El “pronunciamiento” de Urquiza

General Justo José de Urquiza (1801-1870)

El “pronunciamiento público” de Urquiza consistió en un acto donde fueron leídos y promulgados dos decretos con fecha 1º de mayo: en uno se declaraba a Entre Ríos Estado soberano provisorio “en aptitud de entenderse con los demás gobiernos del mundo”; en otro se cambiaba el lema Mueran los salvajes unitarios por Mueran los enemigos de la organización nacional.  Según lo corriente habría ocurrido el 1º de mayo, en la plaza General Ramírez de Concepción del Uruguay, en presencia de Urquiza y de toda la tropa formada.  Después la tropa siguió al pregonero que en cada esquina leía los decretos, mientras un cañón hacía salvas.

¿Ocurrió realmente el 1º de mayo, a lo menos en la forma clara, positiva y pública exigida por el Canciller brasileño?

El jueves 1º de mayo nada pasó de memorable en toda la provincia de Entre Ríos, a lo menos en forma pública.  Ni en los informes de los Comandantes departamentales ni en números posteriores de los tres periódicos de la provincia –El Federal Entre-Riano de Paraná, Progreso de Gualeguaychú y La Regeneración de Urugua – se menciona, fuera de que sopló un agobiador viento norte, nada de notable.  Después, sí.

De los tres periódicos, uno (El Federal Entre-Riano, el más serio y de mayor tiraje), nada comenta, tal vez porque su director, el Dr. Evaristo González, disgustado por el sesgo que tomaban las cosas, había pedido pasaporte para irse a Buenos Aires.  En cambio La Regeneración de Carlos de Terrada, en su número del 13 de mayo, se hace eco en crónicas, gacetillas, remitidos, comunicados, de una “efervescencia popular” que al parecer existía en la provincia, o por lo menos en Concepción del Uruguay; y en ese número transcribe ambos decretos del lº de mayo.  Hace la crónica del “público pronunciamiento” ocurrido a las 10 de la mañana en la plaza Ramírez, leyendo a continuación el pregonero sus considerandos en cada esquina seguido por la tropa, mientras Ricardo López Jordán hacía sonar un cañonazo a cada lectura por orden del gobernador.  No dice que estuviera presente Urquiza, que de estarlo no lo habría omitido.  Ni dice que “mañana” ocurrió.

¿Qué día entre el 4 y el 18 de mayo (entre los Nros. 46 y 47 de La Regeneración) se produjo el público pronunciamiento cuya crónica hace el periódico de Terrada?  Olvida decirlo.  Menciona en una gacetilla fechada el 13 de mayo, publicada en la edición de ese mismo día, que después de darse el bando se reunieron a las 8 de la noche algunas personas al pie de la pirámide de la plaza Ramírez: allí, después de cantarse chapeau-bas (será “chapeaux bas”) el himno nacional, el Dr. Diógenes de Urquiza –“joven culto, aventajado y elegante”– tomó en sus manos una bandera nacional y prometió culta y elegantemente “clavarla en el cráneo del tirano”.  Primer acto de intergiversable oposición a Rosas.

El periódico Progreso de Gualeguaychú, dirigido hasta entonces por José Ruperto Pérez, hace el 8 de mayo una crónica de una serenata ocurrida “espontáneamente” tras la banda de música local: en ella se vivó a Urquiza y se profirió algún denuesto contra Rosas en una poesía alusiva recitada.  Pero no se leyeron decretos, y por lo tanto hasta esa fecha no debía haber ocurrido el “público

pronunciamiento” de Uruguay.  En un remitido de Progreso del 14 se habla de otra serenata de Concordia el 11 de mayo “al conocerse la fiesta ocurrida en esa ciudad (Uruguay) la noche del 2 del cte.”.  No se leyeron decretos.

El “público pronunciamiento” tuvo lugar, entonces, entre el 11 y el 18 de mayo en Concepción del Uruguay.  Debió consistir en un acto tan mínimo, que ni el eficaz Terrada –ni Pérez, ni nadie– recuerda la fecha exacta.  En realidad el acto público fue la edición de La Regeneración del 13 de mayo.  Por ella se conoció el “pronunciamiento” dentro y fuera de Entre Ríos.

