Firmaba Julián G. Salomón y vivía en la actual calle Suipacha, entre Rivadavia y Bartolomé Mitre, esta primera figura de la Sociedad Popular Restauradora, que en 1833 fue uno de los elementos de acción más eficaces que secundaron a Encarnación Ezcurra durante la denominada Revolución de los Restauradores. Se lo ha pintado como uno de los personajes más sangrientos del régimen rosista y figura, para la historia oficial, entre los consabidos degolladores de unitarios. Según el novelista Eduardo Gutiérrez, el mazorquero Salomón fue personas de sentimientos humanitarios que más de una vez salvó la vida a opositores de Rosas.
Leal a Rosas
Martiniano Leguizamón ha publicado una carta de Julián González Salomón a Juan Manuel de Rosas, de fecha 30 de octubre de 1840 (mes de sangrientas represiones), que confirmaría la afirmación de Gutiérrez. La carta dice entre otras cosas: “Con respecto a las casas unitarias que V. E. me encargó vigilar, no sólo las he observado con asiduidad sino que yo personalmente las he vigilado, y sea por que se han apercibido de ello, a pesar de nuestra cautela o por otras causas, créame S. E. que nada he podido sorprender; por cuya razón no he procedido contra ellos como era justo. Sin embargo, Sr. Gobernador, si V. E. por otros medios adquiere o tiene la menor noticia yo agradeceré a V. E. me lo indique, porque sin más que su indicación yo mismo personalmente aún a medio día, procederé contra cualquiera de dichas casas salvajes, a quienes es preciso exterminar para que podamos vernos libres de esta sabandija que nos mina”.
Lucio V. Mansilla, que lo conoció, lo describe así: “Hombre de poca estatura, retacón, moreno, con poco pelo en la barba, sentado en silla de paja sin pintar, parecía una figura de terracota etrusca. Cuando alguna visita llegaba: “Voy a llamar la familia”, decía, y la familia consistía en la mujer, no teniendo hijos. A mi, por ahí pasaba con frecuencia yendo a la escuela de Misia Candelaria Soria o a San Miguel –cuya cripta tiene unas ventanas con reja de fierro que jamás cruzaba sin sentir escalofríos-, a mi, me hacía mucha fiesta, conociéndome muy bien, y yo al volver a casa no fallaba en decir: -Mamita ¡he visto a Salomón! El era. Pero nada, lo repito, me decía…”. Esta descripción de Mansilla no coincide con la que hace José Mármol en su novela Amalia, donde lo pinta alto y voluminoso (“cada brazo era un muslo, cada muslo un cuerpo, y su cuerpo, diez cuerpos”, escribe).
Federal apostólico
Su padre, un pulpero español, dejó a los hermanos González Salomón una casa de comercio situada en el cruce de Corrientes y Cerrito. Julián González Salomón fue uno de los más exaltados federales apostólicos, como lo señalan no sólo la tradición sino diversos documentos, entre ellos dos circulares de diciembre de 1840, dirigida a los ciudadanos federales para invitarlos a formar parte de una guardia de honor y escolta de Rosas y de la 18ª Legislatura. Circulares que llevan su firma y las de Joaquín María Ramiro, Ciriaco Cuitiño, Andrés Parra, Nicolás Mariño, Juan Manuel Larrazábal, José María Boneo y Juan Merlo.
González Salomón murió en 1846, antes de la caída de Juan Manuel de Rosas, y, según una difundida tradición, el pintor Eustaquio Carrandi hizo su retrato estando difunto. Había sido durante años Juez de Paz de la parroquia de San Nicolás.
Fuente
Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1970).
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de Obligado.
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