Juan Vucetich

Juan Vucetich (1858-1925)

Nació en Lésina, ciudad de la antigua Dalmacia, el 20 de julio de 1858.  Fueron sus padres Victor Vucetich y Vicenta Koracevich.  Llegó al país en 1882, y se desempeñó como empleado en Obras Sanitarias de la Nación hasta 1888, fecha en que ingresó en la Policía de la provincia de Buenos Aires, como meritorio.  En 1890 fue designado jefe de la Oficina de Estadística, de ese organismo policial a cargo del capitán de navío Guillermo J. Nuñez.

Había conocido, y de ahí parte su investigación, un trabajo de H. de Varigny publicado en Francia sobre las investigaciones de Francis Galton, a propósito de los relieves digitales.  Este último destacaba el valor de aquellos para la identidad individual.  Comparó tales estudios con el sistema de antropometría de Alphonse Bertillon, que por entonces constituía el recurso en uso para la identificación de los delincuentes.

Vucetich estaba bien interiorizado de este sistema, y dio gran difusión a láminas que él mismo preparó y otras indicaciones que en esa época podían observarse en todas las comisarías de policía, a la vista del público; pero comprobó que era muy deficiente e inseguro y se pronunció por las impresiones digitales.

Después de pacientes estudios sobre los trabajos de Galton, y los 40 tipos de relieves digitales que éste había definido, Vucetich llegó a aumentarlos a 101, y creó un sistema que él denominó “Icnofalangometría”, poniéndolo en aplicación el 1º de setiembre de 1891.  Esa fecha se recuerda anualmente como la de implantación del sistema de identificación dactiloscópica que, con su perfeccionamiento posterior, realizado por su creador, lleva su nombre.  Por primera vez se tomaron aquel día las impresiones digitales de los diez dedos a 23 procesados por distintos delitos, según consta en el archivo que el propio Vucetich inició.

El sistema quedó así implantado, estimada la perennidad e inmutabilidad de los relieves digitales, cuyos caracteres individuales acompañan a la persona en todo el curso de su vida, y que se manifiestan a través de infinitas variedades específicas.  No pocas dificultades, propias de toda investigación creadora, debió vencer Vucetich para imponer su sistema, primero en su propia elaboración, y también por los derivados de toda innovación en otros medios que, por entonces sólo se referían a la lucha contra la delincuencia.  Además debían obtenerse comprobaciones prácticas.

Fue un paso decisivo el caso ocurrido con motivo de la muerte violenta de dos niños de corta edad en Necochea en 1892.  La madre de las víctimas denunció como autor del hecho a un vecino, pero el hallazgo de impresiones digitales en una puerta de la habitación permitió establecer, por la aplicación primera del procedimiento dirigido por Vucetich, que, lejos de pertenecer al acusado, los rastros eran de la propia madre, con lo cual se comprobó en forma fehaciente que era ella la autora del crimen.  Esto trascendió como demostración de la validez científica del sistema dactiloscópico, con lo cual el método fue incorporado a la labor investigadora de la Policía y se instalaron las primeras oficinas de identificación en las cárceles y en las comisarías.

Entretanto su creador continuaba sus investigaciones, y poco tiempo después, lograba reducir los 101 tipos digitales de sus primeros ensayos a cuatro fundamentales, que clasificó así: arco, presilla inferior, presilla exterior y verticilo.  Ese conjunto sistematizado, es lo que denominó Sistema Dactiloscópico Argentino.

La ficha creada según su sistema fue la que luego se adoptó universalmente, y es la que rige en la actualidad en todo el mundo, junto con los elementos de aplicación ideados por Vucetich que se mantienen sin variantes.

El creador no quedó satisfecho, sin embargo, y siempre con abnegación y sacrificio, cubriendo de su magro peculio gastos que los poderes públicos no podían afrontar en la medida que la importancia del asunto requería, perfeccionó aún el sistema, consiguiendo corregir insuficiencias tales como la difícil visibilidad de ciertos tipos digitales, y creó una clave de subclasificaciones que recogió el doctor Luis Reyna Almandos en su trabajo “Clave de subtipos de Vucetich para subclasificaciones”, basado en los cuatro tipos fundamentales.