De allí se explica que Cuyás zarpara de Montevideo ese día 18 en el Golphinho, tan ignorante del “pronunciamiento” de Urquiza, que iba a hacerle aprobar un tratado en cuyo artículo 2º se lo incitaba a “practicar cualquier acto público y consumado que importe indudable y decidido rompimiento con el gobernador de Buenos Aires”, y que Urquiza y su ministro Galán no consideraran necesaria su corrección.  La noticia del público “pronunciamiento” llegó a Montevideo en la goleta General Urquiza, zarpada de Gualeguaychú el 15 con periódicos hasta esa fecha, y llegada a Montevideo el 19.  Un día antes –el 18– los diarios entrerrianos trajeron a Buenos Aires la información del paso dado por Urquiza.  Rosas, según su costumbre, no quiso ocultar nada y ordenó a su prensa que reprodujera ampliamente todas las crónicas y gacetillas de La Regeneración y Progreso.

¿Qué ha ocurrido con el “pronunciamiento”, cuyo estado público se ha demorado tanto tiempo después de la redacción de los documentos?  Porque nada permite suponer que los dos decretos fueron redactados por Seguí y firmados por Urquiza en otra fecha que la indicada en ellos: esto es, en el 1º de mayo.

Por lo menos el día 4 estaba confeccionado el de “asumir la soberanía de Entre Ríos, encontrándose en aptitud de entenderse con todos los países del mundo”, que el 6 remite Urquiza a Cuyás por la ballenera Paulita llegada a Montevideo el 9.  De éste, se enteró Pontes, pero no le da trascendencia de “público pronunciamiento” porque no lo tenía, y porque Urquiza lo comunicaba en la más estricta reserva.

¿Por qué demoró Urquiza el “público pronunciamiento” hasta el 11 ó 18 de mayo?  Supongo que por el prudente consejo de Cuyás a la niña enamorada: no ceder hasta no formalizar o por lo menos asegurarse el compromiso.  Lo ocurrido con ambos “pronunciamientos” es idéntico: tanto la circular del 8 de abril como los decretos del 1º de mayo, fueron demorados.  Pero los decretos tuvieron publicidad primero –el 11 de mayo, o a más tardar el 13– y por eso formaron el cuerpo del “pronunciamiento” contra Rosas.  La circular en cambio sólo sería conocida por sus destinatarios, los gobernadores argentinos (Virasoro aparte) al transcribirse en los periódicos entrerrianos del 25 de mayo de ese año.

En ambos “pronunciamientos” Urquiza obró de idéntica manera.  Los hizo redactar y después los guardó en una gaveta: tan sólo remite algunas copias a Montevideo “rogando reserva”.  Solamente ante la exigencia de Brasil y cuando conoce por su hijo Diógenes y por la carta de Cuyás del 2 de mayo, la presencia de la escuadra brasileña en el Plata, se resuelve a despachar sus buques según la gráfica expresión del catalán.

¿Popularidad del “pronunciamiento”?

¿Fue un acto emotivo de pueblo, el de la lectura de los decretos?  A decir de La Regeneración y Progreso habría habido “efervecencia popular” y “delirante entusiasmo” en las reuniones habidas en Uruguay, y en Gualeguayehú.  El calificativo es sospechoso.  En la copiosa correspondencia de Urquiza durante los meses de mayo y junio no hay muchas cartas de gratulación por el o los “pronunciamientos”.  Salvo las comprensibles de sus Comandantes departamentales, o de algún vecino correntino asilado y decididamente enemigo de Rosas (Berón – Ferre); casi por completo faltan las de sus coterráneos.  Tal vez los de Concepción del Uruguay fueran en persona a felicitar al general, pero no podría ocurrir lo mismo con los vecinos de puntos más alejados.  Da la impresión de que los entrerrianos no comprendieron el trascendental paso.  O que ninguno que no fuera empleado de gobierno se le ocurrió aplaudirlo.

Todo lo contrario: Juan José Urquiza, hermano del gobernador y vecino de Buenos Aires –que permaneció fiel Rosas– vuelve a aconsejarle fraternalmente el 28 de mayo que ponga sus propiedades a buen recaudo “pues tendrás que peregrinar en países extranjeros sin bienes” (1). El doctor Severo González, director de El Federal Entre-Riano de Paraná, renuncia al periódico y se aleja de la provincia “por no tener fe”; el coronel Hilario Lagos, jefe de policía de Paraná, deja el cargo y se va a Buenos Aires a ponerse a las órdenes de Rosas.

