Nació en San Bartolomé, pueblo próximo a la ciudad de Chiavari, Génova (Italia), el 4 de marzo de 1831. A los 17 años en compañía de su pariente y amigo Cayetano Devoto, se embarcó en Génova a bordo del bergantín “General San Martín”. El viaje fue una odisea; a los 110 días de la partida, a causa de una larga cuarentena en la isla de Martín García por una epidemia de peste en los puertos del Brasil, llegaba a Buenos Aires, en octubre de 1848.
Comenzó a trabajar de peón de albañil, y luego se empleó en la fábrica de cartuchos de pólvora en la residencia de Juan Manuel de Rosas, de San Benito de Palermo. Después de la batalla de Caseros fue contratado por Pedro Plomer, un fuerte hacendado bonaerense, para la plantación de 50 hectáreas de monte en su estancia “El Durazno”, situada en el actual Partido de General Las Heras. Poco después fue ascendido a mayordomo, y se puso a su cuidado las primeras ovejas sajonas de pedigree que se trajeron al país.
En 1860 contrajo matrimonio con Catalina Ottonello. Más tarde formó una sociedad con Devoto para la explotación de una estancia en La Salada (hoy partido de Suipacha), dedicada a la ganadería, y en poco tiempo, obtuvo un rápido progreso. En 1868 debió sortear la fuerte epidemia de cólera que atacó a la estancia y sus alrededores. Muchos vecinos se acercaron a su establecimiento para pedir su consejo y ayuda durante la peste.
Devoto disolvió la sociedad con su antiguo amigo, para dedicarse principalmente a la fundación en Buenos Aires del Banco de Italia y Río de la Plata, mientras los médicos aconsejaban a Vaccarezza volver a su patria para reponerse de una grave enfermedad en los órganos respiratorios. Cuando tenía todo dispuesto para la partida hacia Europa, cambió de idea y se quedó en el país, para emprender la mayor obra de su vida.
En 1872 adquirió tierras en el Partido de Chivilcoy, en la pampa desierta, y se ocupó en la dura tarea de su labranza. El campo tenía 337 hectáreas que luego amplió a 500, situado a un par de kilómetros del río Salado, límite natural que servía de frontera con los indios, quienes tenían instaladas sus tolderías en la margen oeste. Creó en él una colonia agrícola e industrial, estableciendo a ese efecto, un importante molino harinero, que funcionó a vapor, lo que constituyó una novedad en el país. Para ello había adquirido una caldera con una máquina de 20 caballos de fuerza, que pertenecía a un barco fondeado en el puerto de Buenos Aires.
Para poblar la colonia, don Andrés hizo venir de Italia muchos parientes y amigos, que empezaron las faenas rurales ayudados por varias decenas de peones contratados en el lugar. A todos ellos, se preocupó de ofrecerles una vivienda digna, para cuyo fin instaló varios hornos de ladrillos.
Hospedó en su casa a maestros que enseñaban a sus hijos y a los de los demás pobladores; trajo sacerdotes que oficiaron misas, y para precaverse contra las frecuentes invasiones de indios en la región, hizo edificar una casa provisoria a corta distancia de las obras, a la cual rodeó de una defensa de palos a pique.
La siembra del trigo y maíz fue sin duda la primera preocupación del fundador, pero éste no descuidó su antigua pasión por la forestación. Plantó así 600.000 ejemplares de álamos, sauces y acacias; los primeros para leña y fabricación de cajones y los últimos para postes necesarios en el sostén del alambrado de los campos. Tampoco descuidó la plantación de vides, con las cuales fabricaba vino en grandes toneles importados de Europa, y de montes de árboles frutales, principalmente duraznos.
Junto a sus familiares y paisanos fue dando forma a la idea de fundar un pueblo en la inmensidad de los pajonales, cruzados por los dos caminos que hacían el viaje de Chivilcoy a Bragado, y de Chacabuco a 25 de Mayo.
