Juanita Pesoa fue el primer amor de Francisco Solano López que con dieciocho años pasó por Villa del Pilar con el cargo de coronel comandando una numerosa fuerza militar y se enamoró de la joven, hija de doña Dejesús Sostoa de Pesoa, descendiente por línea paterna del legendario don Juan de Jara. La suya era una de las más respetables familias del lugar. Así, entre idas y venidas del “hijo del Presidente” al Ñeembucú, fue casi natural que tuvieran tres hijos: Emiliano Víctor, nacido en 1850, Adelina Constanza y José Félix. Panchito, el hijo mayor habido con Elisa Lynch nació recién en 1858. El último hijo de Francisco Solano con Juanita nació cuando Elisa Lynch ya era presentada como su mujer oficial.
Toda la historia de amor entre el impetuoso hijo de don Carlos Antonio López y Juanita Pesoa transcurrió en la ciudad de Pilar y siguió después durante la guerra.
En agosto de 1868, el jefe de Policía de Luque, mayor Matías Sanabria, extendía el siguiente pasaporte: “Pasa a la Capital doña Juana Pesoa, con dos hermanas y familias, y cuatro sirvientas, con un militar a objeto de visitar a los valientes heridos que actualmente se encuentran en los hospitales de sangre, para cuyo efecto se les permite dos días de plazo, y el deber de presentarse donde corresponda”. Esta escueta comunicación hace presumir que Juanita formaba parte de la legión de sufridas mujeres residentas, que acompañaban durante la retirada, a las famélicas reservas del ejército nacional.
López siempre le dio protección y lo mismo hizo Elisa Lynch con los hijos que López tuvo con Juanita Pesoa, dándole trato igualitario, con los suyos propios. Emiliano Víctor Pesoa López, el mayor, estudiaba en Europa y se trasladó a Nueva York, durante la guerra. Finalmente, luego del desastre en Cerro Corá, fue uno de los apoyos que tuvo Elisa Lynch, criando a sus hijos pequeños en su exilio europeo. Emiliano, la esperó en París, para enterarse de los detalles sobre la muerte de su padre, su hermano José Félix y su hermanastro Panchito. Hay correspondencia que prueba que Elisa Lynch quiso proteger a Juanita Pesoa, después de Cerro Corá, llevándola a Paris. Existió buena amistad entre ambas. Desde la muerte de su padre, Emiliano cambió su firma por Emiliano López Pesoa, como aparece en las cartas enviadas desde Europa a su madre en Pilar.
El 23 de junio de 1871, desde Londres, Emiliano escribía a su madre Juanita una carta en la que se lee: “… muchos recuerdos de parte de Mme. Lynch, y los muchachos, y también a mi tía Asunción. Como ya le he dicho antes vivo por ahora con esta Señora, y estamos trabajando para recobrar los bienes de mi finado padre (Q.E.P.D.), que están en este país, y no dude que cobraremos gran parte de ellos…”.
Mme. Lynch, dirigía a su vez, una carta fechada en Londres el 27 de diciembre del mismo año al Administrador del Banco Real de Escocia en Edimburgo, en los términos siguientes: “Señores: Habiendo hecho un acuerdo compromiso, en relación a mis juicios legales con el señor Stewart, en el cual el mismo acuerda pagarme a mío a mi orden la suma de 5.000 libras que están tenidos en el Banco Real de Escocia, por el señor Felot y por mi persona, le ruego que Ud. tenga la gentileza de informar al portador de ésta, Sr. Emiliano López, qué pasos se debe tomar a fin de que yo reciba sin inconvenientes adicionales esta suma en Edimburgo o en Londres… Suyo obedientemente. E.A. Lynch”.
Ni Elisa Lynch pudo recuperar sus bienes, ni Emiliano Víctor, el primogénito del Mariscal, pudo recuperar la décima parte de la herencia que le correspondía y que Elisa Lynch hizo todo lo posible por recuperar. En 1874 regresó al Paraguay y murió un año después en Pilar a los 25 años de edad. No quedaron hijos vivos de los amores entre Juanita Pesoa y Francisco Solano López. Adelina Constanza había muerto de viruela en 1869, en Tobatí, y José Félix, al cuidado de Elisa Lynch, murió durante el ataque a su carromato, en Cerro Corá, al mismo tiempo que Panchito, que la defendió con la frase “un coronel paraguayo no se rinde”. Juanita Pesoa rehizo su vida casándose después de tan tristes sucesos con el coronel Pedro Hermosa, ayudante de campo del mariscal López, de gran actuación en la batalla de Curupaytí.
Juanita Pesoa falleció en Pilar a avanzada edad.
En Pilar hay una casa de estilo colonial, con ventanas enrejadas, anchas paredes y puertas características del siglo XIX, que es conservada con esmero. Se halla ubicada sobre la calle Alberzoni y fue la vivienda de Juanita Pesoa. La casa que está en pie es la admiración de propios y extraños, ya que posee las características de las casonas coloniales importantes de ese tiempo, a las que las refacciones no cambiaron tanto. Dicen que la vereda de ladrillos fue recorrida en una ocasión por Elisa Lynch, que descubrió que la historia que le contaron al oído sobre los amores de una tal Juanita con su Francisco Solano eran reales, tanto que hasta hijos ya tenían. Su primera reacción fue pasar por delante de la casa, como anunciando que esa relación ya formaba parte del pasado. Y lo hizo haciéndose notar. Después, salió la Pesoa y como toda respuesta hacia su nueva rival echó agua hirviente al piso de ladrillos que aún existe y que pisó Elisa Lynch presa de un ataque de celos que no hizo mella en el Mariscal.
Asimismo en el Museo Histórico de Isla Umbú, localidad situada a 12 km de Pilar, se conservan diversos objetos utilizados por Juanita Pesoa, entre ellos su cama de hierro, con baldaquín, artísticamente trabajada.
Fuente
Boccia Romañach, A. – “Sueño y Realidad del Oro en el Nuevo Mundo”, pág. 276)
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
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