Años después el entonces general Francia, que en 1851 fuera Comandante de Paraná y debió como tal organizar y dirigir el “pronunciamiento” en esta ciudad, confesaba a Antonino Reyes la “violencia con que cedieron al pronunciamiento de Urquiza en 1851 los vecinos de Paraná”.

“Usted va a juzgar del estado de nuestro espíritu – escribe el 18 de enero de 1885 el veterano comandante de Urquiza al viejo edecán de Rosas– el día de la proclamación del bando y fijación de éste en las calles del Paraná, por el siguiente hecho histórico e imponente de que fui testigo: Yo era Jefe de las armas, y la orden se dio para la formación de todas las tropas que allí se hallaban en número de 2.500 hombres.  La columna se puso en marcha y no se oía más que la voz del pregón comunicando al pueblo la separación de la provincia de Entre Ríos y supresión de la encomienda al gobernador de Buenos Aires en las relaciones exteriores.  En la tropa se oía el mismo silencio durante la marcha.  De repente una sola y única voz (el Dr. Evaristo Carriego) gritó:

¡Muera el tirano Juan Manuel de Rosas!  La columna hizo un raro movimiento como de echar un paso atrás, toda ella, y nadie contestó” (2).

La República Independiente de Entre Ríos

El “pronunciamiento” consistió –como hemos visto– en la lectura pública por el pregonero, seguido por la tropa formada, de ambos decretos que llevan fecha 1º de mayo.  De ellos el fundamental es aquel en que Urquiza, en su carácter de gobernador de Entre Ríos en uso de las facultades extraordinarias que inviste (es decir: por sí solo -para lo cual se encantaba autorizado– y desde Uruguay y no obstante la existencia de un gobernador delegado o un ministro en la capital de provincia que era Paraná) acepta en términos irónicos una renuncia que habría presentado Rosas a “cultivar” las relaciones exteriores de la Confederación “delegada en su persona por todas cada una de las provincias que integran la República”, y en consecuencia, declara a la faz de la República, de la América y del Mundo:

“1º) Que es la voluntad del pueblo entrerriano reasumir el ejercicio de las facultades inherentes a su territorial soberanía, delegada en la persona del Excmo. Sr. Gobernador y Capitán General de Buenos Aires, para el cultivo de las relaciones exteriores y dirección de los negocios generales de paz y guerra en virtud del tratado cuadrilátero de las provincias litorales fecha 4 de enero de 1831.

”2º) Que una vez manifestada así la libre voluntad de la provincia de Entre Ríos, queda ésta en aptitud de entenderse directamente con los demás gobiernos del Mundo, hasta tanto que congregada la Asamblea Nacional de las demás provincias hermanas, sea definitivamente constituida la república.”

Acompaña la firma de Urquiza (no puede decirse que la “refrenda” porque no es ministro), la de su novel secretario el doctor Juan Francisco Seguí, redactor material del documento.

Este decreto, legalmente, es falso y nulo.  Falso, porque Rosas no había renunciado, no podía hacerlo, a la encomienda de las relaciones exteriores de la Confederación.  Esta había sido dada en 1830 por tratados bilaterales y no por el tratado de 1831, que tampoco fue cuadrilátero (Seguí lo confunde con el de 1822), por las provincias litorales al gobernador de Buenos Aires; y por las demás provincias también al gobernador de Buenos Aires mediante leyes de sus Juntas de Representantes dictadas entre 1831 y 1834.  No estaba dada a la persona de Rosas, sino a quien ocupara el cargo de gobernador de Buenos Aires.  No podía Rosas renunciar a las mismas reteniendo la gobernación de Buenos Aires y Jamás lo hizo, por otra parte.  Seguí había tomado por el rabo, deliberadamente o no, las consideraciones de Rosas a la Junta de Representantes de Buenos Aires excusando en reelección en 1850 de gobernador de la provincia, aduciendo entre otras consideraciones el estado de su salud que le impedía “atender como se requiere el manejo de las relaciones exteriores, delegado por todas y cada una de las provincias de la Confederación Argentina en el gobernador de Buenos Aires”.  No renunciaba a la delegación irrenunciable de las relaciones exteriores de la Confederación, renunciaba a ser reelecto gobernador por la Junta porteña de Representantes.