Eran 68 personas las que, con sus familias, constituyeron el núcleo inicial del poblado, que fue creciendo a medida que el fundador creó otras fuentes de trabajo (aserradero, herrería, etc.). Pronto el molino se vio rodeado de viviendas, iniciándose así, la formación del poblado.
Cuando ya el lugar había tomado formas concretas de pueblo, don Andrés dividió sus tierras en manzanas y efectuó el trazado de las calles; a partir de entonces esos solares fueron ocupados en forma paulatina por personas que, junto a las ya establecidas, constituyeron los primeros pobladores lugareños.
En momento oportuno levantó un plano que, prácticamente, no ha sufrido modificaciones con el actual. Corría por ese entonces el año 1877, y ya estaba prácticamente constituido el pueblo. El plano de referencia, bajo el nombre de “Pueblo de Vaccarezza” está firmado en Chivilcoy el 1° de noviembre de 1877, y establece como fecha de fundación el 27 de octubre de 1877.
El primer trazado se limitaba a 80 manzanas ubicadas alrededor de las vías ferroviarias, en cambio en el trabajo efectuado por Souza, la extensión del campo de don Andrés Vaccarezza fue fraccionado, y es así como éste fue dividido en 166 manzanas de 100 metros de lado, separadas por calles de 20 metros cada una. Cada manzana estaba dividida a su vez en cuatro solares, lo que arrojaba un total de 664 solares.
Fue la culminación de un proceso lleno de esfuerzos y anhelos. Tuvo como base el molino harinero levantado por don Andrés. Su alta chimenea era la señal de que la civilización y el progreso habían sentado sus reales en los campos bonaerenses.
En 1885 llamó al agrimensor Vicente Souza para que realizara su trazado definitivo, y de acuerdo con el trabajo realizado por dicho profesional, el plano es el que actualmente está reconocido como tal y figura en documentos oficiales.
Andrés Vaccarezza obtuvo que se levantara una estación en las inmediaciones de su pueblo, mediante incansables trámites y la donación de los terrenos necesarios para la instalación de las vías, costeando la construcción del edificio. Otro impulso a su obra civilizadora, que coronó una iniciativa por él tomada desde 1894.
Cuando el ferrocarril unió el pueblo de Vaccarezza con los centros de consumo, su primitiva denominación fue sustituida por la de Alberti, como se llamó a la estación ferroviaria en homenaje al hombre de Mayo. El 10 de junio de 1910, ante las gestiones del vecindario, el entonces gobernador de la provincia, general José I. Arias, vinculado a la zona en que tenía su campo, dictó la ley de creación del Partido de Alberti, con cabecera en el pueblo Vaccarezza y tierras tomadas de los partidos de Bragado, Chacabuco, Chivilcoy y 25 de Mayo, que marca el punto inicial de un camino ascendente.
Por orden de la Secretaría de Transporte de la Nación, el 12 de diciembre de 1966, a la estación se le asigna el nombre de Andrés Vaccarezza, teniendo en cuenta para ello lo solicitado por la Comisión Pro Homenaje a Don Andrés Vaccarezza.
Falleció en ese pueblo, el 12 de abril de 1925, a los 94 años de edad, rodeado por once hijos y numerosos nietos y bisnietos. Los diarios locales dedicaron todas sus páginas a redactar la biografía del fundador. El gobierno de la provincia de Bueno Aires decretó sendas honras fúnebres; las expresiones de pesar recibidas fueron innumerables, desde las más altas personalidades del país hasta los más modestos vecinos que lo querían como un padre y lo llamaban “el patriarca”. Dos mil quinientas personas acompañaron el cortejo a la necrópolis, y se pronunciaron discursos en su homenaje.
Una avenida del pueblo de Alberti y su monumento lo recuerdan imperecederamente.
Fuente
Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo diccionario biográfico argentino – Buenos Aires (1971)
Devoto Arcuri, Ana -Comunicación personal
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Molinos de Alberti S. A. – Fundación de Alberti
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