos los rotativos del mundo. Sin nada que comer, ayudado al Sur de las Islas Canarias por la tripulación del barco Serantes, siguió navegando y una mañana inolvidable recaló en Ceará (Brasil). Tras una odisea inenarrable, había perdido 20 kg de peso y su rostro barbado y oscuro era la conmovedora imagen de la derrota. Había pasado 106 días solo en el mar.
El Legh II luego fue adquirido por el Ministerio de Marina para prácticas de navegación en la Escuela Naval Militar y actualmente se encuentra en la Sala de Náutica del Museo Naval (Tigre), habiendo sido expuesto en el Salón Náutico de 1988 en el Predio Ferial de Palermo de la Sociedad Rural Argentina.
Vito, ya sin el Legh II, se dedicó nuevamente al campo, pero por cierto esta vez tampoco duró mucho, y decidió darle una revancha a su última aventura. Mandó construir un barco más pequeño, al cual llamaría “Sirio” (en nombre a su perro favorito) (9). Encomendó esta tarea (tras los planos a lápiz del señor Manuel M. Campos) a Eduardo Porto, quien en un verdadero record tuvo listo el Sirio en 72 días de dedicado trabajo.
El 23 de abril de 1955, bajo una lluvia pertinaz, partía nuevamente hacia Nueva York. Llevaba en su barco 50 obras pictóricas hechas por él, las cuales expondría y vendería en los EE.UU. Nuevamente, con medios precarios, todo se conjugó para que este fuese otro crucero torturante. Tomemos conciencia de que Dumas ya tenía 54 años y su barquito solo 7 mts.
Pasaron más de 90 días sin que se supiera nada del intrépido argentino. Los diarios del mundo nuevamente lo dieron por perdido. Sólo se sabía que sus víveres y agua no alcanzarían para tanto tiempo… pero las esperanzas de los que le tenían profunda fe no desaparecieron, y Vito arribó extenuado a las Bermudas. Un parte del hospital de Hamilton resumía: “totalmente agotado, deshidratado, presión arterial 28”. Tratado con plasma y medicación especial se repuso rápidamente y a los 12 días volvió al mar con su afán triunfante. El 23 de setiembre de 1955 entró al puerto de Nueva York en medio de un tremendo ciclón que había motivado la suspensión de la pelea por el título mundial de Archie Moore. Había cubierto 7.100 millas náuticas en 117 días. Poca repercusión tuvo esta llegada en los principales diarios argentinos; el país pasaba por trascendentales momentos políticos que ocupaban todas sus páginas.
Dumas en Nueva York sufrió una enfermedad hepática y vendió el Sirio a un español, técnico naval, llamado Rafael Cruces y luego regresó a Buenos Aires en vapor. Padecería el desasosiego terrestre. Se dedicó a recopilar sus emociones náuticas, pasando horas frente a sus telas pintando… pero no había caso, no podía estar sin barco y en 1961 bota el “Sirio II” (10). A pesar de que su salud ya no era la misma, quería seguir navegando.
Se preparó entonces para correr la regata Buenos Aires–Río de Janeiro en 1962. En el acto en que se dieron las últimas instrucciones a los capitanes, se le entregó la Medalla Azul del Cruising Club de los EE.UU., premio que se concede anualmente a los grandes de la navegación mundial. Sorprendió a todos el abandono de la regata a la altura del Cabo Polonio.
En el año 1964 Vito realizó el que sería su último viaje por el mar desde Buenos Aires hasta Mar del Plata. El Sirio II también hoy se encuentra amarrado en el Club Náutico Mar del Plata, en excelente estado de conservación. Había quedado abandonado en San Isidro en 1981, hasta que en abril de 1982 es restaurado por Italo Mazoli en su astillero del Tigre. Tras dos años de reparación su actual dueño, Andrés Domingo (por casualidad también hombre de campo) se cruzó, con el Sirio II a nuevo, con Manuel Campos que navegaba de vuelta encontrada a bordo del “Charrán” en el Río Tigre; un encuentro tan casual como mágico que llevó a ambos a la evocación del arquetipo que los unía.
Dumas murió el 28 de marzo de 1965 en su casa de Vicente López a causa de una trombosis coronaria. Un cortejo de más de seis cuadras acompañó, al Cementerio de la Chacarita, los restos del asceta de los mares. A partir de noviembre de 1986, Vito, cuenta con su primer busto, obra del escultor Hidelberg Ferrigno, ubicado en la ciudad de Mar del Plata en la entrada de la confitería situada en Boulevard Marítimo y Carlos Pellegrini, tal vez uno de los mejores lugares para honrarlo, pues allí Agustín Vila (quien patrocinó la obra) recibe habitualmente a todos los hombres de mar del mundo que pasan por nuestra ciudad balnearia.
Tras la muerte de Dumas desaparece aquel hombre diferente que, seguramente, ni los más allegados hayan logrado conocer en sus fibras más íntimas. Hermético, idealista, filósofo, admirado por muchos y subestimado por otros (los menos), todos, absolutamente todos, hoy coinciden en que nuestro solitario triunfó por su fuerza de voluntad inclaudicable y su espíritu de renunciamiento y sacrificio, características loables en todo marino.
Seguramente nunca será considerado un héroe, y seguramente tampoco él lo haya querido ser; pero sí puede considerarse un verdadero enamorado de la aventura. Sin ese espíritu aventurero la vida se marchita, con él el alma no envejece nunca.