Nulo.  Porque el gobernador de Entre Ríos quebraba el sistema de Confederación al separar –aún provisoriamente– a su provincia del concierto de las demás argentinas.

El sistema de Confederación se encontraba establecido en la Argentina por el Pacto Federal de 1831 y por diversos acuerdos interprovinciales y leyes provinciales.  En ellos se delegaba permanente e irrenunciablemente la soberanía exterior de las provincias a la entidad “Confederación Argentina”.  Un Pacto de Confederación no puede denunciarse, ni los estados confederados tienen un imposible derecho de secesión para romper a voluntad la unión federal.  No es un tratado de alianza entre Estados soberanos para cumplir objetivos determinados o temporarios; es el acto constituyente, irrevocable, de una nacionalidad permanente.  En una alianza, la soberanía exterior permanece en los Estados aliados, y en todo momento éstos conservan el derecho de denunciar el tratado de alianza y separarse de la liga: en una confederación, la soberanía exterior reside en forma irrevocable en el Estado constituido por la unión federal.  La “alianza” de Estados pertenece al derecho internacional, la “confederación” al derecho constitucional interno (3).

¿Qué fue en realidad el “pronunciamiento”?

Por el decreto del lº de mayo de 1851, el gobernador de Entre Ríos declaraba la independencia nacional de su provincia, limitada hasta el momento de reunirse “la Asamblea de la República”.  En virtud de esa independencia nacional la autoridad de Entre Ríos estaba en condiciones “de entenderse directamente con los demás gobiernos del Mundo”.

Hablando en hechos, por ese decreto Urquiza se atribuía la facultad de Jefe de una nación soberana a fin de que su Ministro Plenipotenciario firmase en Montevideo un tratado de alianza con el Encargado de Negocios del Imperio de Brasil.

Lo malo, lo monstruoso, es la dolorosa realidad que se pretende cubrir con el pabellón del temporario Estado independiente de Entre Ríos.  Es que el Ejército de Operaciones de la Confederación Argentina, preparado, armado y destinado precisamente a la guerra con el Imperio de Brasil, dejaba desde ese momento de ser una fuerza argentina.  Y con su general a la cabeza, cañones, parque, etc., provistos por la Confederación, pasaba a pertenecer a un ficticio Estado de Entre Ríos, aliado –por voluntad de su omnímodo gobernador– al Imperio de Brasil en su guerra contra la Confederación Argentina.

Lo malo no es la independencia temporaria de Entre Ríos, que al fin y al cabo era y seguiría siendo irrevocablemente Argentina.  Lo malo era el escamoteo del Ejército de Operaciones de la Confederación.

Referencias

 

(1) Juan Urquiza a su hermano Justo del 28 de mayo de 1851, AU año 1851, Leg. may/jun.

(2) General José María Francia a Antonino Reyes: repr. Por Adolfo Saldías, Historia de la Confederación Argentina (edición Editorial Americana), Tomo X, página 85.  Evaristo Carriego se arrepentiría después del pronunciamiento: “Caseros, digo yo, es la patria perdida y sacrificada sin esperanza”.  (Sila después de Mario, cit. Por M. C. Gras, Rosas y Urquiza, página 354)

(3) Algunos constitucionalistas argentinos para justificar jurídicamente el “pronunciamiento” de Urquiza, han hablado de un imposible de “derecho de secesión” que conservarían las provincias confederadas.  Lo hacen en base a escritores norteamericanos, ansiosos de justificar a los estados del Sur.  En el caso argentino, el Pacto Federal dice muy claramente en su Art. 1º: “Habrá paz, firme amistad y unión estrecha y permanente…” entre las provincias signatarias.  La unión permanente e irrevocable nació, pues, para Entre Ríos, desde el momento en que su delegado Crespo firmó el pacto en la ciudad de Santa Fe el 4 de enero de 1831, y la Junta de Representantes de la provincia lo ratificase el mes siguiente.  Desde entonces Entre Ríos es irrenunciablemente argentina.

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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Rosa, José María – El pronunciamiento de Urquiza – Ed.  A. Peña Lillo S. A. – Buenos Aires (1977).

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