En 1857 se preparó la alianza contra el Paraguay, entre la Confederación Argentina y el Imperio del Brasil. La suscripción del “Protocolo” entre José María Paranhos y los representantes de la Confederación, Derqui y López, le valieron a Urquiza el beneficio de un empréstito efectuado por el Banco Mauá, de 300.000 patacones. Pero el Barón, obtendría también sus ventajas por el acuerdo, ya que el mismo día, Justo José de Urquiza, lo autorizaría a crear la sucursal Rosario del banco brasileño.
En el “Protocolo”, se establecía el derecho de paso, que la Confederación debía dar al Brasil, en caso de producirse el ataque al Paraguay.
Al efectuarse la misión Paranhos al Río de la Plata, el diplomático brasileño le entregó al canciller argentino el original de dicho protocolo, luego de copiarlo cuidadosamente, tomó nota de la concesión que otorgaba dicho protocolo. El 3 de junio de 1868, Rufino de Elizalde en el Congreso recordaría, aunque en forma vaga e imprecisa, la existencia de un Protocolo que otorgaba dicho derecho de paso a los brasileños. La vaguedad respondía a la necesidad de ocultar la fecha del protocolo, que había sido, por otra parte, duramente atacado por el mitrismo en su oportunidad y que además no había sido ratificado por el Congreso, con lo cual el gobierno de Mitre se hubiera visto en la necesidad de reconocer que el derecho de paso otorgado a los brasileños, no estaba fundado en ninguna norma legal válida.
De cualquier manera, el Paraguay sabía perfectamente que el gobierno de Mitre, que ya había autorizado la concentración de las tropas imperiales frente a Corrientes, iba a otorgar a los brasileños el derecho de paso.
¿Qué fue lo que determinó la invasión de Francisco Solano López al suelo argentino? Autores como Carlos Pereyra, aún reconociendo que López confiaba en el pronunciamiento de Urquiza, le censuran haber dado ese paso, que lo hacía aparecer como un invasor en tren de conquista. Desde ya, toda la planificación del ataque contra el Paraguay fue muy anterior a este hecho, y la seguridad política del primer estado moderno americano, había peligrado desde que Venancio Flores invadiera la República Oriental del Uruguay. Pero un estadista militar brillante como Francisco Solano López, debió prever los efectos morales y no simplemente militares de su ataque. Había algo más que eso. Algo más, también, que el hipotético y dudoso apoyo de Urquiza, era lo que motivaba la posición asumida por López:
Pelham Horton Box, entrevió con claridad la cuestión. “Puede haber poca duda –dice el autor norteamericano- acerca de la múltiple inteligencia de López con poderosos caudillos argentinos, pues hemos visto, que no se atenía a un “solo disidente”, y hacia febrero de 1865 había abandonado sus esperanzas en Urquiza (…) Pero como invadió Río Grande por vía Misiones, nos encontramos ante el problema de por qué exigió el pasaje a través de Corrientes.
“Todavía esperamos la publicación de los documentos que iluminen sus relaciones con los elementos reaccionarios de la Argentina. Pero un examen de las pruebas existentes, sugiere que la exigencia del derecho de tránsito por Corrientes, iba encaminada a servir de réplica a la supuesta colaboración de Mitre con el Brasil, y a ofrecer una oportunidad para que se alzaran los enemigos de Buenos Aires, en el caso de una negativa”.
Si bien Fermín Chávez, ha demostrado la forma en que se ocultó la declaración de guerra previa, enviada por López, es indudable que no se trata de un planteamiento jurídico en el orden del derecho internacional. El pedido de paso, fue formulado con el objeto de recibir una negativa, y permitir así el pronunciamiento de los elementos reaccionarios adictos de que disponía el Paraguay en la Argentina. es decir, que López contaba con que los federales de Corrientes, y los demás elementos vinculados a ellos, se pronunciaran a su favor. En cuanto al apoyo de Urquiza, según Elizalde, el entrerriano le había ofrecido al mandatario paraguayo el paso por nuestro territorio, y asimismo, la cesión de inmensos territorios para someter a Buenos Aires. Al respecto, en carta del 26 de febrero de 1865, López recuerda que Urquiza le había manifestado que en caso que Mitre se negara a darle paso, él se pondría al lado del Paraguay, “para cuyo fin ha pedido la copia de la solicitud de tránsito y su contestación en caso negativo”.
Por otra parte, en “Memorandum” de 22 de octubre de 1864, Francisco Solano López había sugerido que se designara como comisionado a Sagastume, Virasoro o López Jordán. Recordemos que el pronunciamiento de Virasoro, era esperado ya, desde la época de los levantamientos del Chacho. La “conjuración del Litoral”, como la llama Cárcano, existió, y fue la razón esencial, a raíz de la cual López aceleraría el proceso, pidiendo el paso por Corrientes.
Desde Tucumán, el 29 de noviembre de 1864, Emilio Salvigni le advertiría a Wenceslao Paunero: “ (…) Las noticias que corren aquí del litoral son alarmantes y producen una angustia general. Mientras V. me dice: “Que mandaremos sobre Paraguai (…) cosacos correntinos” López Jordán va a Corrientes y se entiende con aquel Gobierno y el del Paraguai para marchar contra el Brasil y Flores y por consiguiente contra Buenos Aires, secundado con la milicia de Entre Ríos. Dicen que el Paraguai tiene buques con los que pasará un ejército a este lado del río –que Mitre no tiene ejército y que por consiguiente la reacción está hecha, sublevando algunas provincias apoyadas por el ejército de Urquiza (…)”.
Pero el apoyo falló, con lo cual el jefe paraguayo se vio obligado a invadir, por razones militares, a través de Misiones.
Este hecho, unido al retardo en la publicación de la declaración de guerra efectuada por Francisco Solano López, hicieron que Mitre tratara de dar un carácter defensivo nacional, a la guerra. Pero las clases oprimidas no se equivocaban: la verdadera guerra nacional consistió en enfrentar a Mitre, al Brasil y al Imperio Británico, a favor de la Unidad Americana.
Fuente
Cárcano, Ramón J. – Guerra del Paraguay, Buenos Aires (1941).
Chávez, Fermín – Vida y Muerte de López Jordán – Ed. Theoria – Buenos Aires (1957).
Peña, R. O. y Duhalde, E. – Felipe Varela – Schapire editor – Buenos Aires (1975).
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