Francisco Sosa

Soldado de la caballería federal

Natural de la Punta, provincia de San Luis.  El coronel Prudencio Arnold, en su importantísima obra titulada “Un soldado argentino” (1), dice: “Al mismo tiempo llamó a Don Francisco Sosa (alias) “Pancho el ñato”, el más renombrado gaucho de los Montes Grandes, por su valor, baquía en el campo y destreza para manejar el cuchillo en el combate y le ordenó (2) formar un escuadrón ligero de hombres a su gusto, para hacerle a los indios la guerra de sorpresas, igual a la que ellos nos hacían a nosotros”.

El 16 de febrero de 1816 le fueron extendidos a Francisco Sosa despachos de teniente 2º del Regimiento Nº 3 de Milicias de Caballería de Campaña de Buenos Aires.  En la expedición al mando del gobernador Martín Rodríguez, en 1824, en que llegaron a la Sierra de la Ventana, Sosa actuó como baqueano de la misma, cargo que siguió ejerciendo en el año 1825 y 26 y 27, en el Fuerte Kakel, como baqueano del coronel Andrés Morel, primero y del Regimiento de Coraceros (después Nº 7 de Caballería) en 1826 y 27 con el mayor Narciso del Valle.  Hizo la campaña con Rauch de 1826.

Nombrado, como dice la nota del coronel Arnold transcripta más arriba, por Juan Manuel de Rosas para formar un escuadrón ligero, al mando de éste tomó parte en la campaña contra los partidarios del general Lavalle en 1829.  Intervino en el ataque a la Guardia del Monte, el 16 de marzo de aquel año, en donde fue enviado por los federales para parlamentar con el jefe de la defensa, mayor Manuel Romero, siendo recibido Sosa a balazos.  Por esta causa, se llevó un violento ataque a la Guardia, que fue tomada por asalto en la misma jornada.  Se halló en el combate de Las Vizcacheras, el 28 del mismo mes, donde el escuadrón de Sosa formó parte del ala derecha federal; hecho de armas donde murió el coronel Rauch.  Con otros jefes, escoltó a Lavalle hasta Buenos Aires, por orden de Rosas, después de la entrevista de Cañuelas, el 24 de junio.  En noviembre y diciembre de este año (1829), Sosa figura como teniente coronel jefe de la “División de Observación” acantonada en la costa del Salado, en San Miguel del Monte.

El 24 de febrero de 1830, Rosas le extendió despachos de teniente coronel de caballería de línea, comandante del 1er Escuadrón del Regimiento 8º de Milicias de Caballería “al de igual clase y arma de Milicias Francisco Sosa”; cuerpo de nueva creación, de guarnición en Ranchos, Dolores, campamento en el Araza y Guardia de Chascomús, los meses de abril, mayo y julio de 1830, respectivamente.  El 1º de abril del mismo año le reiteró y confirmó el despacho de comandante del 1er Escuadrón del 8º de Milicias, con el que en el mes de agosto se hallaba acampado en el Rincón del Tuyú, en campaña contra los indios.  En setiembre del mismo año fue nombrado comandante de escuadrón del Regimiento 5º de Milicias, destacado en Dolores; cuerpo con el cual dio una batida por las tolderías de junio a diciembre de 1831, en la que llegó al “Volcán”, “Lobería Grande”, “Chapaliyu” y “Monsalvo”.  De enero a octubre de 1832 guarneció el Fuerte Independencia, pasando en esta última fecha a Fuerte Argentino.

Mandando el Escuadrón de “Carabineros” del 5º de Milicias de Caballería, hizo la campaña al Desierto a las órdenes de Juan Manuel de Rosas, en la cual, el teniente coronel Sosa tuvo una actuación singularmente brillante; junto con el de igual grado Hilario Lagos, formó parte de la vanguardia confiada al general Pacheco, el cual ocupó el 10 de mayo de 1833 el Río Negro, e hizo pasar a la margen opuesta a los escuadrones de Sosa y Lagos, los que se arrojaron sobre la primera toldería que encontraron; pero los indios huyeron a ocultarse en la espesura de los bosques y sólo se tomaron algunos individuos de chusma.  Pacheco prosiguió su marcha por la margen izquierda del Río Negro hasta cerca de Choele-Choel, y el 26 del mismo mes lanzó a los mismos comandantes Lagos y Sosa sobre la tribu del famoso cacique Payllaren, a la que aquellos destruyeron completamente, matando en la refriega al cacique, a casi todos los indios de pelea, y tomando prisioneros a todas las familias.  Fue el primer gran triunfo miliar de la “División Izquierda”.