En 1893, escribió ya un tratado sobre el procedimiento de filiación en Buenos Aires, y luego el gobernador Julio Costa anunciaba en su mensaje a la Legislatura la incorporación del sistema Vucetich al gabinete antropométrico de la policía local.  En esa época se escribe con César Lombroso y con Rafael Garófalo, y en los días de la gobernación del Dr. Guillermo A. Udaondo, restablecida la oficina de identificación que fuera suprimida, se le confía la dirección de la misma.

Poco después se declaraba texto oficial de la Policía de la provincia su libro aludido, mientras su sistema adquiría mayor difusión.  El descubrimiento de algunos crímenes por su procedimiento, afirmaron cada día su seguridad, por lo que publicó otro libro titulado “Registro de Existencia”.  Poco después se expedían las primeras cédulas de identidad, y en 1901, asistió Vucetich al II Congreso Científico Latinoamericano, de Montevideo.  Dio entonces su primera conferencia pública acerca del sistema de su creación.  En Río de Janeiro comenzó desde entonces la adopción del sistema dactiloscópico argentino, y ya su incorporación a la vida de otras naciones fue sólo cuestión de tiempo. 

En 1904, apareció la obra capital de Vucetich, “Dactiloscopia comparada”, que recibió premios y menciones.  La Policía de Roma implantó su sistema, y creció la confianza en la bondad de su invento.  La Academia de Ciencias de París sancionó el sistema, se difundió en toda América y se extendió al resto del mundo.

Se estableció el canje universal de fichas de identificación, por medio de convenios, y en 1906, el Código de Procedimientos Penales de la provincia de Buenos Aires sancionó el principio dactiloscópico de la identidad humana.

El gobierno bonaerense lo designó perito identificador, y su discípulo y amigo, el Dr. Reyna Almandos publicó otro trabajo de mérito sobre “La dactiloscopia argentina”.

Brasil había ya impuesto el sistema en la marina, y entre nosotros llegó a ser realidad un sueño del investigador: la creación del Registro Nacional de Identificación, que con algunas variantes se organizó por medio de una ley.  Vucetich fue su director.  El Congreso de la Nación le acordó una pensión por 10 años.

La incansable labor de Vucetich, hasta el día de su muerte, alternó con polémicas, viajes de estudio y propaganda por el mundo –llegó hasta la China y la India en busca de comprobaciones sobre utilización de impresiones digitales, en tiempos inmemoriales-, publicaciones, instrucciones, congresos científicos, conferencias, que llevaron a todos los ámbitos el conocimiento de los métodos hallados y que terminaron por imponerse en todas partes.

No omitió sacrificio personal en su afán altruista.  El viaje mundial que realizó en 1912 fue costeado por él, cuando acababa de jubilarse en la Policía –se habían frustrado iniciativas generosas en la Legislatura para premiar su labor- y para la impresión de su obra “La dactiloscopia y su aplicación internacional”, enajenó su biblioteca.

Poco antes de morir donó su museo particular a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata, donde el doctor Alfredo L. Palacios, entonces decano, instaló el Museo Vucetich, el 11 de octubre de 1924, en un acto al que asistió el creador de la dactiloscopia, ya gravemente enfermo.

Vucetich falleció en Dolores, el 25 de enero de 1925.  Se casó con María Etcheverry, y en segundas nupcias con María Cristina Flores.  Sus restos descansaron en el cementerio local hasta el 27 de agosto de 1941, en que fueron trasladados al Panteón de la Policía de La Plata, ciudad en la que residió desde su ingreso a la institución, donde se mantiene vivo el culto a su memoria, con su nombre al frente de la Escuela Superior de la misma.

La personalidad de Vucetich adquiere a medida que transcurre el tiempo, un perfil cada vez más esclarecido y noble, justificándose los homenajes que se le tributaron a su existencia laboriosa y contraída, expuesta en la síntesis cabal que contiene la frase de su amigo el eminente penalista italiano Enrico Ferri: “Suo Nome restará nella storia della civiltá umana”.

Fuente

Cutolo, Vicente Osvaldo – Nuevo diccionario biográfico argentino – Buenos Aires (1985)

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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