Este hombre, hoy reconocido en todo el mundo, que sintió siempre amor incondicional por nuestra tierra y llevó orgulloso los símbolos patrios por todos los mares, merece nuestra consideración y profundo respeto.
Referencias
(1) Cubierta: 12,80 mts; línea de flotación: 6,12 mts; manga: 2,15 mts; calado: 1,60 mts; superficie vélica: 100 m2 (aprox.); construido en 1912 en Francia por G. Bounin.
(2) Escalas del primer viaje: Arcachón (Francia), zarpa el 12 de diciembre de 1931; Vigo (España), llega el 24 de diciembre y zarpa el 26 de diciembre, 1.100 millas náuticas; Isla Graciosa (Canarias, España), llega el 11 de enero de 1932 y zarpa el 12 de enero, 1.200 millas náuticas; Las Palmas (Canarias, España), llega el 13 de enero y zarpa el 27 de enero, 100 millas náuticas; Villa Mostardas (Brasil), llega el 13 de marzo y zarpa el 5 de abril, 4.500 millas náuticas; Montevideo (Uruguay), llega el 9 de abril y zarpa el 11 de abril, 300 millas náuticas; Buenos Aires (Argentina),llega el 13 de abril de 1932, 125 millas náuticas. Total del recorrido: 7.325 millas náuticas (distancias calculadas, el camino real pudo haber sido mucho mayor).
(3) Joshua Slocum (canadiense, naturalizado norteamericano) 51 años al partir, cumplió la primera vuelta al mundo en solitario de Yarmouth a Newport entre los años 1895-1898 cruzando por el Estrecho de Magallanes. Continuó realizando con el mismo barco, el “Spray”, viajes anuales (1905-07-08) en solitario de Bristol a las Antillas. En 1909 con 65 años y en perfecta salud zarpó para otro viaje igual que en los años anteriores y nadie nunca lo volvió a ver; desapareció junto a su barco en alta mar.
(4) Cubierta: 9,95 mts; manga: 3,30 mts; calado: 1,60 mts; superficie vélica: 42,15 m2; construido por J. Parodi y M. Campos en Tigre (Pcia. de Buenos Aires, Argentina) en 1934; doble proa armado a queche.
(5) Escalas del segundo viaje: Buenos Aires (Argentina), zarpa el 27 de junio de 1942; Montevideo (Uruguay), llega el 28 de junio y zarpa el 1º de julio, 125 millas náuticas; Ciudad del Cabo (Sudáfrica), llega el 24 de agosto y zarpa el 14 de setiembre, 4.200 millas náuticas; Wellington (Nueva Zelandia), llega el 27 de diciembre y zarpa el 3 de enero de 1943, 7.500 millas náuticas; Valparaíso (Chile), llega el 12 de abril y zarpa el 30 de mayo, 5.400 millas náuticas; Mar del Plata (Argentina) llega el 7 de julio y zarpa el 15 de julio, 3.000 millas náuticas; Proximidad Faro Querandí, varado 17 de julio y rescatado el 20 de julio, 50 millas náuticas; Mar del Plata (Argentina), llega el 21 de julio y zarpa el 28 de julio; Montevideo (Uruguay), llega el 7 de agosto y zarpa el mismo día, 200 millas náuticas; Buenos Aires (Argentina), llega el 8 de agosto de 1943, 125 millas náuticas. Total recorrido: 20.600 millas náuticas (distancias calculadas, el camino real pudo haber sido mucho mayor).
(6) En el libro “Los cuarenta bramadores” menciona que lo afecta el “beri-beri”, no era así, ya que este mal posee una sintomatología de afección nerviosa, parálisis, etc. a causa de la falta de vitamina “B” y no las afecciones gingivo-bucales típicamente escorbúticas que había empezado a sufrir.
(7) Figura en todas las ediciones del libro “Los cuarenta bramadores” como “Carmen Morenzza” posible error de impresión.
(8) La fecha de llegada está equivocada en la última edición del libro “Los cuarenta bramadores” (Editorial Kraft – año 1985); figura 7 de setiembre de 1943 lo que lleva a lamentables errores en recordaciones del viaje.
(9) Cubierta: 7 mts; manga: 2,20 mts; calado: 0,90 mts; superficie vélica: 38 m2 aproximadamente; construido por E. Porto y M. Campos en San Isidro en 1955; doble proa armado a sloop.
(10) Cubierta: 9,90 mts; manga: 2,90 mts; calado 1,50 mts; superficie vélica: 42 m2; construido por Hns. Parodi y M. Campos en Tigre (Pcia. de Buenos Aires) en 1961; balandro 5,1 Ton.
Fuente
Abad de Santillán, Diego – Gran Enciclopedia Argentina, Tomo III.
Dumas, Vito – Mis Viajes – Rumbo a la Cruz del Sur y los Cuarenta Bramadores) – Ed- Atlántida – Buenos Aires (1945).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Merrien, Jean – Los navegantes solitarios – Aymá Editores – Barcelona (1954).
Portal www.revisionistas.com.ar
Tibaldi, Guillermo Oscar – Vito Dumas: ¿Superstición o Mito? -
Todo es Historia, Nº 10, 1968.
• Vito Dumas (video I)
• Vito Dumas (video II)
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