José Gervasio Artigas, el máximo “Padre del Federalismo”, fue traicionado por el caudillo entrerriano Francisco Ramírez cuando el prócer combatía contra los invasores portugueses de la Banda Oriental. Derrotado y perseguido, el “Protector de los Pueblos Libres” se encaminó hacia el Paraguay para solicitar asilo a José Gaspar Rodríguez de Francia. Acompañado por unos 200 paisanos, Artigas vadeó el río Paraná el 5 de septiembre de 1820. En “Yo el Supremo”, Augusto Roa Bastos inmortalizó la carta que el uruguayo enviara al Dictador Perpetuo:
“Desengañado de las defecciones e ingratitudes de que he sido víctima, le suplico siquiera un monte donde vivir. Así tendré el lauro de haber sabido elegir por mi seguro asilo la mejor y más buena parte de este Continente, la Primera República del Sur, el Paraguay”.
El doctor Francia relataría más tarde en tercera persona: “no solamente lo admitió, sino que ha gastado liberalmente centenares de pesos en socorrerlo, mantenerlo, y vestirlo, habiendo venido desnudo sin más vestuario ni equipaje, que una chaqueta colorada y una alforja”. La erudita pluma roabastiana le atribuye igualmente esta frase memorable: “Acto no solo de humanidad sino aún honroso para la República conceder asilo a un jefe desgraciado que se entregaba”.
Artigas fue hospedado por un tiempo en el Convento de La Merced, en Asunción. Luego, fue internado en la Villa de San Isidro Labrador de Kuruguaty. Allí permaneció hasta que Don Carlos Antonio López lo invitó a retornar a la capital y le asignó un solar en su quinta de Yvyra’i, en Trinidad. Allí falleció el 23 de setiembre de 1850.
A su regreso de las lejanas comarcas de Kuruguaty, Artigas que era un experto en la producción agrícola ganadera, así como en los métodos populares utilizados en ellas, y también versado en plantas medicinales, organizó la producción de la Quinta del Yvyra’i, con la inestimable colaboración de sus cambá, es decir los que popularmente se conocían como “Negros de Artigas”, además de varios guaraníes de las antiguas misiones que le acompañaron en su exilio, muchos de ellos integrantes de su ejército.
La familia de Artigas, es proveniente de Yapeyú, y una de las siete originarias fundadoras de Montevideo. Yapeyú es cuna también del General San Martín. El abuelo de José Gervasio, Martín, fue el primer administrador del distrito, luego de la Expulsión de los Jesuitas del Paraguay por el Rey de España.
Artigas, hablaba y comprendía perfectamente el guaraní (bueno, “hablaba” es un decir: hasta hoy siguen resonando sus palabras para quienes lo quieren escuchar).
Muy pocos conocen la faz científica del prócer Artigas: fue él quien dio comienzo, en ese jardín, a la plantación sistemática de especies seleccionadas de la Flora Guaranítica, y de un Herbolarium, he’i oñe’ekuaàva, de plantas medicinales. (1)
Sobre esta base, desarrollada posteriormente por expertos botánicos como Hasler, Bertoni, Teodoro Rojas, creció el jardín Botánico de Asunción.
Es fama que el prócer oriental, educaba en las primeras letras, y en la producción agrícola a cuanto se acercaba al lugar, en el Solar que ahora lleva su nombre.
Varios gobiernos uruguayos enviaron comitivas para intentar convencer a Artigas de volver a Montevideo, pero este siempre rechazó las propuestas. En su solar, donado por Eligio Ayala al Uruguay, se erige hoy la Escuela Artigas, regenteada y costeada por el Ministerio de Educación de ese país, que, en actitud de constante agradecimiento, se dedicó durante muchas décadas a formar por igual a niños y jóvenes paraguayos y uruguayos. Generaciones enteras de trinidenses se educaron allí.