El general Pacheco siguió avanzando por ambas márgenes del Río Negro aguas arriba, batiendo en lo crudo del invierno las tolderías que constituían el poder del terrible cacique Chocory.  En los primeros días de julio llegó a Choele-Choel; mandó al teniente coronel Sosa con dos escuadrones, en busca de Chocory; ordenó a Lagos que cayera con su fuerza sobre Pitrioloncoy, el cual se encontraba con una fuerte indiada 20 leguas arriba, según las partidas descubridoras, y en la madrugada del 3, pasó su tropa en jangadas y su caballería a nado, atacó la isla de Choele-Choel, y acuchilló y apresó a todos los indios que se habían refugiado allí con gran cantidad de familias.

Según carta de Rosas dirigida al general Juan Facundo Quiroga, (que tenía la dirección suprema de aquellas operaciones militares de vasta envergadura, para destruir a los salvajes en sus dominios), fechada aquélla el 31 de julio de 1833, desde la margen interior del Río Colorado, le comunicaba que en la madrugada del 3 del citado mes, y 8 leguas antes de llegar al Río Negro, el teniente coronel Sosa, al frente de un escuadrón de maniobra, acuchilló y exterminó la tribu del famoso cacique Chocory, “feroz azote de la frontera”, escapando éste, desnudo, en pelo y obligado a tirar hasta su sable y enorme coraza de cuero (la que se conserva en el Museo Antropológico, donada por la familia Terrero).

Después de llegar a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén, en la conclusión del río Negro, y a 46 leguas aproximadamente de la isla de Choele-Choel, el general Pacheco coronó con sus fuerzas los cerros que se elevaban a sus flancos, y a los cuales bautizó con el nombre de “Cerros de Rosas”.  Los indios que habían buscado este último refugio se precipitaron en los bajíos; pero los escuadrones de Lagos, Sosa, Flores y Hernández los destruyeron completamente apresando a la chusma y rescatando muchísimos cautivos.

En el curso de esta misma campaña, los comandantes Sosa y Hernández lograron alcanzar al cacique Ungañán, en el Río de la Sal, Colorado arriba.  Los indios quedaron derrotados, dejando en el campo 59 muertos, entre ellos los caciques Millac y Pichilincoy y tres indios Chaiqueros, de las tribus chilenas.

Terminada la expedición contra los salvajes, el teniente coronel Sosa regresó a la provincia de Buenos Aires con el resto de los expedicionarios, llegando a Salinas Chicas en diciembre de 1833.  En marzo del año siguiente era nombrado teniente coronel Jefe del Regimiento de Blandengues de Nueva Frontera, destacado en Bahía Blanca, siendo promovido a coronel graduado en noviembre del mismo año y comandante en jefe de aquella frontera.  Tenía por 2º al teniente coronel Juan Zelarrayán.  Este y el coronel Francisco Sosa fueron dados de baja del 5º de Campaña el 3 de agosto de 1835, por “haber pasado al Regimiento de Blandengues de Nueva Creación”.

Sosa continuó al mando de la “División de Salinas Grandes” hasta el 1º de agosto de 1836, fecha en que falleció en su estancia del Sauce Grande, partido de Bahía Blanca.  En 1831 fue uno de los primeros pobladores con haciendas, en el Arroyo Azul.  Estaba casado con Petronila Soria.

Referencias

(1) “Un soldado argentino” – Vida militar del coronel de la Nación Prudencio Arnold.  Casa editora: “La Argentina” – Rosario (1893).

(2) Juan Manuel de Rosas.

Fuente

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

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Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).

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