La Escuela “Artigas” del Solar de Artigas, se encuentra en la entrada al Jardín Botánico de Asunción, en el Barrio Trinidad, sobre las Avenidas Primer Presidente y Avda. Artigas y funciona desde el 28 de abril de 1924. Tiene una larga y fecunda historia de más de 80 años al servicio educativo, cobijada por el añoso árbol Ybyrapytá que diera sombra al prócer de la nacionalidad oriental en los últimos años de exilio en esa tierra guaraní.
Debe su fundación con motivo de la devolución de los trofeos de Guerra de la Triple Alianza por parte del Uruguay al Paraguay, éste agradecido dona un sector de lo que fuere la quinta del Presidente Carlos Antonio López, en el actual Jardín Botánico de Asunción, solar donde José Artigas pasó los últimos 5 años de los 30 que vivió en el Paraguay. Los uruguayos consideraron que la mejor manera de testimoniar su agradecimiento al pueblo paraguayo, por haber acogido al héroe oriental, sería con una Escuela. Así nació la Escuela “Artigas” del Solar de Artigas, que hasta hoy funciona totalmente solventada por el Gobierno Uruguayo y cuya dirección y cuerpo docente está a cargo de maestros uruguayos.
Atiende alrededor de 250 alumnos desde 4 años al 6º año. A ella concurren alumnos paraguayos y un pequeño porcentaje de uruguayos residentes en Asunción. A nivel programático se implementa en la Institución el programa uruguayo, integrándole las asignaturas de Historia y Geografía paraguaya y el idioma guaraní, para que los alumnos egresados puedan insertarse sin dificultad en la continuación de sus estudios primarios en 7º, 8º y 9º grados.
Abarca un terreno de tres hectáreas y los niños que allí estudian, tienen su propio parque ecológico, espacio con juegos y dos canchas de fútbol. Hacia el fondo del terreno se levanta el Salón Ansina, dedicado a clases de música, educación física, exposiciones y actos culturales. Una exuberante y variada vegetación dan a este centro docente una característica especial. Está considerada la institución de enseñanza primaria más limpia del país.
Los docentes son uruguayos y acceden al cargo por concurso de méritos, a ellos se suman dos paraguayos, que se encargan de las asignaturas de Guaraní y Educación Física.
No sólo por su biblioteca, rica en volúmenes, la Escuela Artigas es visitada asiduamente por visitantes extranjeros y estudiantes que se acercan buscando informaciones sobre su funcionamiento y su inserción en el ámbito mercosuriano. Donde se mire, en sus paredes y en el patio, existe una plaqueta recordatoria. Numerosos son los testimonios de orientales que se acercan a visitar la Escuela y al Yvyra-pytà, mudo y único testigo que permanece a través del tiempo.
El Jardìn Botànico, de tanta historia y de tantas luchas por la Ciencia, es digno de ser visitado por todos, así como la antigua Casa de Artigas y la Escuela que en su honor se creara. Está también la antigua casa de don Carlos Antonio López y cuenta con un importante Museo antropológico, así como una renombrada colección especial de mariposas e insectos varios.
El Yvyra-pytà de Artigas
Situado en el patio de la escuela que lleva su nombre, fue alcanzado por la vejez. Se ha debilitado, y aunque está en tratamiento, apuran un homenaje para 2011, año del Bicentenario de la Revolución Oriental.
La historia dice que es el árbol junto al que José Gervasio Artigas pasó los últimos años de su vida, en el exilio paraguayo.
Alto y frondoso -aunque ha perdido follaje- ofrece un amplio abanico de sombra donde descansa un busto del prócer oriental.
El Yvyra-pytà será declarado “Monumento Natural” por iniciativa del gobierno paraguayo, que prevé realizar en los primeros meses de 2011 un acto con altas autoridades de Uruguay, entre ellas el Presidente de la República.
Referencia
1) He’i oñe’ekuaàva = dicen los que saben hablar. Ñe’enga, o proverbio guaraní, usado socarronamente para denostar a los que hacen gala de una erudicciòn pedante y fuera de lugar o contexto.
Fuente
Diario ABC – Asunción, Paraguay
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Galeano Olivera, David – Artigas, el botánico guaraní
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